La herida de humillación: cómo identificarla para sanar - Instituto Ángeles Wolder

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La infancia es un período crucial en nuestras vidas, donde las experiencias que vivimos moldean nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. Sin embargo, algunas de estas experiencias pueden dejar cicatrices emocionales profundas que afectan nuestra vida adulta de maneras sutiles pero significativas en forma de heridas emocionales de la infancia. Una de ellas es la herida de humillación.

La humillación, una de las 5 heridas emocionales de la infancia, se manifiesta cuando nuestras acciones, palabras o movimientos son objeto de burla o desprecio por parte de otros. 

Esta experiencia puede dejar una marca indeleble en nuestra psique, generando un profundo temor a la exposición y al juicio de los demás.

En este artículo hablamos en profundidad de la herida de humillación: qué es, cómo podemos identificarla en nosotras a través de nuestros comportamientos y qué podemos hacer para sanarla.

Además, también exponemos un caso real trabajado en consulta.

¿Qué es la herida de humillación?

La herida de humillación es una de las 5 heridas de la infancia, también conocidas como heridas emocionales, que se origina en experiencias pasadas en las que una persona se ha sentido humillada, menospreciada o avergonzada.

Estas experiencias o traumas de la infancia pueden persistir en la vida adulta, impidiéndonos avanzar en la vida y dificultando desarrollar todo nuestro potencial.

La humillación puede ocurrir de muchas formas diferentes:

  • Verbal, como comentarios despectivos o insultos;
  • Física, como ser objeto de burlas o bullying;
  • Emocional, como ser ignorada o excluida deliberadamente.

La humillación también puede ser más sutil, como gestos condescendientes, miradas de desprecio o tonos de voz despectivos.

La forma en que una persona experimenta y procesa la humillación puede variar según su personalidad, su entorno familiar y cultural y su capacidad para manejar el estrés emocional.

Algunas personas pueden desarrollar una sensibilidad especial hacia cualquier situación que amenace su autoestima o su imagen pública, mientras que otras pueden adoptar una actitud defensiva o de evitación para protegerse de futuras humillaciones.

Así puedes identificar la herida de humillación

Detrás de esta herida hay una frase muy repetida: “No valgo para nada”. La persona afectada por la herida de humillación tiende a sentir vergüenza de sí misma y de los demás, temiendo causarles vergüenza. 

Las personas que tienen esta herida, que a menudo lleva consigo un componente traumático, desencadenan diversas defensas para protegerse cuando se enfrentan a ella. Estas pueden incluir:

La evitación

Una persona con una herida de humillación puede evitar situaciones sociales o profesionales en las que sienta que podría ser expuesta a críticas o ridiculización.

Por ejemplo, podría evitar participar en reuniones de trabajo donde se requiere presentar ideas frente a colegas, prefiriendo trabajar de forma aislada para evitar el riesgo percibido de ser juzgado o humillado.

La disociación

Cuando se enfrentan a situaciones que desencadenan sentimientos intensos de humillación, algunas personas pueden disociarse emocionalmente, desconectándose de sus emociones y pensamientos.

Por ejemplo, una persona que experimenta un momento embarazoso en público puede desconectar mentalmente de la situación, como si estuviera observando desde fuera de su cuerpo, para protegerse de sentir la vergüenza en ese momento.

La ira 

Una respuesta posible a la humillación es la ira, que puede manifestarse como una forma de protección o defensa.

Por ejemplo, una persona que se siente humillada por un comentario despectivo podría responder con furia porque lo percibe como amenazante para su autoestima.

La sumisión

En un intento por evitar conflictos o críticas adicionales, algunas personas con una herida de humillación pueden adoptar un comportamiento sumiso.

Por ejemplo, una persona que ha sido humillada repetidamente por su pareja podría ceder constantemente a sus demandas y renunciar a sus propias necesidades y deseos para evitar conflictos y mantener la paz, aunque esto signifique ignorar sus propios límites y valores.

Aquellas personas afectadas por la herida de humillación tienden a relegar sus propios deseos y necesidades, priorizando los de los demás en un intento, a veces inconsciente, de obtener validación y afecto. 

Si eres terapeuta o descodificadora biológica y te surgen dudas a la hora de acompañar a tus consultantes, puedes ganar seguridad en consulta y ofrecer un mejor acompañamiento terapéutico con la Formación en Herramientas e Intervención Terapéutica.

Un caso real: la herida de humillación de Sara

En consulta, es común encontrar pacientes que exhiben síntomas de ansiedad o depresión y que están lidiando con esta herida emocional subyacente. Veamos a través de la historia de Sara cómo se manifiesta un evento traumático de humillación en la etapa adulta:

Sara es una mujer de 45 años que vino a consulta porque se siente incapaz de concretar cambios en su vida y se siente paralizada por el miedo a exponerse en público. A lo largo de la entrevista, se detectan varios signos que ponen en manifiesto que existe una herida de humillación en la infancia.  

Signos de la herida de humillación

Mientras Sara explicaba cómo se sentía actualmente, yo prestaba atención también a su lenguaje corporal, sus palabras y sus gestos.

La escucha activa nos permite detectar signos y comportamientos que nos dan la pista de que existe una herida primaria, en este caso de humillación, que no ha sido sanada.

Signo 1: Incapacidad para concretar cambios

A pesar de sus intentos por separarse y tomar decisiones en su vida, se siente atrapada y delega en el resto las decisiones vitales.

Por ejemplo, a pesar de que hace 10 años que quiere separarse, posterga la decisión por miedo a afrontar todo lo que supone la ruptura, la independencia y la autonomía. Siente que ella no vale para nada. 

Signo 2: Miedo paralizante al hablar en público

Al hablar sobre eventos de toma de decisiones o de exposición en público, le tiembla la voz y expresa tener una sensación constante de miedo y pánico al tener que exponerse en situaciones sociales o laborales.

Signo 3: Desorden en el pensamiento y la comunicación

Sus pensamientos son desordenados y tiene dificultades para mantener una conversación coherente, lo que refleja la confusión interna que siente. 

En las sesiones terapéuticas, emergió un recuerdo traumático de su infancia: una experiencia en la escuela donde una profesora la humilló frente a sus compañeros de clase. 

A raíz de dar una respuesta incorrecta a una pregunta en clase, la profesora la castigó llevándola a la clase de los más pequeños, humillándola y haciendo que todos los niños se rieran de ella. 

Este evento, que tiene toda la connotación de traumático, lo vivió con rabia, pánico y una profunda tristeza. Ella expresa que marcó un antes y un después y nunca más pudo levantar la mano para hablar sin sentir la presión del otro.

Este evento dejó una marca indeleble en su psique, desencadenando un pánico absoluto a estar expuesta en público.

Abordar esta herida en consulta le permitió a Sara comenzar a sanar su herida de humillación y resignificar la historia traumática.

Poder expresar y conectar con el trauma con acogimiento y sostén permite a la persona hacerse cargo de su dolor como adulta y ganar seguridad para sostener otras situaciones sin sentir el peligro de estar expuesto.

Este es el principio de un trabajo sanador en el que Sara, como adulta, se hace cargo de su herida primaria de la infancia.

Al revisar la historia primaria, podrá ir resignificando otros eventos de su etapa adulta hasta poder autorregularse cuando sienta estrés, peligro o presión por tener que exponerse en público.

Cómo sanar la herida de humillación

La historia de Sara nos recuerda la importancia de revisar nuestras heridas emocionales del pasado para construir un futuro más pleno y auténtico.

En este caso, reconocer y abordar la herida de humillación nos permite liberarnos del peso del pasado y comenzar a vivir una vida más plena y satisfactoria a través de nuevos recursos internos.

Cómo abordamos la herida de humillación en consulta:

  • Revisamos la herida de humillación primaria de la infancia.
  • Reconocemos el valor de cada uno, reconectando con recuerdos y sensaciones vividas.
  • Resignificamos la historia vivida.
  • Transitamos el cambio a través del movimiento y la acción, es decir, ponemos en práctica respuestas diferentes desde la seguridad y el valor.

De esta forma, se le da un lugar al dolor, pero también a la transformación.

Si te identificas con algunas de las conductas, comportamientos, hábitos o miedos descritos, te invito a reflexionar sobre tu historia personal y a buscar apoyo terapéutico si es necesario. 

Podemos acompañarte a sanar tus traumas y heridas de la infancia aquí: https://institutoangeleswolder.com/consultas-privadas/.

Más heridas de la infancia

Recuerda que no estás sola en este viaje de sanación y que cada paso que das hacia adelante te acerca un poco más a la libertad emocional y la plenitud interior.

Recapiti
Aranzazu