Cataluña: cuando todas las salidas son malas o imposibles

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Los resultados de las elecciones catalanas si algo han provocado ha sido una reorganización de la agenda política: las cuestiones objeto de debate antes del pasado domingo han quedado en un segundo plano y han cobrado actualidad asuntos como el final del 'procés', el futuro del independentismo o la forma de cómo se relanzan las posibilidades del constitucionalismo en Cataluña. Estos asuntos no se circunscriben al marco de la Comunidad autónoma, por el contrario, afectan a la médula de la política nacional.

Hasta la fecha desconocemos las posibilidades del candidato socialista, Salvador Illa, de formar Gobierno. La crisis de ERC y el empecinamiento de Puigdemont por ser presidente ponen difícil al líder del PSC el acceso a la Generalitat. Pero al margen de si Illa consigue o no la presidencia, lo relevante es saber cuál sería la política que desarrollaría. Poco importa que el Partido Socialista de Cataluña haya conseguido 42 escaños y que el PP haya llegado a 15, si la alianza del socialismo con el independentismo, única opción que ofrecen los resultados electorales, continúa implementando la hoja de ruta de Puigdemont y Junqueras.

En este momento, y si nos atenemos a los pronunciamientos de las tres principales fuerzas con posibilidad de decisión, lo más probable es que estemos abocados a un nuevo proceso electoral en Cataluña. Ello plantearía la duda de si los resultados serían sustancialmente distintos a los del pasado domingo. En esta tesitura, casi con toda seguridad, asistiríamos a un reagrupamiento de Junts , ERC y la CUP en una candidatura única que les permita recuperar la mayoría absoluta soberanista. No es descartable que el independentismo active nuevos tsunamis para crear el clima propicio que le permita recuperar el brillo perdido en los últimos años.

Así pues, quienes ven en el ascenso socialista y de los populares un triunfo de las posiciones constitucionalistas deberían atemperar su optimismo. Lo mismo que quienes consideran finiquitado el 'procés' o fenecido el independentismo.

Exagera el presidente Sánchez cuando se jacta de haber vencido al independentismo. A no ser que vencerle sea darle todo lo que pide y ser rehén de su chantaje. El apetito del león independentista es insaciable y no parece que la mejor opción de saciar su hambre sea dejarse comer. Los socialistas necesitan a Puigdemont y a Junqueras para gobernar en Cataluña y para continuar al frente del Gobierno de España. La aritmética electoral no ofrece otra opción en Cataluña. A nivel nacional, los números sí que posibilitarían un acuerdo de los dos grandes partidos: Partido Popular y Partido Socialista, pero ya sabemos que Sánchez tiene trazada una gruesa línea roja que impide tal posibilidad.

Se equivocan también quienes consideran que el 'procés' ha muerto poniendo sus deseos por delante de la realidad. La agenda independentista tiene una vigencia de más de 40 años, y no se va a detener por el resultado de unos comicios. Tal vez asistamos a una reorganización de plazos en el calendario estratégico de los Puigdemont y los Junqueras, pero si algo han demostrado es que no van a renunciar a sus objetivos máximos, ni acomodarse en formulas confederales, por otra parte profundamente insolidarias con el conjunto de España y rupturistas de la cohesión nacional y del consenso constitucional.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se encuentra en una situación complicada, aunque dada su capacidad de buscar soluciones creativas no hay que descartar un nuevo conejo de su ya desgastada chistera. Si consiente que Illa sea presidente de la Generalitat se arriesga a perder el Gobierno de España. No sería descartable que consiguiera imponer a Illa a cambio de un referéndum independentista. Si por el contrario, cede a las pretensiones de Puigdemont, aparecerá como el que siempre ha sido, el muñidor incansable por conservar su poder personal al margen de cualquier otra consideración. Algo así tendría, creo, un efecto demoledor en su propio partido y arruinaría las posibilidades de futuro del Partido Socialista de Cataluña, cuyos votantes se preguntarían para qué vale ser mayoría si luego gobiernan los de siempre.

Por lo tanto, seguimos como antes del domingo: el único “puto amo”, que diría Oscar Puente, sigue siendo Puigdemont. Desde el punto de vista teórico existiría otra posibilidad, digo teórico porque aunque los números lo permitan comprendo que es impensable: sería un entendimiento PSC, PP y Vox que suman 68 parlamentarios. Ya sé que es impensable un entendimiento de los socialistas con Vox, pero el solo planteamiento teórico nos lleva a una reflexión: si hay una repetición de elecciones la única posibilidad de romper la hegemonía política del independentismo es crear la posibilidad, digo la posibilidad, de una propuesta constitucionalista, y para conseguir la fórmula considero que VOX debe salir de la ecuación.

José Ramón Ganuza Sancho. Periodista

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José Ramón Ganuza