Tema
Cuatro años después del COVID-19, América Latina afronta una nueva crisis sanitaria –el dengue– de menor magnitud, extensión y peligrosidad, pero que muestra la persistencia de antiguos problemas estructurales regionales no resueltos y acumulados desde 2020.
Resumen
La lucha contra el dengue, como contra cualquier otra epidemia, obliga a los gobiernos latinoamericanos a desplegar distintas políticas públicas, en alianza con el sector privado, para mejorar la infraestructura física (mejoras habitacionales y urbanas), las condiciones sociales (reducción de la pobreza), la inversión en educación ciudadana y el diseño de un modelo de prevención sanitaria a escala regional. De contarse con estructuras e instituciones eficientes de integración regional la lucha sería más eficaz. Por eso, pese a existir la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la prevención del dengue conllevaría la creación de una plataforma institucional a través de la cual los países latinoamericanos puedan colaborar, cooperar y coordinarse para controlar los distintos brotes de la enfermedad, algo por ahora bastante inexistente. Este es un extremo que la experiencia del COVID-19 no sirvió para impulsar.
Análisis
Cuatro años después de la crisis del COVID-19 (2020-2021), América Latina vuelve a afrontar una nueva crisis sanitaria, el dengue, de menor magnitud, extensión y peligrosidad que la anterior pandemia, pero que pone en evidencia distintos problemas no resueltos y acumulados desde 2020. La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe al dengue como una infección vírica transmitida por la picadura de un mosquito (Aedes aegypti), aunque hay una serie de causas estructurales que favorecen su propagación.
El dengue suele ser más frecuente en las regiones tropicales y subtropicales. La mayoría de las personas que lo contraen son asintomáticas y mejoran en una o dos semanas, sin embargo, en los casos más graves puede necesitarse atención hospitalaria o incluso puede ser mortal. El dengue supone un nuevo reto regional, como fue el COVID-19 en 2020. La revista Nature señala que la situación empeorará en los próximos años y para 2039 la infección se extenderá a casi la totalidad de Brasil y México, los dos mayores países de América Latina.
Para que los países latinoamericanos puedan combatir de forma más eficaz al virus y las causas estructurales que favorecen su expansión sería necesaria una mayor coordinación, cooperación y colaboración intergubernamental a escala regional. Así, se podría elaborar un protocolo de lucha contra la pandemia, en sus diversos niveles, incluyendo el impulso de alianzas público-privadas. Según la OPS, la incidencia acumulada hasta mayo de 2024 era de 776 casos por 100.000 habitantes, una cifra muy superior a la de otros años. De hecho, ha habido un incremento del 243% en comparación al mismo periodo de 2023 y del 445% respecto al promedio de los últimos cinco años. En 2023 se produjo la mayor cantidad de casos de dengue en América Latina, con más de 4,5 millones de nuevos contagios. La situación empeoró en 2024 y en junio ya se superaban los nueve millones de casos. Sin embargo, no se trata de un fenómeno circunscrito a América Latina y es cada vez más un fenómeno mundial. Según la OMS, en los cuatro primeros meses de 2024 ha habido en todo el mundo dos millones de casos más que en todo 2023
Figura 1. Casos acumulados de dengue en América Latina y el Caribe (mn)*
1. La geografía del dengue en América Latina
Los brotes de dengue solían producirse entre tres y cinco años después de la última epidemia, aunque en los últimos años su recurrencia se ha intensificado. Los meses de verano son los más idóneos para la extensión de la enfermedad, debido al calor y a la humedad en época de lluvias, que favorecen la reproducción de los mosquitos y la propagación de la afección. Sin embargo, recientemente los efectos del cambio climático y las altas temperaturas han favorecido su transmisión.
En 2024, el dengue se ha transformado en un desafío regional que en poco tiempo podría convertirse en un problema estructural. En esta oportunidad, el actual brote comenzó en el verano austral, en el Cono Sur, para luego extenderse a través de los Andes. Todo apunta a que en el verano del hemisferio norte el virus se reactivará en México y habrá un incremento de su incidencia en América Central, donde ya es alta.
Figura 2. Incidencia del dengue en América Latina por subregiones
Subregión | Incremento con respecto a 2023 | País más afectado |
---|---|---|
América Central y México | 92% más respecto al mismo periodo de 2023 y 155% sobre el promedio de los últimos cinco años | México creció un 241% respecto a 2023 y un 357% respecto a los cinco años anteriores |
Caribe | 469% más sobre 2023 y 552% respecto al promedio de los últimos cinco años | República Dominicana creció un 442% respecto a 2023 y un 320% respecto a los cinco años anteriores |
Región andina | 37% respecto a 2023 y 211% más del promedio de los últimos cinco años | Perú creció un 376% respecto a los cinco años anteriores |
Cono Sur | La región que más casos notificó: 244% respecto al mismo periodo de 2023 y 422% respecto al promedio de los últimos cinco años | Argentina, más de 1.387% respecto a los cinco años anteriores |
Hasta ahora, la mayor incidencia ha ocurrido en el Cono Sur, especialmente en Brasil, que se enfrenta a la peor epidemia de dengue de su historia. El Ministerio de Salud brasileño confirmó a finales de mayo que se habían superado los cinco millones de casos. El pico máximo anterior se registró en 2015, con 1.680.000 casos. La cifra es récord desde 2.000, cuando se inició la serie histórica. Desde comienzos de 2024 se acumulan más de 2.800 fallecimientos. Los restantes países del Cono Sur también vivían la peor pandemia de dengue de su historia y en marzo pasado, Brasil, Argentina y Paraguay concentraban el 85% de los casos de dengue en toda la región. En junio de 2024, Argentina acumulaba más de 520.000 casos, con 366 fallecidos. En comparación interanual, el brote es 3,26 veces mayor que el de 2023. Uruguay, un país menos afectado, también marcaba un récord en junio: 1.090 contagios en todo el país. Por su parte Paraguay superaba los 46.000 casos y los 120 fallecidos.
Desde el segundo trimestre de 2024, el dengue se reactivó en la zona andina, especialmente en Bolivia, con la preponderancia de los departamentos amazónicos, comenzando por Cochabamba. En Perú, el gobierno de la presidenta Dina Boluarte aprobó en abril un “decreto de emergencia” con medidas económicas extraordinarias para reforzar el plan que debía contrarrestar el brote. Hasta ese momento, se habían registrado 117 muertes en comparación con las 33 del mismo período de 2023. Los casos sospechosos también se triplicaron hasta llegar a los 236.314 en mayo, 251% más que el año anterior. En Ecuador, de enero a mayo de 2024, hubo más de 27.000 contagios, casi la misma cifra que en todo 2023 (27.838 casos). Colombia pasó de 131.784 casos en 2023 a 147.136 entre enero y mayo de 2024. En Chile, cuyas condiciones climáticas son diferentes, los casos de dengue empezaron más tarde, siendo todos importados.
La enfermedad se ha expandido en ese mismo periodo fuera del Cono Sur, especialmente en América Central. Pese a que la época de mayor incidencia del dengue es el periodo de final de año, las autoridades de Guatemala declararon en abril la emergencia sanitaria a nivel nacional por la epidemia, que había provocado 12 muertes y más de 17.000 casos en lo que iba de año. Los casos de dengue eran 4,9 más que los registrados en 2023. Honduras declaró en junio la emergencia sanitaria nacional tras un aumento de las hospitalizaciones y muertes por dengue, mientras Panamá acumulaba más de 5.000 casos.
En la segunda mitad de 2024 se espera que el virus se expanda en México, América Central y el Caribe, coincidiendo con el verano. Estos países se enfrentan al inicio de la temporada de mayor circulación del dengue, impulsada por el calor y las lluvias, que favorecen su propagación. Sus efectos se están viendo desde comienzos del año. En 2024, había en México 5.439 casos, cinco veces más que en el mismo período del año anterior, cuando no superó los 1.000. Los casos de dengue aumentaron en México un 468% anual, hasta más de 65.000. Hasta el 31 de mayo, República Dominicana contabilizó 7.574 casos. En 2023, el Ministerio de Salud confirmó 27.972 casos más que en 2022.
Figura 3. Declaración del estado de emergencia
País | Declaración estado de emergencia |
---|---|
Argentina | Noviembre de 2023 |
Paraguay | Noviembre de 2023 |
Brasil | Enero 2024 |
Perú | Febrero de 2024 |
Guatemala | Marzo de 2024 |
Bolivia | Abril de 2024 (Cochabamba) |
Colombia | Mayo de 2024 |
Honduras | Junio de 2024 |
2. Los esfuerzos para frenar el dengue
Los gobiernos tienen pocas soluciones disponibles a corto plazo en la lucha contra el dengue. Su propagación responde a factores ambientales que propician su expansión y escapan de su competencia directa, como el aumento de las temperaturas y los eventos climáticos extremos, además de El Niño y su secuela de aumento de la temperatura y sequía. El cambio climático es una de sus causas evidentes. Cuanto mayor es la temperatura, más rápido se desarrollan los mosquitos y, a mayor cantidad de lluvia, más criaderos. En los últimos años ha habido un claro aumento de la temperatura y una variación en los ciclos de precipitaciones.
Sin embargo, en otros aspectos las políticas públicas son decisivas: inversión en investigación (vacunas y clonación de los mosquitos) y formación del capital humano (médicos, personal de enfermería y sanitario). También se debería apostar por mejorar la coordinación regional, aunque la falta de estructuras e instituciones de integración regional es un obstáculo importante que frena la introducción de mejoras y buenas prácticas en la lucha contra la pandemia.
3. Investigación
La clave para combatir una pandemia es la investigación y un esfuerzo regional coordinado en investigación ahorraría costes, aceleraría los resultados y los tiempos de reacción. De hecho, mancomunar esfuerzos académicos y de investigación con políticas públicas regionales aumentaría los éxitos en la lucha contra la epidemia. Ya hay avances científicos a escala local, pero faltan iniciativas coordinadas para obtener efectos a escala regional. Un grupo de investigadores brasileños ha puesto en marcha un método para luchar contra el mosquito transmisor del dengue: utiliza al mismo insecto como caballo de Troya para diseminar un larvicida. Es una técnica desarrollada por el Instituto público Fiocruz, que consiste en llenar de agua un recipiente con una tela impregnada de larvicida. Y si bien ésta no elimina los mosquitos, acaba con las larvas de los criaderos. En Perú, han creado un “animalito artificial” en forma de sapo, que con sus movimientos espanta el insecto que no desova.
Al igual que con el COVID-19, la región no sólo va rezagada en investigación, sino que también actúa descoordinadamente en lo relativo a las vacunas. Durante la pandemia del COVID-19 la atomización existente provocó gran diversidad en los acuerdos alcanzados con los diversos laboratorios y países. El ritmo de negociación fue diferente, al igual que el comienzo de la vacunación. En América Latina la vacunación fue más lenta y heterogénea que en Europa. Algunos, pocos, países comenzaron el proceso en enero de 2021. A mediados de ese mes México, Chile, Costa Rica y Argentina ya llevaban un tiempo vacunando, pero otros países (Uruguay, Paraguay y Guatemala) aún no habían firmado acuerdo alguno con ningún laboratorio o bien empezaron a hacerlo en la segunda mitad del mes (Brasil y Panamá).
En el caso del dengue, en octubre de 2023, la OMS recomendó el uso de la vacuna TAK-003, fabricada por la farmacéutica japonesa Takeda. La vacuna está basada en una versión debilitada del virus causante del dengue. En mayo de este año, la OMS había precalificado la misma vacuna, un proceso que evalúa la calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos. Fue la segunda vacuna precalificada por la OMS, que recomienda administrarla en niños de 6 a 16 años en entornos de alta carga de dengue y alta intensidad de transmisión.
Pese a todo, la región sigue actuando de un modo muy descoordinado. Sólo ha sido aprobada en Brasil, Argentina y Colombia y está siendo sometida a revisión regulatoria en otros países, incluyendo México. Únicamente Brasil desarrolló un plan piloto de vacunación para tres millones de personas con Qdenga, de la farmacéutica Takeda. Mientras tanto, Paraguay sigue aguardando más resultados experimentales. En Bolivia, el Ministerio de Salud no recomienda su aplicación y en Argentina el Ministerio de Salud difundió un comunicado desestimando su uso obligatorio pese a reconocerse su seguridad en abril de 2023, pero no hay consenso para incluirla en el calendario nacional de vacunación.
4. Inversión en capital humano y físico
Una causa de la expansión del virus es la pobreza, junto con las malas condiciones de habitabilidad y salubridad, así como las deficientes infraestructuras físicas que afectan a muchas ciudades latinoamericanas. El rápido crecimiento demográfico y la urbanización no planificada y acelerada desempeñan un papel crucial en el aumento de los casos de dengue. La retroalimentación de las precarias condiciones de vida, con insuficientes servicios de agua potable y saneamiento agudizan el problema y crean un entorno favorable para la proliferación de los mosquitos.
En el siglo XX, América Latina se urbanizó rápidamente. Entre 1970 y 2000 la población urbana aumentó en un 240%. Hoy, más del 80% de sus habitantes viven en ciudades y, hacia 2040, la cifra se incrementaría al 85%. El crecimiento urbano acelerado, sin una planificación integral, ha provocado que las ciudades afronten graves problemas de habitabilidad y sostenibilidad. También sobresale un conjunto de hechos que ayudan a propagar el dengue, como la proliferación de infraviviendas, los asentamientos precarios, la ocupación ilegal de tierras marginales, los mayores costes económicos y sociales para acceder a infraestructuras básicas y a bienes y servicios urbanos de calidad.
Estas características de la urbanización latinoamericanas favorecen la extensión de las pandemias. Las urbes medianas y grandes se convierten en epicentro de masivos flujos demográficos. Los trayectos prolongados en medios públicos de locomoción abarrotados (autobuses, trenes y metros) facilitan los contagios. Algo similar ocurre con la vivienda, donde la coexistencia de tres o más generaciones en una misma morada, incluso en una misma habitación, complica las cosas aún más. La región tiene un gran déficit habitacional. Una de cada tres familias, 59 millones de personas, habita en viviendas inadecuadas, construidas con materiales precarios o carentes de servicios básicos. Casi dos de los tres millones de familias que se forman cada año se ven obligadas a instalarse en viviendas informales debido a la oferta insuficiente de viviendas adecuadas y asequibles. El déficit ha aumentado sistemáticamente desde 1990.
La desigualdad acecha a las ciudades latinoamericanas. Ésta se manifiesta en la distribución del ingreso, pero también en el hábitat y en el acceso a bienes y servicios (educación, salud, sistemas crediticios, etc.). El porcentaje de pobreza extrema en 2023 era del 6,2% de la población, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la pobre