Parece mentira, pero “ayer” estábamos preparando las maletas para irnos a nuestras tan ansiadas vacaciones de verano y hoy un mes y medio después aproximadamente estamos concentrados en cómo terminar este último trimestre del año. Cerrando las estrategias que nos permitan llegar a los objetivos marcados, evaluando aquellas acciones que han sido satisfactorias en este 2024 y aquellas otras en las que hemos puesto mucha energía y dinero incluso, pero no se han traducido en los resultados esperados. Y además estamos en un punto en el que también regalamos una mirada a nuestro equipo; las personas que se han incorporado, los colaboradores que han dejado de ser parte de la esencia de la empresa, aquellos otros que han demostrado tener una gran motivación y muchos tantos cuya curva de aprendizaje ha dejado de estar en ascenso y se muestran algo más lineales, más conservadores en su creatividad e incluso en muchas ocasiones les percibimos como estáticos, sin motivación, empaquetados en rutinas y procesos que ensombrecen el gran valor añadido que podrían ofrecer pero que se queda a las puertas del “algún día…”.
Llegados a este punto en el mes 11 del año, una parte de nuestra mirada está en el pasado evaluando; qué hemos hecho bien y qué retos se han presentado como organización y como equipo, y otra parte de la mirada, casi inconsciente tiende a viajar a un futuro próximo lleno de opciones, lleno de nuevos proyectos y lleno de planes de acción que parten de cero.
Para poder aunar estas dos miradas, una de aprendizaje y otra de diseño y visión, tenemos como empresas una herramienta que tiende el puente perfecto entre el ayer y el mañana, y no es otra que los llamados Team Building.
Cuando traemos al imaginario este anglicismo, nos llegan a la mente, jornadas lúdicas con nuestros compis de trabajo, haciendo paellas, yoga, masterclass de cerámica y toda una serie de actividades que nos sacan de nuestra rutina, nos hacen jugar, evadirnos, conectar con aquellas personas que sólo vemos por pantalla y desarrollar una pertenencia a la marca para la cual trabajamos que dura, lo que duran los recuerdos más livianos.
Pero hay otras opciones, Team Building donde no sólo nos vamos a divertir, a conectar y aliviar tensiones fuera del contexto laboral, sino que, además, se convertirán en jornadas donde se fomentará el trabajo en equipo, se impulsará el rendimiento del último trimestre con foco en la motivación de los líderes y el cumplimiento de metas. Se podrán desarrollar habilidades de liderazgo para propiciar la gestión efectiva de equipos, e incluso plantear nuevos retos y alinear visiones para abordar desafíos futuros. Todo ello con cuatro grandes resultados:
- Humanizar el liderazgo y potenciar la colectividad y la empatía.
- Generar consciencia de nuestras fortalezas para saber impulsarlas y de nuestras áreas de mejora para saber minimizarlas en según qué situaciones.
- Aprender nuevas herramientas que darán flexibilidad a los colaboradores y nuevos colores y matices para poder abordar distintas situaciones en un futuro próximo.
- Desconexión tecnológica, donde volver a sociabilizar, a mejorar nuestras interacciones personales, a quitarnos de en medio las pantallas y a darle a esas jornadas el valor del presente, sin prisas, sin necesidad de resolver, de producir, de obtener, sólo con el foco puesto en absorber, imaginar y crear.
Lo dicho; el puente perfecto donde aprendizaje, diseño y visión se encuentran entre risas y distensión.
Vanessa Gil
Amagi