La influencia española en el Parlamento Europeo ante la legislatura 2024-2029 - Real Instituto Elcano

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Tema
Oportunidades y desafíos para la influencia de los eurodiputados españoles en el nuevo ciclo institucional de la Unión Europea iniciado plenamente el 1 de diciembre de 2024.

Resumen
Las elecciones europeas, además de afectar a la orientación general de la Unión Europea (UE) durante los cinco años siguientes, prefiguran el poder a ejercer por los eurodiputados de cada Estado miembro. El resultado cuantitativo y cualitativo de las urnas determina la posición organizativa que éstos pueden ocupar con respecto a otros partidos y países, su inserción o no en redes interinstitucionales y, en fin, su capacidad para moldear los contenidos estratégicos y legislativos, a partir de consideraciones ideológicas, pero también de intereses y prioridades nacionales. Por eso, una vez arrancada definitivamente la nueva legislatura, es el momento adecuado para analizar el potencial de influencia española en el Parlamento Europeo hasta 2029.

España no sólo cuenta con la fortaleza del tamaño –cuarta delegación entre las Veintisiete–, sino que es uno de los pocos casos donde los partidos tradicionales de orientación europeísta se impusieron con claridad en junio a las formaciones emergentes, que suelen ser escépticas o incluso hostiles al proceso de integración. Eso permite a los miembros del Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) disfrutar de una buena posición de partida para influir en debates y decisiones. En la dimensión organizativa España es tercera, tan sólo por detrás de Alemania e Italia, en el número de nacionales que componen las mesas de las comisiones y subcomisiones. En cuanto a los contenidos, algunos índices sitúan a los representantes españoles como segundos en relevancia, consiguiendo un elevado poder en algunas políticas sectoriales importantes, sin perjuicio de que haya déficits de presencia en otras. También existen ejemplos de cómo los eurodiputados españoles han podido ejercer influencia a través de sus grupos políticos sobre la Comisión Europea.

La preferencia de la sociedad española por opciones europeístas moderadas parece haber favorecido el potencial de influencia de los eurodiputados españoles. Pese a sus diferencias ideológicas, una mayoría clara de los eurodiputados españoles se han integrado desde los años 90 en los grupos de la “gran coalición” (PPE, S&D y, en menor medida, liberal), votando hasta ahora de modo similar. Esto no sólo ha servido para mejorar la capacidad de influencia nacional, sino también como contrapeso a la fuerte polarización interna. Sin embargo, esa tendencia al consenso en la UE está ahora sometida a estrés e incluso podría interrumpirse a raíz de la aparición de alianzas alternativas a la coalición entre populares y socialdemócratas, y la elevación de los debates domésticos a Bruselas y Estrasburgo.

Análisis
Más allá de los primeros titulares de prensa, las elecciones europeas de junio de 2024 arrojaron un resultado de relativa continuidad político-institucional. Es verdad que partidos de derecha nacionalista fueron el primero o segundo más votado en cinco de los seis Estados miembros más grandes –todos menos España– y en cinco de los seis fundadores –la excepción fue Luxemburgo–. Asimismo, dos grupos conformados por esas fuerzas, Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, por sus siglas en inglés) y Patriotas por Europa (PxE), pasaron a constituir el tercer y cuarto grupo político del Parlamento Europeo. A pesar de ello, la gran coalición de centro europeísta –formada por el Partido Popular Europeo (PPE), los socialdemócratas (S&D) y los liberales de Renew– lograron superar el 50% de los escaños. Eso facilitó que el Consejo Europeo celebrado el mismo mes de las elecciones pudiera asignar rápidamente los principales altos cargos de las instituciones: presidente del Consejo Europeo (António Costa, S&D), presidenta de la Comisión (Ursula von der Leyen, PPE), presidenta del Parlamento Europeo (Roberta Metsola, PPE) y alta representante (Kaja Kallas, Renew).

La gran coalición demostró en verano su buen funcionamiento pues, pese a la creciente fragmentación política, la presidenta de la Comisión fue investida con más votos a favor (401) que en 2019 (entonces sólo 383). Sin embargo, esa mayoría también ha mostrado debilidades en los primeros compases de la legislatura. Así se evidenció en la confirmación del nuevo Colegio de Comisarios el 27 de noviembre, pues sólo 370 eurodiputados votaron a favor (frente a 461 que lo hicieron hace cinco años), lo que supone además 31 menos de los que apoyaron a von der Leyen en julio. Esa votación se produjo en un clima tenso, protagonizado como luego se dirá por los dos grandes partidos españoles y después de que el PPE se alinease en varias votaciones con las fuerzas a su derecha en vez de con sus socios socialdemócratas y liberales: una resolución rechazando el resultado electoral en Venezuela, otra apoyando la creación de barreras físicas para frenar la migración y campos de deportación fuera de la UE, y varias enmiendas al Reglamento sobre Deforestación. Esto ha reavivado el espectro de una mayoría alternativa a la de la investidura de von der Leyen y, concretamente, ofrece al PPE la posibilidad de oscilar entre dos mayorías dependiendo del asunto.

Además de la fragmentación y falta de cohesión, el Parlamento Europeo afronta otros desafíos de cara al próximo ciclo. Quizá el mayor reto es la escasa capacidad del Parlamento para moldear la agenda y marcar el debate. Aunque su poder institucional no había dejado de crecer entre 1979 y 2014, cuando desplegó sus plenos efectos el Tratado de Lisboa, a partir del ahí ha habido cierto reflujo a favor de los gobiernos nacionales que se plasmó sobre todo en el abandono del sistema de spitzenkandidaten para elegir a la presidenta de la Comisión hace cinco años. En la legislatura 2019-2024 esa dinámica se ha reflejado en el escaso éxito de sus llamamientos para que la Comisión fuese más exigente en la defensa del Estado de derecho o, por poner otro ejemplo, para que el Consejo Europeo pusiera en marcha una Convención para reformar los tratados.

De cara a 2024-2029, las prioridades las volverán a marcar otras instituciones y actores. Ya no es sólo la Agenda Estratégica del Consejo Europeo o las orientaciones políticas de la presidenta de la Comisión Europea y las cartas de mandato de los futuros comisarios, sino también informes como los de Draghi, Letta y Niinistö, que emanan de la solicitud de la Comisión o del Consejo Europeo, y en donde el protagonismo del Parlamento Europeo ha sido escaso. Asimismo, sus competencias en muchas cuestiones que están en el centro de la agenda, como la ampliación o la política exterior y de seguridad común, son muy limitadas. Y allí donde el Parlamento Europeo es más poderoso, que es en el ámbito legislativo, el nuevo ciclo arranca con cierto cansancio regulador y es posible que la Comisión prefiera centrarse en la aplicación de las numerosas normas aprobadas en los últimos cinco años antes que en lanzar nuevas propuestas.

Con todo, el Parlamento Europeo sigue siendo una institución central de la actividad política y regulatoria. Es auténtico colegislador con el Consejo en las políticas comunes, con un efecto directo en la regulación nacional. Baste anotar que entre 2019 y 2024, el 53% de la legislación aprobada en las Cortes Generales procedía a su vez de las normas europeas. Por eso, y tras la investidura parlamentaria de la nueva Comisión que ha empezado a trabajar el 1 de diciembre de 2024, tiene sentido conectar el análisis de la relevancia del Parlamento en la toma de decisiones de la UE con el de la influencia de España en el nuevo ciclo institucional.[1]

La delegación española es la cuarta de los veintisiete por número de eurodiputados. Además, al contrario que lo ocurrido en otros países, el resultado de las elecciones de junio ha dejado en las dos primeras posiciones a los dos grandes partidos que forman parte del PPE y S&D (respectivamente, PP y PSOE) lo que permite a éstos influir en sus respectos grupos y, por tanto, en la gran coalición. Ese poder potencial se refleja, sobre todo, en dos dimensiones: por un lado, en su capacidad para defender y trasladar al Parlamento Europeo intereses y prioridades nacionales –y cómo interactúa esto con la ideología–; y, por otro, su capacidad para moldear las nuevas prioridades estratégicas, el proceso legislativo y en el equilibrio institucional. Este análisis ayuda así a completar y mejorar el conocimiento sobre la influencia nacional en la UE, yendo más allá de su peso en los órganos intergubernamentales (Consejo y Consejo Europeo) o del estudio de la cartera de la comisaria española.[2]

1. La influencia en la dimensión organizativa e institucional

España es actualmente el cuarto Estado miembro por tamaño en el Parlamento Europeo. El número de escaños con los que ha contado España desde 1986 ha ido variando y también lo ha hecho el número de eurodiputados totales a medida que sucesivas reformas y ampliaciones de la UE han tenido lugar. En un principio, España obtuvo 60 eurodiputados, cuando el Parlamento contaba con 518 escaños, pasando a 64 en 1999 (626 eurodiputados totales). Con el Tratado de Niza (2001), el entonces presidente Aznar prefirió sacrificar escaños en la Eurocámara en favor de mayor influencia en el Consejo de la UE. Desde entonces, España contó con 54 eurodiputados (de 732 tras las elecciones de 2004). Tras el Brexit, la representación española ascendió hasta los 59. De cara a las elecciones de 2024, se aprobó que el Parlamento Europeo pasase de 705 escaños a 720, de los que España obtenía dos eurodiputados más, es decir, en este ciclo institucional España cuenta con 61 escaños.[3]

Los eurodiputados españoles representan en la actualidad el 8,47% de los eurodiputados totales elegidos, por detrás de Alemania (13,33%), Francia (11,25%) e Italia (10,56%) (Figura 1). En otras palabras, de los países que formaban parte de la UE en las elecciones de 2004, las primeras tras la firma del Tratado de Niza, España es el país que más peso ha ganado en el Parlamento Europeo: 1,09 puntos porcentuales.[4]

Figura 1. Porcentaje de escaños de cada Estado miembro, 2004 y 2024

Estado miembro% escaños 2004 (Niza)% escaños 2024Variación del peso (en pp.)
Alemania13,5213,33-0,19
Francia10,6611,250,59
Italia10,6610,56-0,10
España7,388,471,09
Polonia7,387,36-0,02
Rumanía4,58N/A
Países Bajos3,694,30,61
Bélgica3,283,05-0,23
Suecia3,282,92-0,36
Rep. Checa3,282,92-0,36
Grecia3,282,92-0,36
Hungría3,282,92-0,36
Portugal2,602,920,32
Austria2,462,780,32
Bulgaria2,36N/A
Dinamarca1,912,080,17
Eslovaquia1,912,080,17
Finlandia1,912,080,17
Irlanda1,781,940,16
Croacia1,67N/A
Lituania1,781,53-0,25
Eslovenia1,231,250,02
Letonia0,961,250,29
Estonia0,820,970,15
Malta0,820,830,01
Chipre0,820,830,01
Luxemburgo0,680,830,15
Reino Unido10,66N/A
Fuente: elaboración propia.

Los eurodiputados españoles tienen, además, un peso importante en los principales grupos parlamentarios. Tras las elecciones de 2024, los dos primeros partidos españoles se sitúan como la segunda delegación más grande en los dos grupos de mayor tamaño en la Eurocámara: en el PPE, el PP cuenta con 22 eurodiputados –por detrás del alemán CDU/CSU, con 31 escaños– y, en el grupo S&D, el PSOE tiene 20 eurodiputados –siguiendo al italiano PD, con 21–. Es más, la presencia de los diputados españoles en el PPE y S&D ha crecido en comparación con otros países (Figuras 2 y 3).

España además se ha convertido en los últimos años en el segundo país más importante de la coalición de centro europeísta tradicional (S&D, PPE y Renew). Como se observa en la Figura 4, en el Parlamento Europeo saliente de 2019, España (8%) ocupaba el cuarto puesto, por detrás Alemania (14%), Italia (10%) y Francia (9%). Pero ahora se ha incrementado la representación española en la coalición hasta alcanzar el 11%, por detrás sólo de Alemania (13%) y ello a pesar de la salida de Ciudadanos, que entre 2014 y 2024 tuvo presencia en el grupo liberal.

Todo esto se traduce en puestos de responsabilidad en los respectivos grupos políticos. Como ya ocurrió en 2019: Iratxe García preside el grupo S&D; asimismo, Dolors Montserrat ha sucedido a Esteban González Pons en la vicepresidencia del PPE. España también ostenta vicepresidencias en otros grupos que no forman parte de la gran coalición, como PxE, Los Verdes y La Izquierda.

También hay alto protagonismo en los órganos del Parlamento Europeo. España ha ocupado la presidencia de la Eurocámara tres veces[5], sólo por detrás de Alemania, que ha tenido cinco presidencias. En término de vicepresidencias, hasta el ciclo institucional que comenzó en 2019, España iba a la cabeza con 28 vicepresidencias, seguido de los alemanes con 27. En el periodo 2019-2024, no fue elegido ningún español como vicepresidente; sin embargo, en la nueva legislatura, hay dos españoles entre los 14 vicepresidentes elegidos –el máximo dado a una misma nacionalidad, al igual que Alemania e Italia–. España también tiene presencia en la Secretaría General del Parlamento Europeo[6] y en el gabinete de la presidenta Metsola.[7]

En cuanto a la representación en las comisiones y subcomisiones (Figura 5), España tiene tres presidencias de comisión: Carmen Crespo (PPE), presidenta de la Comisión de Pesca; Javier Zarzalejos (PPE), presidente de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior; Lina Gálvez (S&D), presidenta de la Comisión de Derechos de las Mujeres e Igualdad de Género. Esto sitúa a España solo por detrás de Alemania, que tiene la presidencia de seis comisiones.

Figura 5. Nacionalidad de las presidencias en las 20 comisiones y cuatro subcomisiones del Parlamento Europeo, 2024-2029

Estado miembroEurodiputados en presidencias
Alemania6 (+1)
España3
Polonia2 (+1)
Francia, Italia1 (+1)
Bélgica, Bulgaria, Rep. Checa, Finlandia, Grecia, Irlanda, Rumanía1
Otros 15 Estados miembros0
Fuente: Parlamento Europeo.

Si se atiende a puestos en las mesas de las comisiones y subcomisiones (presidencias y vicepresidencias), los españoles están sólo por detrás de Alemania e Italia (Figura 6). En comparación con la anterior legislatura, tras las elecciones en 2019, España obtuvo la presidencia de dos com

Recapiti
Raquel García, Ignacio Molina, Luis Simón, Paula Oliver Llorente.