Cuando hace casi 25 años un ovetense llamado Ramón Melendi Espina formó con sus amigos el grupo ‘El bosque de Sherwood’ no debió ver, ni de lejos, que su camino en el mundo de la música le iba a llevar a meter en sus conciertos a gente desde la adolescencia a la plena madurez, gente que le sigue allá donde vaya, como esta noche en Sevilla.
Melendi se ha plantado esta noche en el escenario de la Plaza de España de Sevilla en el marco del Icónica Santa Lucía Sevilla Fest, un festival en el que, para hacerse una idea del “sold out” que ha provocado, hay que señalar que la cola para entrar en el recinto daba la vuelta al parque de María Luisa sevillano. Por hacer el símil que todo el mundo entiende, la cola daría la vuelta dos veces a un estadio de fútbol.
Viene bien la comparación porque el ahora cantante iba para futbolista en su Real Oviedo de su alma, pero cambió el Carlos Tartiere por estadios de toda España, y el cambio, vistas sus estadísticas de ventas físicas y de descargas en plataformas, le salió de cine.
Un directo cuidado
A sus 45 años, el artista ha madurado y su audiencia ha crecido con él. Por encima de otros conceptos a analizar al verle en directo, la sensación que transmite es que cuida lo que ofrece, con una decena de músicos en el escenario para que todo sea un directo puro, desde que en las pantallas se le ve al son de la música que Monty Norman, nacido Monty Noserovitch, creó para la cabeceras de las películas de 007, aunque el asturiano cambia en esa cabecera la clásica pistola PPK de James Bond por un cigarrillo.
“Ha roto aguas mi genio / estoy pariendo una idea / nervioso del pensamiento / en la salita de espera”, canta Melendi para presentarse en Sevilla con su canción ‘El parto’, coreada por miles de gargantas móviles en mano, grabando a su artista para no se sabe muy bien qué en lugar de disfrutar de él y su directo en plenitud.
“Gracias a los padres y abuelos”
Puede que Melendi sea uno de los artistas que más habla con su público durante un concierto, o puede que estemos demasiado acostumbrados a esos directos en los que los solistas o grupos sueltan el repertorio que han preparado y se van para casa. De hecho, no sigue el orden de las 24 canciones que, oficialmente, proporciona a la organización como listado de los temas del concierto, como si fuese madurando el ambiente según pasan los minutos para ir regalando su música en función de la temperatura musical exterior.
En su labor de cuidar de su gente pide que se enciendan los focos que apuntan al público, “porque quiero verle la cara a las personas”, y afirma que “para nosotros es la leche estar cumpliendo veinte años y ver caras de gente tan joven, que cuando empecé no tenían ni edad de cantar”.
A los padres y abuelos de esos fans que hace 20 años andaban por el jardín de infancia ha agradecido su “labor de campo”, y a ellos ha dedicado “la canción con la que empezó todo”: “Porque te quiero como el mar / quiere a un pez que nada dentro”, canta, y la Plaza de España sevillana baila, y luego entonan juntos la balada ‘Llueve’. No ha pasado ni media hora de concierto y la comunión Melendi-gente es ya incombustible.
Y así transcurre la noche y va entregando al aire sevillano ‘Loco’, ‘Violinista en el tejado’, Tocado y hundido’ y una amalgama con todas las canciones que, más o menos conocidas, han ido dibujando la historia musical de este artista, del que la única duda pasa por aclarar si ha llegado a punto álgido de madurez absoluta o tiene todavía capacidad de seguir evolucionando a la hora de crear e interpretar. EFE
Fermín Cabanillas