La geopolítica del desplazamiento de la demanda energética mundial - Real Instituto Elcano

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Tema
La demanda energética mundial se desplazará hacia los países en desarrollo en las próximas décadas. En este análisis se examinan las implicaciones para los mercados energéticos, las relaciones comerciales, las políticas de seguridad energética y las estrategias industriales de tres regiones: el sur global, el norte global y los países exportadores de combustibles fósiles.

Resumen
En el presente análisis se examinan las implicaciones geopolíticas de la “otra” transición energética, es decir, del desplazamiento lento pero seguro de la demanda energética mundial en las próximas décadas desde los mercados tradicionales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) hasta los países en desarrollo. Se presenta un estudio piloto cuyo objetivo consiste en llamar la atención y suscitar un debate sobre el tema. El análisis gira en torno a las implicaciones para los sistemas energéticos, las cuotas de mercado y las dependencias comerciales, por un lado, y las políticas de seguridad energética y las estrategias industriales, por el otro. Se hace hincapié en las repercusiones para el sur global y en las relaciones entre las tres regiones: el sur global (América Latina, África Subsahariana, India y Sudeste Asiático), el norte global (países de la OCDE y China) y los exportadores de combustibles fósiles (Oriente Medio, África del Norte, Rusia, Asia Central y región del Caspio). Gracias a la aplicación de un enfoque paso a paso y al uso de entrevistas semiestructuradas, el análisis llega a la conclusión de que el factor principal a la hora de predecir las implicaciones es el modo en el que decidan satisfacer los países del sur global su nueva demanda; además, las personas entrevistadas creen que el sur global recurrirá a los combustibles fósiles a corto plazo, pero que sin duda caminarán después a un ritmo lento pero seguro hacia las energías renovables con el paso del tiempo. En ese sentido, es posible que el crecimiento de la demanda genere una nueva competición por el sur global entre el norte global (como exportadores de tecnologías limpias) y los exportadores actuales de gas y petróleo. Además, el auge de la demanda podría generar más fricciones entre el sur global y el norte global en torno a la ubicación del procesamiento de materiales y la financiación de la lucha contra el cambio climático. El sur global y los exportadores de gas y petróleo serían socios naturales en los próximos años, con el riesgo consiguiente de permanencia anquilosada de los combustibles fósiles. La creciente rivalidad entre las grandes potencias se suma a la urgencia climática para politizar las relaciones energéticas, aunque también proporciona nuevas vías de cooperación.

Análisis

1. La otra transición energética

El término “transición energética” se suele asociar a cambios en el suministro energético, sobre todo a la transición hacia las energías renovables y otras opciones de descarbonización. No obstante, existe otra transición en marcha: la demanda energética mundial se está desplazando de un modo lento pero seguro desde los mercados tradicionales de la OCDE hacia los países en desarrollo. Mientras que en Estados Unidos (EEUU), Europa, Japón e incluso Rusia cabe esperar un estancamiento o incluso una caída de la demanda energética, todo apunta a un crecimiento considerable del consumo energético en América Latina, África Subsahariana, Oriente Medio y África del Norte, China, la India y el Sudeste Asiático en las próximas décadas, tanto en demanda absoluta como en proporción del consumo mundial (WEC 2019, 57; AIE 2017, 65; AIE 2018, 40; EIA 2019, 23, 25).

Este cambio en la demanda energética mundial plantea interrogantes para la geopolítica de la energía. ¿Se intensificará la pugna por acceder al petróleo y al gas natural o se logrará satisfacer la demanda con energías renovables? ¿Cómo afectará la posición de los países del sur global, del norte global y de las regiones exportadoras de gas y petróleo a los mercados y los flujos comerciales de la energía a nivel mundial? Por último, ¿hasta qué punto cambiará esta situación los planteamientos de seguridad energética y las estrategias industriales, en un ambiente de mayor rivalidad entre las grandes potencias y la urgencia de la lucha contra el cambio climático?

En el presente documento se examinan las implicaciones geopolíticas de esta “otra” transición energética, es decir, del desplazamiento lento pero seguro de la demanda energética mundial desde los mercados tradicionales hasta los países en desarrollo en las próximas décadas. El estudio gira en torno a las implicaciones para los sistemas energéticos, las cuotas de mercado y las dependencias comerciales, por un lado, y las políticas de seguridad energética y las estrategias industriales, por el otro. Se hace hincapié en las repercusiones en el sur global y en las relaciones entre tres regiones: el sur global, el norte global y los exportadores de combustibles fósiles. Este análisis presenta un estudio piloto para explorar las oportunidades y los retos en potencia para la política de seguridad energética de esas tres regiones. El objetivo consiste en llamar la atención sobre este tema y suscitar el debate correspondiente.

Comenzaremos detallando la tendencia de la demanda energética mundial e indicando la estructura que daremos a nuestro debate. A continuación, señalaremos las principales implicaciones previstas para los sistemas energéticos, la seguridad energética y las estrategias industriales, a partir de las entrevistas realizadas. Terminaremos presentando nuestras conclusiones para la política de seguridad energética.

Se prevé que la demanda energética mundial crecerá un 50% desde 600.000 billones de unidades térmicas británicas (BTU) a aproximadamente 900.000 billones entre 2020 y 2050 (EIA 2019). La mayor parte de este crecimiento de la demanda se espera que ocurra en los países en desarrollo, a partir de una combinación de crecimiento económico y crecimiento demográfico (AIE 2018, 40), mientras que en los mercados de la OCDE y en Rusia se prevé que los niveles de consumo actuales se mantendrán estables o sufrirán un leve descenso (Figura 1). En líneas generales, “se prevé que un 70% de la demanda energética del futuro provendrá de países ajenos a la OCDE en 2040” (Goldthau et al. 2020, 319). Por lo tanto, este cambio se produce más por el crecimiento de unos que por el declive de otros.

Figura 1. Cambio previsto en la demanda energética mundial hasta 2040

Fuente: energypedia (consultado en enero de 2024, basado en datos de AIE 2017).

El cambio previsto en la demanda energética mundial se ha logrado constatar con claridad (WEC 2019, 57; AIE 2017, 65; AIE 2018, 40; AIE 2019, 40; EIA 2019; EIA 2019, 23, 25; EIA 2021, 7), pero sus implicaciones geopolíticas no se han estudiado mucho hasta el momento. Por un lado, la bibliografía sobre la geopolítica energética suele versar sobre los cambios en el suministro energético, es decir, en las tecnologías, no en la demanda. La atención tiende a centrarse en garantizar el acceso al petróleo y al gas natural y en las alteraciones de la oferta y las políticas de diversificación correspondientes. En los últimos años, se ha puesto el foco en la transición hacia las energías renovables (por ej., Scholten y Bosman 2016; Scholten et al. 2020; Vakulchuk et al. 2020; IRENA 2019; Goldthau et al. 2019; Hafner y Tagliapietra 2020). Por otra parte, en lo referente a la energía en los países en desarrollo, la atención del mundo académico suele centrarse en la materialización de la transición energética, el destino de las naciones petrolíferas, el acceso y la justicia energética y, por último, el papel de la energía en el desarrollo económico en líneas generales (Goldthau et al. 2020; Apfel et al. 2021). La mayor parte de las investigaciones se centran en cómo se pueden desarrollar estos países en el plano industrial cuando carecen de los medios para hacerlo de forma sostenible. Una excepción destacada es el ascenso de China, y en menor medida el de la India, que ha atraído la atención de quienes estudian la geopolítica de la energía.

Para explorar las implicaciones geopolíticas más probables del desplazamiento de la demanda mundial, seguimos el marco analítico planteado por Scholten (2018, 2023) como estructura para nuestro debate. En consecuencia, el análisis de las implicaciones del desplazamiento de la demanda mundial se dividirá en cuatro etapas: (a) las fuentes de energía y los sistemas energéticos; (b) los mercados y el comercio de la energía; (c) la seguridad energética y la estrategia industrial; y (d) por último, los factores contextuales que podrían influir en las implicaciones geopolíticas previstas para este desplazamiento de la demanda. En todas estas fases, prestaremos atención a las repercusiones en el sur global, ya que ahí será donde más crecerá la demanda, y en las relaciones entre tres regiones: (a) el sur global, definido como América Latina, África Subsahariana, la India y el Sudeste Asiático; (b) el norte global, definido como los países de la OCDE y China;[1] y (c) los exportadores de combustibles fósiles, definidos como Oriente Medio y África del Norte (MENA), Rusia y la región de Asia Central y el Caspio. Se ha optado por esta división en tres regiones para capturar mejor la dinámica futura de la energía mundial entre países o regiones con distintas consideraciones en cuanto a seguridad energética y estrategia industrial.[2]

Por lo que respecta a los métodos, las previsiones se extraen de nueve entrevistas semiestructuradas en torno a cuaro preguntas principales que siguen las fases del marco seleccionado.[3] Las personas anónimas entrevistadas son 14 especialistas de instituciones académicas y grupos de reflexión de todo el mundo que estudian la geopolítica energética o la energía en el sur global. Se transcribieron las respuestas resumidas y se enviaron a las personas entrevistadas para que les diesen el visto bueno. Salvo indicación en contrario, la información contenida en las próximas secciones se puede atribuir de manera colectiva a las personas entrevistadas.

3. La geopolítica del desplazamiento de la demanda energética mundial

3.1. Sistemas energéticos: ¿cómo se satisfará la nueva demanda?

Un cambio en la demanda provoca un cambio en la oferta. Esa afirmación es válida para los volúmenes, pero también para las preferencias entre, por ejemplo, los combustibles fósiles o las energías renovables. No cabe prever mucho cambio en el futuro próximo por lo que respecta a los volúmenes, y la nueva demanda en el sur global se satisfará en principio mediante combustibles fósiles, sobre todo en regiones con escasas fuentes de energía renovable. A pesar de la preocupación por el clima, las previsiones apuntan a que las energías renovables irán ganando cuota de mercado muy lentamente, sobre todo porque en el sur global prima el desarrollo económico, sus infraestructuras para combustibles fósiles están bien asentadas y falta financiación para luchar contra el cambio climático. Este panorama “pesimista” para el sur global concuerda con las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) para la energía mundial, que en su escenario de “políticas declaradas” vaticina que las energías renovables sustituirán al carbón de aquí a 2050, pero no al petróleo y al gas natural. No obstante, las previsiones son más halagüeñas en sus escenarios de “compromisos anunciados” y “cero emisiones netas” (AIE 2023, 104).

Los retos generales para que la transición hacia las energías renovables sea más rápida en el sur global son abundantes. En primer lugar, está la posible falta de fuentes de energía renovable a nivel nacional y a precios asequibles. En segundo lugar, se situaría la falta de financiación y de conocimientos especializados para construir infraestructuras de energías renovables, frente a las infraestructuras asentadas y arraigadas de los combustibles fósiles. Dicho de otro modo, no existe el “ecosistema necesario para el cambio”, sino un anclaje de los combustibles fósiles y una senda de dependencia. Esta situación afecta también a la generación local de energía, ya que las comunidades rurales suelen depender de financiación externa para cubrir los costes de inversión iniciales. En tercer lugar, existe una presión popular sobre los políticos para que generen desarrollo económico y mejores condiciones de vida, lo que los lleva a priorizar esa exigencia frente a las renovables o la inquietud por el clima. Los combustibles fósiles también son una fuente de riqueza e ingresos tributarios, si bien cada vez es más factible desarrollarse conforme a criterios ecológicos. En cuarto lugar, las energías renovables no pueden abarcar todos los sectores de un modo fácil y rápido; por ese motivo, el petróleo seguirá presente allá donde no llegue la electricidad, como en la movilidad y en sectores difíciles de abandonar como la agricultura, la petroquímica, el transporte pesado y la calefacción. Incluso la propia red eléctrica podría ser un obstáculo cuando su acceso y fiabilidad sean escasos. Por último, una transición fluida hacia las energías renovables requiere de un entorno reglamentario e institucional estable para que la gobernanza sea eficaz.

Claro está que existen diferencias de peso entre los países y regiones que conforman el sur global. América Latina, por ejemplo, posee una abundancia de recursos de energía renovable, agua e infraestructuras energéticas, además de contar con una economía y unas instituciones políticas relativamente desarrolladas frente a otras regiones del sur global. Además, pese a que la integración energética transfronteriza de América Latina puede parecer insuficiente en función del baremo empleado (Escribano y Urbasos Arbeloa, 2023), está relativamente bien interconectada si la comparamos con otras regiones del sur global. Por esa razón, la transición energética parece la evolución lógica de las prácticas actuales.

El África Subsahariana representa el otro extremo del espectro en cuanto a desarrollo económico y gobernanza eficaz debido a la debilidad de muchos Estados y a la fragmentación política del continente. El acceso a la energía es escaso y la demanda energética procede sobre todo del acto de cocinar (biomasa y carbón), no de usos industriales ni de una demanda de lujo. La ausencia de infraestructuras eléctricas viables supondrá también un obstáculo para la adopción rápida de las renovables, salvo allá donde las opciones descentralizadas estén financiadas por inversión extranjera. Los combustibles fósiles son la tendencia natural aquí, ya que están sobradamente acreditados. En consecuencia, la atención del África Subsahariana se centra primero en el desarrollo económico y

Recapiti
Daniel Scholten, Daniel Zuckerman.