Contemplar a Dios es hablar con Dios. Y a esta vocación orante es a la que entregan su vida las monjas y monjes de clausura, 7.906 según los datos de la Memoria anual de actividades de la Iglesia Católica en España 2022. Su hogar, 712 monasterios.
La vida consagrada es testimonio de entrega desinteresada y amor al prójimo. Decir Sí a la vida consagrada es decir Sí a una vida al servicio de Dios y también al servicio de los demás. Su ejemplo inspira a vivir con compromiso y generosidad.
La oración y la contemplación son fundamentales para el crecimiento espiritual de la Iglesia. Y son una fuente inagotable de amor y esperanza para un mundo que tanto lo necesita. Porque la vida consagrada también aporta a los desafíos contemporáneos, buscando nuevas formas de responder a las necesidades emergentes de la sociedad y adaptando sus carismas fundacionales a los tiempos actuales.
Fray José Luis, Sor María Rosa, la Madre Dolores y la Madre Elsa Campa han dicho Sí a esta opción de vida porque “es el Señor el que llama, el que pide y el que da la fuerza cada día«. Aunque están dentro del monasterio, «estamos con el mundo y por el mundo«.
Al otro lado de los muros, hay laicos comprometidos que ayudan a que las religiosas puedan tener cubiertas las necesidades básicas de la vida cotidiana. Este es el objetivo de la Asociación “Amigos de los conventos de Toledo”.
En la «La Iglesia en 12 semanas», Vida contemplativa
Vivimos un mundo lleno de ruido. Gente que corre de un lugar para otro, siempre con prisas, siempre tarde. Pero en este mundo, también existe un lugar donde la paz y el silencio son una forma de vida.
Los monasterios de clausura, hogar de monjas y monjes contemplativos, son espacios privilegiados para la oración y reflexión.
Estos hombres y mujeres dedican sus vidas a la contemplación del rostro de Dios, pasando gran parte de su tiempo en oración, meditación y estudio.
Además de sus oraciones, su labor diaria incluye el trabajo manual, que realizan con amor y dedicación, ofreciendo cada tarea como una forma de servicio a Dios y al lugar en el que viven.
Su vida está marcada por la simplicidad y la entrega generosa a Dios, renunciando a las distracciones del mundo exterior para centrarse en su relación con Él.
A través de la lectura espiritual y la escritura, enriquecen su fe y comparten su sabiduría con el resto del mundo.
Su existencia, aunque silenciosa y apartada, es un faro de luz y esperanza. Sus oraciones diarias son un punto de apoyo fundamental para la misión de la Iglesia y de los cristianos.
En la quietud de sus monasterios, los monjes y monjas de clausura interceden por el mundo, ofreciendo cada momento de su día como un acto de amor y servicio a Dios y a toda la humanidad.
En su retiro, encuentran la paz verdadera y nos recuerdan que, en el silencio, también se escucha la voz de Dios.
La Vida contemplativa, un regalo de Dios para la Iglesia y para el mundo.
20/06/2024