El trabajo en un servicio de radiodiagnóstico exige precisión, atención constante y capacidad para tomar decisiones rápidas. Aun así, incluso los técnicos más experimentados saben que los errores forman parte del aprendizaje. La diferencia no está en no equivocarse nunca, sino en identificar los fallos, comprender por qué ocurren y aprender a evitarlos.
En este artículo repasamos algunos de los errores más frecuentes en la práctica diaria del radiodiagnóstico y cómo corregirlos para mejorar la calidad de la imagen, la seguridad del paciente y el propio desarrollo profesional.
Cuando la prisa juega en contra
Uno de los factores más habituales detrás de los errores es la presión asistencial. Urgencias llenas, listas de espera largas o cambios constantes de paciente pueden llevar a saltarse pasos que, en condiciones normales, nunca se omitirían.
Un centrado rápido, una colimación poco ajustada o una verificación incompleta de los datos del paciente pueden parecer detalles menores, pero acaban traduciéndose en repeticiones, aumento de dosis y pérdida de calidad diagnóstica.
Pararse unos segundos antes de iniciar el estudio suele ahorrar minutos después.
Confiar demasiado en el protocolo estándar
Los protocolos son una guía imprescindible, pero no sustituyen el criterio profesional. Cada paciente es distinto: complexión, movilidad, patología, edad o colaboración influyen directamente en la técnica.
Aplicar el mismo protocolo sin adaptarlo puede generar imágenes subóptimas o exposiciones innecesarias. El buen técnico sabe cuándo seguir el protocolo al pie de la letra y cuándo ajustarlo para obtener el mejor resultado posible.
La técnica no es automática: es razonada.
Subestimar la comunicación con el paciente
Una explicación breve y clara antes de la prueba reduce errores de movimiento, repeticiones y situaciones incómodas durante el estudio.
A veces se da por hecho que el paciente entiende lo que se le pide, cuando en realidad está nervioso, dolorido o simplemente desorientado.
Unos segundos dedicados a explicar la prueba, comprobar que el paciente ha entendido la instrucción y generar confianza marcan una gran diferencia en el resultado final.
No revisar la imagen con suficiente criterio
Otro error frecuente es dar por válida una imagen sin revisarla con atención. En contextos de alta carga asistencial, la tentación de “seguir adelante” es grande, pero una revisión rápida y consciente evita problemas posteriores.
Comprobar centrado, colimación, contraste, artefactos y cobertura anatómica debería ser siempre parte del proceso.
Una imagen técnicamente correcta no es solo la que “sale”, sino la que sirve realmente para el diagnóstico.
Aprender de los errores: una oportunidad de crecimiento
Equivocarse no define a un mal técnico. Ignorar los errores, sí.
Los profesionales que más crecen son aquellos que analizan qué ocurrió, lo comentan con el equipo y ajustan su práctica para no repetirlo.
Los servicios que fomentan la revisión, el aprendizaje continuo y la comunicación abierta generan técnicos más seguros, más competentes y más valorados.
La experiencia no elimina errores: los transforma
Con los años, los errores no desaparecen, pero cambian. Se vuelven más sutiles, más relacionados con la gestión, la toma de decisiones o la coordinación con otros profesionales.
Por eso, la mejora continua no es exclusiva de quien empieza: forma parte de toda la carrera profesional del Técnico de Radiodiagnóstico.
Formación como herramienta para mejorar la práctica diaria
Actualizar conocimientos, revisar fundamentos técnicos y reforzar áreas clave como la calidad de imagen o la seguridad del paciente ayuda a reducir errores y a ganar confianza profesional.
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