ADVIENTO 2024 | DÍA 1. DOMINGO
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 33, 14–16
“Ya llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”.
Salmo responsorial Sal 24, 4bc–5ab. 8–9. 10 y 14 (R.: 1b)
R. A ti, Señor, levanto mi alma. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía a los que lo temen, y les da a conocer su alianza R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 12—4, 2
Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos. Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 25–28. 34–36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación». Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
***
«El miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo» acecha cada vez que abro un periódico o arranca un informativo. Hace tiempo que la actualidad es una sucesión de sinsentidos, una suerte de enajenaciones colectivas en las que no parece existir brújula capaz de hacernos encontrar de nuevo el norte.
Quizá no tengamos el GPS bien orientado. Quizá estemos empeñados en dejarnos llevar por unas coordenadas equivocadas. Las «juergas, borracheras y las inquietudes de la vida» nos hacen presos de una fantasía que, lejos de ser un sueño, envuelven nuestra vida en un letargo: nos anestesian hasta hacernos creer que lo que podemos ver, tocar, oír, saborear, oler es lo único que existe.
Y luego llega el Jefe en una nube, «con gran poder y gloria», y somos incapaces de ver más allá del nimbo. Nos perdemos en la neblina y no damos con el cielo. Queremos días soleados, rayos de luz fulgurantes, y no nos dejamos calar por la belleza del rocío de la mañana, por ese rumor de lluvia fina que empapa de paz nuestro ser, más allá incluso de los huesos, para abonar nuestra alma hasta que en ella se pueda sembrar la semilla del amor más puro.
«Haz que camine con lealtad», Señor. Con lealtad a la misión que me has encomendado. Con lealtad a la justicia. Con lealtad a la verdad. Con lealtad a tu Luz.
Comienzan hoy veinticuatro días en los que preparamos tu llegada con calendarios de Adviento llenos de regalos y promesas de felicidad. Ayúdame a no olvidar que mi regalo, siempre, eres Tú. Un presente en el que cualquier pasado es una ofrenda sagrada al futuro.
Obra: El nacimiento de Jesús, Giotto di Bondone (1306). Capilla de los Scrovegni, Padua (Italia).