La depresión es un trastorno del comportamiento que se caracteriza por una profunda sensación de tristeza, vacío o desesperanza, que interfiere significativamente en la vida cotidiana de quien la padece.
Para vivir de manera saludable necesitamos mantener un equilibrio entre las diferentes partes de nuestro ser. Por ejemplo, cuerpo, sistema nervioso y psique se retroalimentan, y si estamos bien todo mejora.
Sin embargo, un solo aspecto como las emociones cuando están desreguladas afectan al funcionamiento global. Bien sabes que si hay miedo o tensión, como antes de algo especial tipo examen o presentación, el sistema digestivo se altera o la sudoración aumenta. Son emociones que impactan negativamente en el cuerpo.
De las tres emociones principales para la regulación de la vida, miedo, enfado y tristeza es esta última la que permite gestionar las pérdidas y ahí es dónde podemos empezar a hablar de depresión.
En torno a este síntoma en particular y a la salud mental en general han habido muchos tabúes que impidieron hablar abiertamente del tema, quizás por el dolor o el miedo que surgía ante ellas. Hoy abordaremos la depresión desde la mirada de la biodescodificación.
Índice
¿Qué es la depresión?
Para la Medicina Alopática la depresión es un trastorno mental muy común a nivel mundial cuyos síntomas se tienen que haber manifestado al menos durante dos semanas. Se caracteriza por sensación persistente de tristeza profunda, fatiga, pérdida de interés en las actividades cotidianas y una serie de síntomas físicos y emocionales que afectan la calidad de vida.
No es simplemente sentirse triste o decaído; es un estado que puede durar semanas, meses o incluso años.
Como síntomas destacan la apatía y anhedonia, es decir, la incapacidad de disfrutar y sentir el placer o estímulos positivos. A medida que la vida cambia, para poder soportarla, la persona con depresión puede introducir conductas como dormir muchas horas del día, dejar de lado acciones como trabajar o hacer lo mínimo para la supervivencia, beber, fumar o tomar más pastillas de las recomendadas, lo que dificulta gravemente la vida cotidiana familiar y personal.
Si no se trata adecuadamente con la ayuda de un profesional de la salud mental y emocional, puede convertirse en un problema grave, prolongado y de alta intensidad, afectando el funcionamiento de la persona en todos los ámbitos.
¿Qué causa la depresión?
Para la Medicina Alopática la depresión no tiene una única causa. Aparte de ciertos casos de depresión vinculados a enfermedades físicas como el Parkinson o el cáncer, la depresión suele surgir por una combinación de varios factores.
Por un lado, existen factores biológicos, como cambios hormonales, desequilibrios en neurotransmisores (serotonina, noradrenalina y dopamina), y predisposición genética. Estos interactúan con factores psicosociales, como situaciones estresantes en la vida personal, laboral o social, y con aspectos de la personalidad, particularmente los mecanismos de defensa psicológicos que cada persona utiliza para enfrentar la realidad.
Cuando los problemas superan las posibilidades de respuesta puede aparecer esta enfermedad.
Historia de la depresión
La depresión no es algo contemporáneo. Si rebobinamos atrás en el tiempo y nos vamos hasta Grecia, daremos con el término melancolía y la “bilis negra” de la que hablaba Hipócrates (460 a.C. – 370 a.C).
Según su teoría de los cuatro humores, los elementos básicos de la naturaleza (agua, aire, tierra y fuego) se encuentran representados en nuestro organismo en sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. El predominio de estos elementos daría lugar a cuatro tipologías de personas:
- El tipo sanguíneo, en el que predomina la sangre, caracterizado por el entusiasmo y la actividad.
- El tipo colérico, en el que predomina la bilis amarilla, caracterizado por la irritabilidad.
- El tipo melancólico, en el que predomina la bilis negra y que tiende a estar triste.
- El tipo flemático, en el que predomina la flema y que destaca por la apatía y la frialdad.
La palabra “melancolía” siguió usándose hasta el Renacimiento y no será hasta el siglo XIX, con el nacimiento de la psiquiatría científica, que no empiece a tratarse como una patología.
El neurólogo y psiquiatra Wilhelm Griesinger (1817, Alemania) hablará por primera vez de “estados de depresión mental” como sinónimo de melancolía.
Aún así, este término no alcanzará notoriedad hasta que Emil Kraepelin (1856, Alemania), también psiquiatra, cambie definitivamente el término melancolía por el de ‘depresión‘, considerándola un trastorno mental que forma parte de la psicosis maníaco-depresiva (actualmente conocida como trastorno bipolar).
En 1921, Kraepelin publicará Manic-Depressive Insanity and Paranoia, una investigación en la que propone una nueva clasificación en tres grandes grupos de los trastornos que llenaban los centros de salud mental: esquizofrenias, demencias y enfermedad maníaco-depresiva.
Los síntomas de la depresión
Las personas con depresión sienten que “no son capaces” y desconectan de su entorno, mientras muestran un estado de ánimo muy variable con claras tendencias a la baja.
¿Cómo empieza la depresión?
Uno de los primeros síntomas son las rumiaciones. Se dan muchos sesgos negativos que llevan a la persona a verlo todo negro. La repetición de pensamientos como “nadie me quiere”, “no tiene sentido levantarse de la cama”, “estoy solo”, “es culpa mía”, “soy inútil” o “nunca haré nada con mi vida” los acaba convirtiendo en creencias limitantes y profundas que no dejan avanzar.
Normalmente, esta enfermedad es progresiva. Empieza con esas rumiaciones o pensamientos pesimistas y ganas de evadirse y no socializar. A medida que avanza va agravándose, y aparecen síntomas como los siguientes:
- Estado de ánimo irritable o triste la mayor parte del tiempo
- Insomnio o sueño prolongado
- Inactividad y pérdida de placer en actividades que generaban felicidad
- Cambios considerables en el apetito que vienen acompañados de aumentos o pérdidas de peso
- Sensación de fatiga, cansancio y falta de energía
- Baja autoestima y autopercepción negativa
- Imposibilidad para concentrarse
- Sentimientos de abandono, soledad y desesperanza
- Falta de motivación
- Pérdida del sentido de vivir
- Pensamientos repetitivos de muerte o suicidio
Es muy importante poner atención a los primeros síntomas que aparecen para abordar el problema a tiempo, antes de que se convierta en una depresión de larga duración. No debemos esperar a que aparezca la sensación de que no hay vuelta atrás, la falta de ganas de vivir y los pensamientos suicidas.
Los primeros indicios ya son alarmas claras para dar atención a nuestro estado de ánimo y empezar a trabajar en una solución. Así que, si te encuentras en esta situación o detectas los síntomas que acabamos de mencionar, ponte en contacto con un profesional.
No lo dejes para mañana. Tu salud mental es primordial hoy. Según la OMS, cada año se suicidan alrededor de 700.000 personas. Si estás teniendo pensamientos suicidas, consulta esta lista de líneas de ayuda y prevención de suicidios gratuitas en América Latina y España.
¿Depresión o tristeza?
¿Son lo mismo depresión y tristeza? No, y a continuación conocerás la diferencia que hay entre ambas, ya que suelen confundirse y dar lugar a malentendidos.
Todos podemos sentirnos tristes, melancólicos, abatidos o incluso infelices en algún momento concreto de nuestra vida. Somos humanos y los humanos sentimos a través de las emociones. Sin embargo, si estos estados de ánimo perduran y se convierten en algo prolongado en el tiempo, pueden conducir a una depresión.
Tristeza no es sinónimo de depresión. La primera es un estado de ánimo pasajero y, en cambio, la segunda es un trastorno mental. Si hablamos de depresión, no nos referimos a un cambio de estado de ánimo, sino a una patología que impide el buen funcionamiento psicosocial personal o familiar y que provoca un gran sufrimiento.
En muchas ocasiones, no hay un motivo aparente detrás de la depresión. No hay una separación o algo tan duro como un duelo. Puede darse simplemente una gran incertidumbre en el modo de entender distintas situaciones de la vida o una sensación de falta de energía.
Factores biológicos de la depresión
Normalmente y debido a la conexión entre cuerpo y mente, los inicios de la depresión vienen acompañados de una alteración en la serotonina, la dopamina, la noradrenalina, la endorfina y el cortisol.
Estos neurotransmisores regulan el funcionamiento del cerebro y, en función de cuáles queden más afectados, se presentarán unos síntomas u otros.
- Serotonina: es imprescindible en la regulación del deseo sexual, el apetito, la ansiedad y la agresividad, la apreciación del dolor, la producción de melatonina y el ciclo sueño-vigilia, funciones cardiacas y secreciones endocrinas.
- Noradrenalina: activa la parte del sistema nervioso que regula el estrés. Es primordial en los estados de alerta y en la presencia de estrés positivo como respuesta adaptativa a la supervivencia.
- Dopamina: es inhibitoria, genera placer, está asociada a los mecanismos de recompensa en el cerebro. Además, juega un papel vital en la función motriz y su escasez puede provocar enfermedades como el Parkinson.
- Endorfinas: poseen un efecto analgésico y son capaces de provocar una acción anestésica en el cerebro. Por ello, son determinantes en la percepción del dolor. Además, estimulan las zonas del cerebro donde se generan las emociones placenteras.
- Cortisol: se libera como respuesta al estrés. Regula el metabolismo y el azúcar en sangre, mantiene la presión arterial, combate las infecciones y responde al estrés.
Y esto es de vital importancia para entender qué ocurre en nuestro cuerpo cuando uno o varios conflictos biológicos acaban resultando en una depresión.
Biodescodificación de la depresión: su causa emocional
Mediante medicamentos, podemos regular los desajustes y las alteraciones que se producen en la serotonina, la endorfina, el cortisol, la noradrenalina o la dopamina.
Sin embargo, el origen del síntoma y lo que nos llevará a ponerle fin será la identificación del conflicto biológico. Los fármacos sirven para regular los neurotransmisores, pero no pueden cambiar nuestra forma de vivir o interpretar el suceso que puso en marcha nuestros programas de supervivencia y, como consecuencia, la aparición del síntoma.
Detrás de la depresión: un conflicto de territorio
La depresión puede venir dada por uno o varios conflictos biológicos de carácter territorial. La persona afectada siente que ha perdido algo en su vida, no consigue un resultado importante o se siente desplazada u obligada a someterse. Lo que no consigue conforma el núcleo de su pérdida. Al no poder aceptar esta situación, se siente frustrada y triste, lo cual produce un desajuste hormonal que acabamos de ver en el apartado anterior.
Las personas con depresión han pasado por experiencias en las que han tenido esta sensación de pérdida de territorio y las reviven desde la impotencia, la indefensión y la sumisión aprendidas. Sienten que otro puede pasar por encima de ellas, las puede pisotear sin poder defenderse o que las decisiones de los adultos, las autoridades e incluso del estado son incontestables, por lo que toca bajar la cabeza y asumir.
También pueden sentir desesperanza y creer que no tienen capacidad ni la posibilidad de tener otro territorio. Imagínate que estás totalmente convencida de que no puedes tener un trabajo, una pareja o un lugar estable donde vivir… O que no tienes documentación para establecerte en un país. ¿Sin territorio cómo consigues sobrevivir?
Te sientes lejos de la tranquilidad y la seguridad. En esas situaciones, tenderás a esos pensamientos negativos de los que hablábamos antes y, como respuesta a ellos, una sobreproducción de emociones.
En los conflictos de territorio, es muy habitual utilizar el pronombre “mi” (mi trabajo, mi pareja, mi hijo, mi casa, mis documentos). Cuando uno de esos “mi” desaparece o cambia, sufrimos y somos incapaces de imaginarnos una vida sin aquello que nos falta.
Aprende más sobre el conflicto de territorio y cómo éste acaba manifestándose como una depresión en nuestra salud en el siguiente vídeo.
Cómo abordar la depresión con biodescodificación: un caso real
Veamos cómo abordar la depresión en consulta con biodescodificación. Este es un caso real que ha compartido Alicia Soltero, tutora del curso de especialización para biodescodificadores Trastornos del comportamiento.
Se trata de la historia de Miguel, un hombre de 58 años al que le encantaba su trabajo. De hecho, llevaba trabajando en la misma empresa 32 años, habiendo podido jubilarse desde hacía dos. Con la pandemia del coronavirus, la empresa decidió jubilarlo. A él le queda una buena pensión y un buen finiquito. Sin embargo, el dejar de trabajar le lleva a una depresión profunda.
A Miguel le genera mucha confusión esta situación. No entiende cómo puede sentirse así, cuando a él le han quedado unas condiciones mucho mejores que a otros empleados que fueron directamente al paro. Ante esto, él opta por no tomar antidepresivos y salir de la depresión sin medicamentos.
Nota: En el Instituto Ángeles Wolder entendemos la biodescodificación como un acompañamiento emocional complementario al tratamiento médico, no alternativo; así pues, ante la aparición de un síntoma, siempre recomendaremos acudir a un médico en primer lugar y seguir sus indicaciones en todo momento. Complementando este tratamiento con biodescodificación, abordaremos el síntoma de manera integral, tanto a nivel biológico como a nivel emocional.
Decide empezar a tener consultas con Alicia Soltero e ir a buscar el origen emocional de este síntoma. En las primeras sesiones, revisaron de forma conjunta su historial laboral. Miguel le cuenta a su consultora que trabajaba en una empresa muy importante de Guadalajara y que éste ha sido su único trabajo. Empezó desde abajo y consiguió llegar a uno de los puestos de directivo más altos.
¿Cómo podemos interpretarlo desde la Descodificación Biológica?
Miguel se jubila con buenos ingresos, sus compañeros le hacen una fiesta de despedida y se marcha de la empresa con un gran reconocimiento por el trabajo que ha hecho durante 32 años.
Entonces, ¿por qué entra en una depresión? Desde la biodescodificación, sabemos que en el hemisferio derecho se encuentran los focos territoriales, y la situación que él ha vivido lo deja sin trabajo, es decir, algo que percibía como suyo deja de serlo.
En ese momento, empiezan a aparecer y a repetirse estos pensamientos en su mente:
- “He perdido mi trabajo”
- “No tengo equipo”
- “No soy el jefe de nadie”
- “No tengo mi o