Salimos 19 de abril porque nuestra casa se abrasa – Juventud Por El Clima

Compatibilità
Salva(0)
Condividi

Convocamos un día global de acciones por el clima el 19 de abril. Lo hacemos, porque nuestro futuro se seca y nuestro territorio está en llamas. El 75% de nuestro territorio está en riesgo de desertificación. El año pasado fue el segundo más cálido de la historia de España, solo por detrás de 2022. Año tras año se baten récords, pero no se toman suficientes medidas.

Tenemos claro que sin agua, no hay vida. Es vital una buena gestión del agua, porque es un bien cada vez más escaso. El clima del sureste de la Península Ibérica se caracteriza por la escasez e irregularidad de sus precipitaciones, y se ve agravado por el cambio climático, la erosión, la contaminación y la propia planificación hidrológica. Los suelos áridos no absorben agua, aunque llueva.

Salimos a las calles porque vemos que el agua ya no llega a todos los hogares. Casi 12 millones de personas sufren algún tipo de restricción en su uso. Los gobernantes nos imponen cortes a la ciudadanía, en lugar de señalar a los verdaderos culpables. Mientras las duchas no pueden durar más de 3 minutos, en el sur cada vez hay más campos de golf que derrochan. No es forma de gestionar la sequía. 

Tenemos que recordar que los hogares no son los grandes consumidores de agua. La responsabilidad es de las grandes industrias y corporaciones. Hacen falta cambios que tengan en cuenta a las personas que trabajan la tierra de cerca. Frente a la agroindustria, cambios que lleven a un modelo de agricultura compatible con la vida. Por eso, no nos extraña ver cómo se llenan las calles de agricultoras y agricultores, que pierden las cosechas y se sienten desamparados, sin una administración que ponga el acceso al agua y a la alimentación en el centro. Nos plantamos ante esta situación y exigimos una transición ecológica justa, que no deje a nadie atrás

Lo que necesitamos son medidas, basadas en la ciencia con participación ciudadana, que vayan a las causas de la crisis climática e hídrica que estamos viviendo. Hay que desarrollar planes de adaptación reales que permitan que continuemos con las necesidades básicas que sostienen la vida y que afronten la crisis climática que vivimos.

Cuando hablamos de adaptación, hablamos de ciudades en las que podamos vivir en verano. Hablamos de salir a la calle en Madrid, Sevilla o Toledo y poder andar a la sombra. Se trata de que no se talen árboles, de que se aislen las viviendas y los edificios públicos, para poder soportar las altas temperaturas. Hablamos de que se respeten los derechos de las estudiantes y trabajadoras. Estamos hartas de hacer exámenes mientras nos está a punto de dar un golpe de calor. En definitiva, estamos viviendo una crisis de escala planetaria, que no podemos ignorar y nuestras ciudades se deben adaptar para que podamos seguir viviendo en ellas.

Cuando hablamos de adaptación, hablamos de que las ciudades sean para sus habitantes. Estamos cansadas de ver cómo olas de turismo masificado inundan nuestras cosas todos los veranos. Los cruceros contaminantes atracan en las costas, por ejemplo, consumiendo una media de 628.000 litros de agua por cada amarre en Palma. Se promueve el crecimiento urbanístico desproporcionado en zonas de alta densidad poblacional. Casas con piscina privada, por supuesto. El turista promedio de sol y playa consume el doble o triple de agua que un residente y el turista de lujo de 5 a 8 veces más que un residente, ¿dónde quedan las necesidades de las habitantes de las ciudades? Debe priorizarse el bienestar de la población, frente a lujos innecesarios.

También luchamos por la defensa de la biodiversidad. Las políticas ecocidas son responsables de la disminución de especies que habitan cónclaves históricos para la fauna y la flora, como lo es Doñana o el Mar Menor. Doñana se seca, mientras el agua se dedica a cultivos de regadío. Esto no es más que otra muestra del mal estado en el que se encuentra el agua subterránea de España por sobreexplotación y contaminación. Debemos mejorar su conservación si queremos que tenga futuro.

Nuestros recursos deben ir dedicados a afrontar la crisis climática. No permitiremos que se subvencionen los combustibles fósiles y se siga promoviendo el caos climático, mientras no tengamos agua.

Sobre todo, queremos dejar claro, una vez más, que la sequía y la crisis climática, no nos afectan a todas por igual. La pobreza energética en verano afecta de manera desproporcionada a las más vulnerabilizadas. Cuando se producen olas de calor, son las personas racializadas, las desempleadas, las personas mayores, con problemas de salud, las mujeres, las que suelen vivir en las viviendas más degradadas, mal aisladas y sin posibilidad de refrigeración. Imagina vivir un día de calor de 47º sin aire acondicionado. Es una realidad que debemos afrontar. Esto es algo que no conoce fronteras, queremos aprovechar para resaltar la necesidad de agua en todas las partes del mundo, subrayando en zonas como Gaza.

En definitiva, el agua debe llegar a todas las personas. Y los gobernantes deben asegurar que eso ocurra. Exigimos un cambio de modelo agroalimentario, así como una mejor gestión del agua, poniendo el foco en ecosistemas como Doñana. Para poder afrontar esta emergencia, es imperante dedicar recursos en planes de adaptación locales (en lugar de subvencionar los combustibles fósiles), que tengan un enfoque global y nos permitan seguir habitando nuestras ciudades y pueblos.

Una vez más, salimos a las calles porque nuestra casa, se abrasa

Recapiti
Sofía