¿Hay una burbuja en la capitalización de las empresas tecnológicas estadounidenses?

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Mensajes clave

  • Valoraciones elevadas, pero no desbordadas: las bolsas estadounidenses, especialmente las del sector tecnológico, presentan ratios de valoración (PER y Precio/Valor en libros) muy por encima de sus medias históricas y de los niveles europeos y asiáticos. Sin embargo, no hay señales inequívocas de una burbuja generalizada, sino más bien de un mercado caro sostenido por expectativas de crecimiento ligadas a la inteligencia artificial.
  • Concentración, elevadas valoraciones y vulnerabilidad estructural: las llamadas Siete Magníficas[1] concentran el 40% del valor del S&P 500 y tienen una capitalización que supera el PIB de la UE27, lo que amplifica el riesgo sistémico ante una corrección de sus cotizaciones. Aunque sus fundamentos financieros son relativamente sólidos –altos márgenes, bajo endeudamiento y beneficios crecientes–, su tamaño y peso en los índices hacen que cualquier ajuste pueda dar lugar a efectos globales inmediatos.
  • Tres capas dentro del ciclo tecnológico: no existe una “burbuja tecnológica” homogénea, sino un gradiente en torno a tres grandes categorías. Primero, Microsoft, Apple, Amazon y Alphabet muestran valoraciones exigentes elevadas, pero con ratios financieras más razonables y un modelo de negocio más diversificado con respecto a la inteligencia artificial. Segundo, NVIDIA, con un modelo de negocio centrado en inteligencia artificial, y Tesla, con un modelo de negocio bastante más alejado de la inteligencia artificial, se sitúan con ratios financieras mucho más dependientes de expectativas a largo plazo. Por último, firmas más pequeñas y centradas exclusivamente en inteligencia artificial, como Palantir, ARM y C3.ai reflejan rasgos más especulativos.
  • El desenlace dependerá del efecto real de la inteligencia artificial: si ésta genera un salto de productividad comparable al que descuentan los mercados, las valoraciones actuales podrían estar justificadas. Si no, habrá correcciones. En cualquier caso, el contexto político y el nuevo apetito por el riesgo en Estados Unidos apunta a un cambio de paradigma tras años de austeridad: más inversión, menos prudencia y mayor exposición a posibles sobresaltos futuros.

Análisis

1. Comportamiento alcista de las bolsas

Durante las dos últimas décadas, las bolsas internacionales han seguido una tendencia claramente alcista, reflejo del dinamismo económico global y de la creciente importancia del sector tecnológico en los índices bursátiles. Como muestra la Figura 1, el S&P 500 ha multiplicado por más de cinco su valor desde comienzos de siglo: tomando enero de 2001 como base 100, el índice alcanzó en noviembre de 2025 un nivel de 519. Esta aceleración ha sido especialmente intensa a partir de 2020, coincidiendo con la recuperación tras la pandemia, el auge de la digitalización y, más recientemente, la euforia inversora en torno a la inteligencia artificial (IA). Aunque el entorno monetario y financiero ha variado sustancialmente en este periodo (desde fases de abundante liquidez hasta el actual escenario de tipos de interés más elevados, sobre todo en Estados Unidos –EEUU–), la tendencia de fondo ha sido una revalorización sostenida del mercado, encabezada en los últimos años por las grandes empresas tecnológicas.

Este comportamiento excepcional está generando una inquietud creciente sobre la posibilidad de que se haya formado una nueva burbuja en torno a las empresas tecnológicas y, en particular, a aquellas vinculadas a la IA. La magnitud de su capitalización y su peso en los principales índices bursátiles plantea interrogantes sobre los riesgos sistémicos que podría entrañar una corrección abrupta de sus cotizaciones.

Aunque la tendencia de fondo de los mercados bursátiles durante los últimos años ha sido claramente alcista, los datos anuales muestran que no ha sido un recorrido lineal. Como revela la Figura 2, los años 2018 y 2022 destacaron por los retrocesos generalizados en los índices bursátiles y, en particular, en el segmento tecnológico. En 2022, el índice Nasdaq 100, que agrupa las principales empresas tecnológicas estadounidenses, registró una caída de aproximadamente el 33%. Ese retroceso no se debió únicamente a un ciclo económico adverso, sino a una combinación de factores: el retorno a una “normalidad” postpandemia que redujo los ingresos excepcionales de muchas compañías tecnológicas (por ejemplo, menores ingresos publicitarios y menor aceleración del crecimiento digital), el cambio de expectativas de crecimiento, el endurecimiento de las condiciones monetarias y un proceso de rotación de carteras hacia valores menos vinculados a la tecnología.

Sin embargo, aunque la caída fue fuerte, no alcanzó los niveles de destrucción de valor ni de cadena sistémica que caracterizaron la burbuja de las puntocoms en el año 2000, ni mucho menos a los de la crisis financiera de 2008.

2. ¿PER elevado?

Uno de los indicadores más utilizados para valorar si el mercado está o no ante una burbuja es el Price-to-Earnings Ratio (PER) o ratio precio-beneficio. Este indicador se calcula dividiendo el precio de una acción entre el beneficio por acción generado por la empresa y muestra cuántas veces el inversor está dispuesto a pagar el beneficio anual de una compañía. Un PER elevado no significa necesariamente una burbuja, pero sí refleja expectativas de crecimiento muy altas: el mercado está pagando hoy por unos beneficios futuros que aún no se han materializado. Por el contrario, un PER bajo suele indicar que el mercado no espera un crecimiento relevante o, incluso, que percibe riesgos en el modelo de negocio. En general, para interpretar esta ratio resulta más útil compararla con su propia media histórica o con el de empresas del mismo sector, más que establecer un umbral universal de “alto” o “bajo”.

La Figura 3, que muestra la evolución del PER del S&P 500 desde 1957 hasta noviembre de 2025, permite situar el momento actual en perspectiva histórica. La ratio del índice se encuentra actualmente próxima a superar la media más una desviación típica, lo que sugiere que las valoraciones están en la parte alta de su rango habitual, aunque lejos de los niveles extremos observados durante la burbuja de las dot-com y en los primeros meses de la pandemia. Es decir, el mercado estadounidense muestra valoraciones exigentes, pero todavía dentro de márgenes históricamente razonables.

La Figura 4, por su parte, presenta la evolución del PER del Nasdaq 100 entre 2006 y 2025. En este caso, la ratio sí se sitúa claramente por encima de la media más una desviación típica, lo que indica que las empresas tecnológicas se encuentran en niveles de valoración más elevados que los observados en la mayor parte de los últimos veinte años. Este comportamiento refleja tanto las expectativas de crecimiento asociadas a la expansión de la IA como el fuerte peso que unas pocas compañías de gran capitalización tienen en el índice. En otras palabras, el mercado tecnológico está “más caro” que su media histórica y su margen para seguir expandiendo valoraciones sin una mejora de los beneficios es reducido.

La comparación internacional refuerza esta idea. La Figura 5 recoge los valores del PER y de la ratio precio-valor en libros (Price-to-Book Ratio) de los principales índices bursátiles a 10 de noviembre de 2025. Los índices estadounidenses presentan ratios sensiblemente más altas que sus equivalentes europeos o asiáticos. El S&P 500 alcanza un PER de 27,97 y el Nasdaq 100 se eleva hasta 37,39, frente a valores en torno a 19 para el DAX, 17 para el CAC 40 y 13 para el Ibex 35. Esta diferencia sugiere que los inversores están pagando mucho más por cada unidad de beneficio en EEUU que en otras regiones.

La ratio precio-valor en libros mide cuánto están dispuestos a pagar los inversores por cada unidad del valor contable de una empresa. Es decir, por cada euro o dólar de activos netos (activos menos pasivos) que figuran en su balance. Cuando esta ratio es superior a 1, implica que el mercado valora a la empresa por encima de su valor contable, generalmente porque espera que sus activos generen más rentabilidad o porque atribuye valor a intangibles que no se reflejan en el balance, como tecnología, marca o capital humano. Por el contrario, una ratio inferior a 1 suele indicar desconfianza sobre la capacidad de los activos para generar beneficios o una percepción de riesgo elevado. En sectores como el tecnológico, intensivos en activos intangibles, estas ratios tienden naturalmente a ser más altas, pero las diferencias actuales con respecto a otras regiones son inusualmente amplias. Como se observa en la Figura 5, mientras el Nasdaq 100 registra un valor cercano a 9 y el S&P 500 a 5,5, los índices europeos se sitúan entre 2 y 2,5, y los asiáticos incluso por debajo de 1,5.

En definitiva, las valoraciones en los mercados estadounidenses y, especialmente, en el tecnológico se sitúan claramente por encima de su promedio histórico y de sus homólogos internacionales. El PER del S&P 500 refleja un mercado caro, pero no desbordado. El del Nasdaq 100, en cambio, muestra niveles que ya se alejan de su rango de equilibrio habitual. Si bien esto no implica necesariamente la existencia de una burbuja, sí indica que el mercado descuenta un crecimiento futuro muy ambicioso, especialmente en torno a la IA. Cualquier decepción en esas expectativas podría traducirse en correcciones significativas, sobre todo en los segmentos más expuestos a este nuevo ciclo tecnológico.

Figura 5. Comparación PER y precio/valor en libros de principales índices, 10 noviembre 2025

PERRatio precio/valor en libros
S&P27,975,5
Nasdaq 10037,398,92
DAX19,52,01
Ibex13,961,97
CAC17,182,07
Nikkei22,632,64
Hang Seng12,861,4
Fuente: elaboración propia con datos de Bloomberg.

Aunque los indicadores de valoración sitúan los mercados estadounidenses en niveles históricamente elevados, las subidas bursátiles acumuladas en lo que va de 2025 han sido más moderadas en EEUU que en Europa y Asia. Según la Figura 6, las compañías que más han contribuido a la revalorización del S&P 500 han registrado incrementos significativos, como NVIDIA (+40 %), Alphabet (+47 %) o Broadcom (+52 %), pero inferiores a los avances observados en algunos índices europeos o asiáticos. Esto sugiere que, pese a sus valoraciones exigentes, el mercado estadounidense no está en una fase de euforia descontrolada, sino más bien en un punto de consolidación de las expectativas en torno a la IA.

En contraste, los principales índices europeos muestran un repunte mucho más amplio, impulsado por sectores más tradicionales. En el DAX alemán, las mayores subidas se concentran en la defensa (Rheinmetall, +186 %), la energía (Siemens Energy, +102 %) y el sector bancario (Deutsche Bank, +92 %), reflejando el impacto de la guerra en Ucrania y la reconfiguración energética europea. En el CAC 40 francés el patrón es similar: Airbus, Safran y Thales, todas ellas vinculadas al sector aeroespacial y de defensa, destacan junto con Société Générale, del sector bancario, lo que evidencia el dinamismo de los segmentos industriales y financieros tradicionales frente a la relativa estabilidad del sector tecnológico.

En el Ibex 35, la recuperación ha estado liderada también por la banca (Santander, +104 %; BBVA, +96 %; CaixaBank, +83 %) y el sector de la energía (Iberdrola, +38 %; Endesa, +61 %), impulsada por la subida de tipos y la fortaleza de los beneficios empresariales en estos sectores. En el Nikkei 225 japonés, el liderazgo corresponde a un conjunto heterogéneo de empresas vinculadas a tecnología industrial y semiconductores: Fujikura (cables y fibra óptica), Mitsui Kinzoku (materiales para baterías y chips), Lasertec y Advantest (equipos de inspección y prueba para semiconductores), junto con SoftBank (conglomerado tecnológico y financiero). Finalmente, en el Hang Seng de Hong Kong, las principales contribuciones provienen del sector tecnológico y digital (Tencent, Alibaba, SMIC) y, en menor medida, de la banca (HSBC) y la minería (Zijin Mining).

En conjunto, la radiografía de 2025 muestra un panorama bursátil más equilibrado que el de años anteriores. En EEUU, la revalorización sigue concentrada en el núcleo tecnológico, pero con avances más contenidos, mientras que en Europa y Asia el dinamismo proviene de sectores industriales, energéticos y financieros, en buena medida impulsados por los nuevos patrones geopolíticos y por la transición energética. Esta rotación sectorial ayuda a explicar por qué, pese a las valoraciones elevadas, el riesgo de una burbuja puramente tecnológica sigue siendo localizado y no generalizado.

En cualquier caso, existe la posibilidad de que las políticas de la Administración Trump, que combinan aranceles históricamente altos, depreciación del dólar y erosión de la independencia de la Reserva Federal, en particular, y el Estado de derecho, en general, estén dando lugar a una salida de flujos financieros desde EEUU hacia Europa y algunos mercados emergentes. De continuar, este reequilibrio macroeconómico global podría poner fin a, al menos, dos décadas en las que el mercado estadounidense ha generado rendimientos más elevados que el resto del mundo, tanto por crecimiento de los valores bursátiles como por el efecto del tipo de cambio.

Figura 6. Evolución entre enero y 6 de noviembre de 2025 de la cotización bursátil de las cinco empresas que más han contribuido a la revalorización de sus índices

S&P 500SubidaDAXSubidaCACSubidaIbexSubidaNikkei 225SubidaHang SengSubida
Nvidia40,14%Rheinmetall186,02%Airbus37,44%Santander104,22%Fujikura217,06%Tencent56,07%
Alphabet47,35%Siemens Energy102,06%Safran43,56%BBVA95,69%Mitsui Kinzoku244,85%Alibaba100,54%
Broadcom51,79%Airbus37,56%Essilorluxottica33%Caixabank83,82%Softbank137,18%Zijin Mining140,46%
Microsoft18,52%Deutsche Bank92%Société Générale108,19%Iberdrola38,41%Lasertec93,80%HSBC53,98%
Palantir135,26%Siemens28,79%Thales75,80%Endesa61,02%Advantest118,04%SMIC135,65%
Fuente: elaboración propia con datos de GuruFocus.

3. Concentración de la capitalización en unas pocas empresas

Otro argumento recurrente entre quienes alertan de un posible riesgo sistémico se basa en la concentración del peso de unas pocas empresas en los principales índices bursátiles. En el caso del mercado estadounidense, la Figura 7 muestra que las 10 mayores compañías del S&P 500 –todas ellas tecnológicas o con fuerte componente digital, como Apple, Microsoft, NVIDIA, Alphabet, Amazon, Meta y Tesla– concentran en conjunto alrededor del 44% de la capitalización total del índice. A primera vista, esta cifra podría sugerir una vulnerabilidad estructural: si estas pocas empresas corrigieran bruscamente su valor, el efecto en el conjunto del índice sería considerable.

Sin embargo, la concentración no es un fenómeno exclusivo de EEUU. En el caso del Ibex 35, la Figura 8 refleja que las cinco mayores empresas (Inditex, Santander, Iberdrola, BBVA y CaixaBank) representan en su conjunto cerca del 58% de la capitalización total del índice.

De forma similar, en el DAX alemán (Figura 9), las 10 principales compañías, encabezadas por SAP, Siemens, Airbus y Allianz, alcanzan alrededor del 59% de la capitalización total, mientras que en el CAC 40 francés (Figura 10) las 10 mayores, entre ellas LVMH, L’Oréal, Airbus, TotalEnergies y Safran, superan el 60%.

4. Salud financiera de las tecnológicas

La elevada concentración de capitalización en unas pocas empresas plantea inevitablemente la pregunta de si sus valoraciones están justificadas por sus resultados o si reflejan una sobreexpectación del mercado, una burbuja que podría estallar. Para aproximar esta cuestión, la Figura 11 recoge los principales indicadores financieros de las denominadas Siete Magníficas –NVIDIA, Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Meta y Tesla– a noviembre de 2025. Estas ratios permiten comparar su valoración de mercado, rentabilidad, crecimiento y estructura financiera. Aportan, asimismo, elementos para determinar si los precios actuales responden a fundamentos sólidos o a una narrativa de innovación dominada por la IA.

Figura 11. Principales indicadores financieros de las Siete Magníficas

EmpresaCap. Burs.PERPER adelantadoPrecio/ventasCrecimiento ingresos 3A (%)ROE (%)Margen op (%)Deuda/EBITDA
NVIDIA Corp
Detalles de contacto
Judith Arnal, Federico Steinberg.