Ucrania en guerra: nadie pedirá tablas - Real Instituto Elcano

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Tema
La llegada de la Administración Trump ha desatado las expectativas de que Rusia y Ucrania lleguen a un acuerdo pragmático, pero es difícil que ambas partes renuncien en una mesa de negociaciones lo que tratan de conseguir en el campo de batalla.

Resumen
Diez años después de la ocupación rusa de Crimea en 2014 y más de 1.000 días desde la invasión de 2022, no se prevé ninguna solución militar sobre el campo de batalla. La han buscado ambas partes con ofensivas que no han contado con la suficiente superioridad de medios como para arrollar las líneas de resistencia bien organizadas del contrario. Hoy por hoy, las ganancias tácticas de uno y otro lado no se traducen en ventajas operativas o estratégicas decisivas y continua la guerra de desgaste. Mientras, y confirmada la llegada de la Administración Trump en enero, se multiplican las expectativas de que Rusia y Ucrania negocien un acuerdo para poner fin a la guerra.

Análisis

1. Introducción

Es más fácil llegar a armisticios y altos el fuego cuando las partes en conflicto asumen que no pueden conseguir sus objetivos estratégicos mediante operaciones militares. La incertidumbre, los costes o la fatiga del combate van creando un ambiente de opinión favorable a una salida negociada que cristaliza cuando lo que se puede conseguir pactando supera a lo que se puede lograr combatiendo.

Hoy por hoy, ninguna de las dos partes en Ucrania tiene motivos para parar la larga guerra de desgaste en la que se encuentran. Ambas persiguen el mismo objetivo estratégico: controlar la soberanía e integridad de Ucrania, para lo que no les basta mantener el territorio que controlan en la actualidad y cualquier armisticio sería provisional. Lo fueron los Acuerdos de Minsk, que postergaron la guerra total hasta 2022, y probablemente lo será cualquier acuerdo que se pueda articular entre las partes.

Detener el enfrentamiento armado sobre la actual línea del frente sólo puede ser un objetivo temporal porque no daría la victoria a ninguno de los dos presidentes, tal y como ellos la conciben. Así, para el Plan de Victoria del presidente Zelenski, el alto el fuego sólo sería posible si Ucrania reúne una capacidad militar que le permita “ser capaz de finalizar la guerra”. Primero lograr una posición de fuerza y luego la negociación. El presidente Putin ya dispone de una posición de fuerza y no tiene interés en negociar. Mantiene como objetivos de la “operación militar especial” los de acabar con el nacionalismo ucraniano, neutralizar el país y ampliar sus ganancias territoriales.[1] Cualquier acuerdo sobre los principios de paz por territorios y el anclaje occidental de Ucrania supondría reconocer un fracaso para ambos mandatarios.

Sin embargo, hay tendencias que –de consolidarse– pueden forzar a ambos presidentes a buscar un entendimiento táctico. En primer lugar, la guerra de desgaste está causando más bajas humanas y materiales de las que ambas partes pueden soportar a medio y largo plazo. Como se explicará más adelante, la dificultad y coste de la reposición sobrepasa la capacidad de reclutamiento y la economía de guerra de los contendientes, por lo que una tregua les podría servir para reponer fuerzas. En segundo lugar, el alargamiento de la guerra comienza a hacer mella en las poblaciones y la fatiga de combate facilita que acepten salidas del enfrentamiento armado distintas de las que esperaban a su inicio. Una pausa en los combates podría aliviar la presión interna. En tercer lugar, ese mismo cansancio hace que aparezcan voces y mediaciones de terceros para poner fin a la guerra. Las propuestas del futuro presidente de EEUU, Donald Trump, son las más comentadas, pero no las únicas que sugieren a las partes buscar una salida negociada. Pero su influencia depende de los incentivos y garantías que las acompañen.

2. El desgaste militar

El desgaste es abrumador, tanto en bajas humanas como materiales, pero todavía insuficiente para doblegar la voluntad política de prevalecer sobre el campo de batalla. No es posible disponer de una estadística fiable y objetiva de muertos y heridos por cada parte. A menudo se acumulan las cifras sin desagregar su procedencia (soldados, voluntarios, civiles…), no se diferencia entre los heridos leves y los excluidos permanentemente, y las cifras oficiales padecen de secretismo y propaganda. Con estas cautelas, en la Figura 1 se recogen algunas de las estadísticas y fuentes más utilizadas.

Figura 1. Estimaciones de bajas de personal militar desde el inicio de la guerra

FuenteBajas militaresFecha de la estimación
BBC/Mediazona70.112 rusos20/X/2024
UALosses65.289 ucranianos20/XI/204
Presidente Zelenski31.000 ucranianos25/II/2024
UK Defence Journal700.000 rusos19/XI/2024
Defense of Ukraine683.040 rusos23/X/2024
US Intelligence Community300.000 rusos11/III/2024
Fuente: elaboración propia según las fuentes.

Para cubrir las bajas, ambos países afrontan el problema de la movilización, especialmente Ucrania, cuya base de reclutamiento (6.000.000) es menor que la rusa (30.000.000), y la desmovilización, porque los voluntarios temen que sus contratos temporales se conviertan en indefinidos. Con todo, Rusia dispone de aproximadamente 500.000 soldados en primera línea de combate mientras que Ucrania apenas llega a los 150.000. La ventaja numérica rusa, aunque no permite una ruptura rápida del frente, le permite mantener la ofensiva a lo largo de todo el frente.

El desgaste de material es también elevado. El IISS de Londres estima que Rusia ha perdido más de 3.000 vehículos de combate acorazados en 2023. El consumo ruso de municiones en 2023 fue de 50.000 proyectiles de artillería diarios frente a los 6.000 o 7.000 de sus adversarios. El consumo en 2024 bajó a unos 10.000 disparos y el consumo ucraniano se mantuvo en torno a los 2.000. Para mantener esos consumos en una guerra larga, Rusia ha ampliado su gasto militar hasta los 143.000 millones de euros (un 7,54% del PIB) en 2024 y reforzado su base industrial, pública y privada, para sostener el consumo de la guerra. El mayor gasto militar explica el incremento de la economía rusa hasta el 110.71% del PIB desde el inicio de la guerra. En 2023 la industria de defensa rusa fue capaz de poner en servicio, mediante fabricación o modernización, unos 2.200 vehículos de combate acorazados, 1.400 sistemas de artillería, 12.000 vehículos y 22.000 vehículos aéreos no tripulados.[2] Rusia ha lanzado desde el inicio unos 11.466 misiles de distintos tipos, unos 23 diarios según datos del CSIS, a los que hay que añadir el incremento de drones, de 350 en julio a 1.500 en septiembre.[3]

Para Ucrania, el gasto militar representa el 44% del presupuesto nacional y ha coadyuvado a la estabilización de la economía ucraniana en torno al 79% tras su pronunciada caída de 2022, según Brookings. Dispone de una base tecnológica e industrial heredada del pasado soviético que pretende modernizar con el apoyo económico de sus aliados y de sus industrias para producir localmente.[4] Dispone de 500 compañías de defensa con unos 300.000 trabajadores, con un fuerte potencial para producir equipos convencionales y aquellos de mayor consumo en la guerra, como municiones, vehículos aéreos y acuáticos no tripulados, y misiles de crucero. Mientras desarrolla su autonomía industrial, Ucrania depende de la ayuda occidental que muestra la Figura 2.

Figura 2. Asistencia económica y militar estadounidense y europea a Ucrania

Fuente: Ukraine Support Tracker, Kiel Institute.

La Figura muestra las ayudas proporcionadas por EEUU, la UE y el total europeo incluyendo al Reino Unido, Noruega, Islandia y Suiza. Las europeas superan a las demás en ayuda no militar y EEUU lidera la ayuda militar. Las entregas presentan un desfase en el tiempo o en la cantidad respecto a los compromisos declarados debido a problemas políticos o industriales, lo que complica el planeamiento militar. Las cifras son similares a las de Brookings, que estima el total de la ayuda estadounidense hasta agosto de 2024 en 91,5 billones de dólares frente a los 127,7 billones de la europea, de la cual 59 billones corresponden a la ayuda militar europea y 61 billones a EEUU. Sobre esas cifras para los tres años, los europeos tendrían que invertir unos 30 billones adicionales en ayuda cada año si los estadounidenses retiraran la suya.

La población civil ucraniana, especialmente la más próxima a la línea del frente, está pagando un alto precio. Más de 30.000 víctimas, entre muertos y heridos, junto con millones de desplazados y millares de hogares destruidos según el último informe de la Misión de Monitorización de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Mientras las víctimas civiles a ambos lados de la línea del frente ascienden a más de 21.000, las más alejadas no escapan a las armas de mayor alcance que detalla la Figura 3, a las que hay que añadir las producidas por las minas (1.112). A los daños recurrentes sobre las infraestructuras energéticas se añade la destrucción de más de 1.000 instalaciones de enseñanza y 485 sanitarias.

Figura 3. Víctimas civiles debidas a misiles y drones suicidas por provincias

Fuente: Informe de la Misión de Monitorización de los Derechos Humanos de la ONU.

El rechazo de la población de Ucrania a concesiones territoriales ha crecido a medida que han decaído las expectativas de una victoria militar, tal como refleja la secuencia temporal de la Figura 4. El apoyo creció tras contener la invasión en los primeros meses de 2022, llevar a cabo la exitosa ofensiva de otoño y generar la expectativa de una ofensiva de primavera, pero comenzó a decrecer a medida que las fuerzas armadas ucranianas perdieron la iniciativa y se encontraron en una situación defensiva que han ido sosteniendo con dificultades crecientes.

Figura 4. Evolución del apoyo y la oposición a concesiones territoriales

Fuente: Instituto de Sociología Internacional de Kyiv.

Pero incluso entre los encuestados que consideran inaceptable la cesión territorial o dudan al respecto (68%), el 51% de ellos aceptarían ahora, con mayor o menor gana, las cesiones a cambio de recibir garantías de ingreso o de seguridad de la OTAN, mientras que seguiría siendo inaceptable para el 42% (aproximadamente una tercera parte del total de los encuestados, el 28,56%). Estos datos coinciden con los de la encuesta de Gallup del mismo período, que muestra que un 52% de los ciudadanos desea que se negocie para acabar la guerra cuanto antes, mientras que un 38% desea continuar luchando hasta la victoria.

La opinión pública en Rusia no cuenta con sondeos fiables[5] pero los disponibles muestran un claro apoyo a la “operación especial” como refleja la Figura 6, aunque también el creciente apoyo a un acuerdo de paz de la Figura 7. El primero muestra que, con las restricciones de información señaladas, el apoyo inicial a las operaciones militares persiste sin grandes variaciones. Las ganancias territoriales pesan más que los fracasos militares o el alargamiento del conflicto en la percepción social de la guerra.

Figura 5. Evolución del apoyo ruso a la invasión militar de Ucrania

Recapiti
Félix Arteaga