Los atracones ocurren cuando se consume una cantidad de comida claramente excesiva en poco tiempo, junto con la sensación de no poder detenerse. Durante la temporada navideña, la abundancia de comida, la presión social para participar en cada reunión y las emociones propias de estas fechas, ya sea estrés, alegría o nostalgia, pueden incrementar la tendencia a comer de más.
En términos generales, llegar al final de un año y encontrarnos con las celebraciones navideñas es sinónimo de alegría, celebración y solidaridad y también de reuniones alrededor de la comida. Es una época de muchos encuentros y a veces de desencuentros. Reuniones empresariales, de amigos, familiares, compras, preparación, ropa, peluquería, intercambio de regalos, luces llamativas y banquetes a rebosar de comida y de bebidas suman estrés a lo acumulado durante el año.
En este artículo me centraré precisamente en estos banquetes, que muchas veces nos activan la tecla del cerebro que nos conduce a un ‘hambre emocional’ que suele ser irrefrenable en ciertas ocasiones.
Por lo que generalmente estos episodios son una respuesta temporal al ambiente festivo y no están relacionados con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).
Identificar las diferencias entre hambre real y hambre emocional es algo muy importante para poder controlar esos impulsos, sobre todo en personas con sobrepeso. ¿Qué consecuencias tienen estos excesos en nuestro cuerpo y cómo podemos evitarlos?
En este artículo, me gustaría reflexionar contigo. Por ello, te invito a que pienses en cómo han sido las fiestas anteriores, cuál fue el tono emocional de cada una de ellas y qué lugar crees que ocupabas tú en la fiesta y la comida en tu vida. ¿Recuerdas si comías de más. ¿Tienes una idea de cuanto te sobró de bebida o comida, pero que no podías parar? Si comías o bebías de más ¿para qué te servía? ¿Qué necesidad profunda tapaba lo que ingerías?
Si hubieras podido cambiar una sola cosa de cada una de tus celebraciones ¿qué hubiera sido?
Índice
Atracones en fiestas: Causas, conflictos y raíles
Seguramente coincidirás conmigo en la respuesta a las preguntas anteriores: los atracones surgen para bajar el nerviosismo y la angustia, porque el estrés y la presión iban en aumento. Ver personas que hace tiempo que no vemos, aguantar cuando alguien se comunica de manera poco asertiva, charlar con alguien que no nos interesa, hacer cosas que no tenemos ganas de hacer, o recordar momentos de tensión pueden despertar una fiera irrefrenable en nuestro estómago, que nos lleva a comer sin necesidad alguna. Pero si llego al empacho, entendiendo éste como un síntoma conductual, ¿cuál es el conflicto previo?
Veamos las posibles causas que pueden llevarte caer en el atracón:
- Por un cúmulo de problemas: Puede que te presentes a casa de tus familiares o te encuentres con amigos o con compañeros de trabajo y acarrees contigo los problemas de todo el año. Temas de pareja, de trabajo, de dinero, historias con los hijos, problemas de enfermedades, pendientes con alguien que pueda estar presente, con los padres, etc. Allí están los temas presentes y generan tensiones internas.
- Por una baja autoestima: Relativo a lo que tú crees que van a pensar de ti o qué van a comentar los demás cuando te vean. Esto va estrechamente ligado a una falta de confianza interna, a una baja autoestima o a una sensación de insatisfacción con la propia vida. Si existe confianza interna, te quieres tal y como eres, te importará muy poco lo que haya ocurrido, porque en realidad te darás cuenta de que simplemente son experiencias y, por lo tanto, un año las vives de una manera y otro año de otra forma.
- Por introversión: es un rasgo que deja una sensación de inadaptación social, que no significa que seamos inadaptados sociales, sino que quiere decir que estamos mucho mejor en un ambiente tranquilo, lo que se dice en el tramo corto y con menos gente, porque cuando hay mucha surge un nerviosismo y las personas buscan alejarse de los encuentros “sociales”. Prefieren estar más en contacto con sus propios pensamientos y menos con estímulos ambientales y relacionales, por lo que la exposición obligada o casi obligada a este tipo de reuniones les estresa mucho. La persona introvertida elige conscientemente estar sola. Con la comida y la bebida se intenta tapar la presión que produce ir en contra de sus propios deseos, algo que contiene algún conflicto de no poder poner límites y de agresión y/o ataque previo.
- Por timidez: es un estado de ánimo en el que aparece miedo a ser juzgado negativamente por sus propias características, en situaciones sociales. Un tímido, desearía interactuar más, pero su inseguridad, su desvalorización y miedo al juicio o al rechazo se lo impiden. Un introvertido elige la soledad porque prefiere la reflexión y la tranquilidad, no por miedo. Los conflictos que están detrás tienen que ver mayormente con la desvalorización, sentir poca o ninguna valía e intentar hacer uso de la comida o la bebida de tapadera para no mostrarse a los demás.
- Por extroversión: Hemos hablado de la introversión, pero cabe hacer especial mención también a su contrario, a la extroversión. Son esas personas que necesitan de mucha gente, de encuentros, de compañía y de contacto porque han tenido conflictos de abandono o de separación. En el caso de sensación de abandono el razonamiento es: “me he sentido solo/a aislado/a de todo y hoy tengo que ir a ese encuentro” (lo que supone realizar más cenas, comidas y encuentros de las que tiene prácticamente ese mes). Entonces, todo gira alrededor de las comidas, nos encontramos con que las calorías van a aumentar porque hemos roto con la rutina que veníamos llevando.
Por lo tanto, el hambre emocional, tal y como avanza su propio nombre, implica comer por razones emparentadas con las emociones, y no por necesidad. Podemos comer por estrés, por tristeza, por castigo, por miedo, y por múltiples conflictos y/o raíles.
Identificar las diferencias entre hambre real y hambre emocional es algo muy importante para poder controlar impulsos alimentarios, sobre todo en personas con sobrepeso. Si te apetece leer más acerca de ello, te recomendamos el libro de Ángeles Wolder ‘ Hambre Emocional: Sana tu sobrepeso con la Descodificación Biológica.
¿Qué papel tienen los raíles?
Ya te he mencionado algunos conflictos (baja autoestima, abandono y rechazo). Centrémonos ahora en los raíles: éstos se activan con los recuerdos visuales, gustativos, olfativos, auditivos y táctiles. Te conectan con un recuerdo que ocurrió en otro instante de tu vida y que viviste con un cierto malestar.
Por ejemplo, en otras comidas de estas fechas, quizás se produjo una discusión con algún familiar mientras comíais, o durante el encuentro pasaron cosas que han supuesto una fuerte tensión. Ese recuerdo provoca una reacción alérgica al malestar, por lo que podemos sentirnos mal sin antes haber comido algo que nos haya podido hacer daño. Otras veces puede despertar directamente el conflicto y las memorias que trae consigo.
Y probablemente en esta fecha no tengamos ni una cosa ni la otra, ni los recuerdos ni el conflicto, pero sentimos esa especie de ambiente enrarecido de algo que vivimos y experimentamos en otro momento. Al mismo tiempo, las fiestas traen alegría o sea que juntamos en nuestro inconsciente problemas y recursos, momentos desagradables junto a otros que han sido bonitos. Una parte nuestra quiere disfrutar y otra le avisa que se expone a peligros potenciales que pueden o no aparecer.
Otra parte de esta historia es cuando nos sentamos en la mesa familiar, que si lo hacemos en la casa o con la familia que crecimos volvemos a adoptar el rol de aquel niño o niña que fuimos. ¿Cómo? A través de las dinámicas relacionales que experimentamos. Cada padre ha tenido una manera de relacionarse con cada hijo y volver a casa supone volver a encontrar maneras de comunicarse que a veces pueden ser funcionales y otras no tanto.
Tal vez tu mamá sigue preguntándote si ya comiste suficiente o corrigiendo cómo te sirves, como cuando tenías diez años. O quizá tu hermano mayor vuelve a bromear contigo como si todavía fueras “el chico responsable” o “la que siempre se enoja”. Sin darte cuenta, respondes desde ese viejo rol: te callas, te ríes por compromiso o te molestan cosas que normalmente no te afectarían. Todo porque la forma en que cada uno aprendió a relacionarse sigue vigente, y volver a casa activa esas antiguas maneras de comunicarse, a veces útiles y otras no tanto.
También es probable que nos comparemos con los otros, por ejemplo, porque alguien pone en evidencia las diferencias entre hermanos porque los padres han hecho una diferencia cuando le regalan algo a un hermano/a y miramos que lo nuestro fue pensado bastante menos y pagado casi nada. Lo nuestro versus lo que han recibido los demás no tiene punto de comparación. En ese caso, podemos experimentar la desvalorización por comparaciones. Como dijo el poeta Antonio Porchia, El hombre vive midiéndose y tiene que comprender en algún momento que no es medida de nada ni tan siquiera de sí mismo.
Este conflicto u otros que se puedan generar durante la reunión familiar, puede despertar una ansiedad que te llevará a querer taparla con la comida. Por eso hablo de un hambre emocional, y no biológico. No de necesidad biológica, porque si fuera así no la cubriríamos con alcohol, por ejemplo, para desinhibirnos o con grasas para sentir que algo vaya avanzando de manera lenta, o con azúcares cuando necesitamos la lucha. Existe una connotación para cada tipo de comida.
Conoce en este artículo la biodescodificación de 4 alimentos ultraprocesados.
Puedes fijarte en qué te extralimitas para saber lo que comes y cómo lo comes.
Ángeles Wolder
Atracones y sentimiento de culpa
Primero la gran comilona, después el sentimiento de culpa. ¿Por qué? Por olvidarte de lo que venías haciendo durante el año, dejar entrar más de lo que debería a tu cuerpo (según tu cabeza) y sentirte mal al día siguiente fisiológicamente: hinchazón, digestiones pesadas, etc.
Es muy probable que te hayas sentido así en alguna ocasión, de hecho, suele ser lo habitual. Por ello, te animo a despojarte de la culpa, ya que con ella no conseguirás nada, más bien todo lo contrario: la culpa implica estrés y, si hay estrés, hay cortisol y más actividad a nivel de catecolaminas. El cortisol nos favorece para estar en actividad, pero cuando hay en exceso porque estamos en tensión continua no está de nuestro lado, sino de un lado nocivo.
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¿Por qué es nocivo el cortisol?
- Ayudar o favorecer la concentración de la grasa en el cuerpo.
- A mayor cortisol, y sobre todo de manera sostenida en el tiempo, va a haber más destrucción de neuronas (específicamente en la zona del hipocampo), y por lo tanto recordaremos menos.
La culpa no es buena consejera, no acompañan ni sirve para nada. La culpa y la queja se dan la mano. La queja te sirve para inmovilizarte y dar vueltas como un ratoncillo en esta rueda de la que no se sale.
Te recomiendo este video en el que hablo de la queja desde la biodescodificación y el poco favor que le hace a tu cuerpo:
Conciencia, hábitos y ¡a disfrutar!
Te invito a que en estas fiestas apliques algunas claves para vivir de manera sana este tiempo: lo primero es conciencia acerca de cómo nos encontramos, de cuál es el malestar, de cuáles son los conflictos, de cuáles son nuestros dolores. Y luego generar hábitos que de alguna forma nos ayuden a solventar este tipo de situaciones: bajando la tensión del dolor y comportándonos de una manera en que nos sintamos bien con nosotros mismos.
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Pero para llegar fresquitos a las fiestas, hay que prepararse. Relajación, prácticas de meditación, de respiración y hacer una revisión de los puntos que tratamos, y de otros que puedan surgir que te informen de cual es el evento que te desestabiliza. Por ejemplo, escribe todas aquellas cosas que no te gustan y que pasan en las reuniones a las que asistes. Mira qué puedes hacer para vivirlo diferente. Busca cuál fue la programación temprana en tu vida y decide qué límite pondrás para estar en estas fiestas con máxima tranquilidad.
Comer, jugar, divertirse, pasarlo bien con la gente, charlar, salir a hacer deporte, etc. hacer otras cosas las podemos hacer también de manera sana. Comer no tiene porqué implicar un atracón, lo será solo si se corresponde con un hambre emocional.
Revisemos los que nos pasa dentro para poder experimentar hacia fuera algo de manera diferente.
Ángeles Wolder
Espero que te sea útil esta información y que puedas modificar ese comportamiento, si te trae malestar. Te deseo libertad.
Que tengas unas bonitas fiestas 😊