Querido Santa: quiero normas justas frente a los abusones - Alianza por la Solidaridad: Un mundo más justo y sostenible

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Querido Santa:

Quiero contarte algo que pasa en mi cole. Hay unos pocos que, poco a poco, están cambiando las normas para que les beneficien solo a ellos, aunque eso termine perjudicando al resto.

Se sientan cada vez más cerca de la mesa de la profe para presionarla. Y cuando ella recuerda las reglas, responden: Si no las simplificas, nos llevamos nuestros juguetes y nos vamos”. Y al final, las normas se van suavizando.

Al principio parece buena idea, pero luego empiezan a desaparecer las cosas que nos protegen: los controles de la comida, los simulacros de emergencia, los cinturones del autobús. A eso lo llaman “simplificar”. A mí me suena más a dejar de preocuparse por la seguridad de todas las personas.

También tenemos un consejo escolar, creado para ponernos de acuerdo y cuidarnos mejor. Pero allí pasa algo parecido: quienes hablan más alto ocupan todo el espacio y ya no piensan en el bien común.

Cuando se lo conté a mi madre, suspiró y me dijo: “Acabas de describir la Unión Europea”.

Me explicó que, en Bruselas, grandes empresas contaminantes presionan a quienes hacen las normas y amenazan con marcharse si las leyes que protegen a las personas y al planeta no se rebajan. A eso lo llaman “simplificación” o “competitividad”, incluso cuando hace la vida más insegura para la gente y para la naturaleza.

También me habló de grandes encuentros internacionales que deberían servir para ponerse de acuerdo en reglas justas, frenar la crisis climática y garantizar que los países con menos recursos puedan vivir y desarrollarse con dignidad. Espacios pensados para proteger a quienes más lo necesitan… pero donde cada vez más los más fuertes imponen su ritmo y bloquean las cosas, para que nada cambie.

No sé ponerle palabras de mayores a todo esto, Santa. Pero sí sé cómo se siente cuando las normas dejan de proteger, cuando la seguridad desaparece y cuando quienes deberían cuidar del bien común miran hacia otro lado.

Por eso, este es mi deseo:

No quiero crecer en un mundo que funcione cada vez mejor para unos pocos, mientras al resto se nos pide paciencia, aguante y “resiliencia”. Quiero normas justas, que no se doblen para quienes gritan más fuerte, sino que cuiden de todas las personas, vivan donde vivan. Mi madre dice que eso es una democracia de verdad.

Ya nos estamos organizando con esa mayoría silenciosa para alzar la voz.
Si te apetece ayudar, Santa, eres bienvenido.

Con cariño.

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