El funcionamiento de los radares es detectar la velocidad a la que un conductor va en un determinado tramo de carretera, para así saber si está cumpliendo con el límite de velocidad estipulado por la señalética de la zona y promover un estilo de conducción seguro.
Por desgracia, este tipo de medidas son la única solución para que algunos usuarios respeten dichas señaléticas, por eso es que, con las nuevas normativas, los parámetros pretenden ser más estrictos y dejar menos margen de libertad.
Hasta ahora, los radares fijos y de tramo permitían que se superase un margen de máximo 5km/h en velocidades inferiores a 100kmh, y un margen de error del 5% en velocidades superiores a esta.
Por otro lado, los radares móviles permitían un margen de 7 km/h para velocidades inferiores a los 100 km/h y un 7% para cuando la superaran.