Esperar en tiempos de inmediatez - Salesianos España

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La palabra Adviento proviene del latín adventus, que significa “venida” o “llegada”. Más allá del léxico y de su sentido teológico, el término encierra una riqueza simbólica que interpela profundamente a la sociedad moderna: el Adviento es un tiempo de espera activa, de preparación interior, de apertura a lo que está por venir. Y eso, en un mundo que idolatra la inmediatez, es casi revolucionario.

En una sociedad marcada por la velocidad, el Adviento se presenta como un tiempo contracultural. Mientras el mundo occidental se precipita hacia la Navidad con luces, compras y urgencias, el Adviento invita a detenerse, a esperar, a preparar el corazón. Es un tiempo de silencio en medio del ruido, de esperanza frente al pesimismo, de procesos frente a la inmediatez.

La espera, en nuestra cultura, ha sido desvalorizada. Vivimos en la era del “todo ahora”: respuestas instantáneas, gratificación inmediata, soluciones rápidas. Pero el Adviento nos recuerda que lo verdaderamente valioso requiere tiempo. La espera no es pasividad, sino una actitud activa de preparación. Es el arte de confiar en que algo bueno está por venir, aunque no lo veamos aún.

Este tiempo litúrgico nos enseña que los procesos son necesarios. El Adviento no es solo una cuenta atrás hacia la Navidad, sino un camino interior. Nos invita a mirar hacia dentro, a revisar nuestras prioridades, a abrir espacio para lo esencial. En una cultura que premia el resultado más que el recorrido, el Adviento nos devuelve el valor del proceso: la transformación personal, la conversión, la maduración espiritual.

Además, el Adviento es profundamente esperanzador. Frente al pesimismo que a menudo impregna el discurso social —crisis, conflictos, incertidumbre— este tiempo proclama que la luz viene, que el bien triunfa, que Dios se hace presente en lo pequeño. La esperanza del Adviento no es ingenua ni evasiva, sino una esperanza encarnada, que se compromete con la realidad y la transforma desde dentro.

En este sentido, el Adviento podría tener un impacto profundo en la sociedad moderna. Nos invita a cultivar la paciencia en un mundo impaciente, a valorar los procesos en una cultura de resultados, a vivir con esperanza en medio de la incertidumbre. Es una oportunidad para recuperar valores olvidados: la contemplación, la espera activa, la fe en el futuro.

Quizás, si comenzamos por descubrir el Adviento como experiencia vital —más allá de lo religioso— podamos aprender a vivir de otro modo. A no temer la lentitud, a abrazar la espera como parte del crecimiento, a mirar el futuro con confianza. Porque en el fondo, el Adviento nos recuerda que lo mejor está por venir, y que vale la pena prepararse para recibirlo.

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