Si pensamos en este campo, a todos se nos viene un nombre a la cabeza: Disney. Y es que fue precisamente en este estudio donde surgieron los 12 principios de la animación, de los que vamos a hablar hoy.
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Quién inventó los 12 principios
Los 12 principios de la animación se les atribuyen a dos profesionales de la factoría Disney. Sus nombres, Ollie Johnston y Frank Thomas ya forman parte de la historia del cine, ya que marcaron un antes y un después con este postulado incluido en el libro The Illusion of Life: Disney Animation a principios de los años 80 del siglo pasado.
A través de ellos, los autores sientan las bases para que cualquier animación sea tan nítida que parezca que forman parte de nuestra realidad.
Algo que, salta a la vista, han conseguido, y prueba de ello son títulos tan espectaculares como Zootrópolis, El Rey León o Toy Story por citar algunos.
Cuáles son los principios de la animación
Según sus creadores, si se tienen presentes en cualquier trabajo de animación, el resultado será perfecto. Vamos a conocerlos con detalle.
Estirar y encoger
Comenzamos con el más importante. Es un efecto que aunque a priori pueda parecer fantasioso, tiene su efecto en la mente del espectador. Hablamos, por ejemplo, de cuando un personaje u objeto se encoge cuando recibe un impacto o sufre una caída.
Anticipación
En este caso se hace hincapié en la previa que anuncia la ejecución de una acción. Por ejemplo, cuando un personaje se recoloca el pelo antes de dar un beso, bota el balón antes de tirar a canasta o extiende la mano para comprobar la lluvia antes de abrir el paraguas.
Puesta en escena
El guion de cualquier película y serie no funcionaría sin la escenografía adecuada. En el caso de la animación, la cámara debe sumar en la percepción de cada punto de la trama.
Mostrar la inmensidad de un bosque con un plano general, posarse sobre un objeto relevante o detenerse en el sol para mostrar el calor.
Animación directa y pose a pose
Aquí encontramos dos enfoques diferentes para dar movimiento a los personajes y escenas. La animación directa se realiza dibujando cada fotograma de manera secuencial, lo que da un efecto más espontáneo y fluido, ideal para acciones naturales como una llama titilante o una hoja cayendo.
Por otro lado, la técnica pose a pose establece primero las posiciones clave de la acción, para luego rellenar los fotogramas intermedios. Esto se ve con claridad cuando un personaje que salta: primero se dibuja el inicio y el aterrizaje, y después se completan los movimientos del salto.
Acciones complementarias y superpuestas
Son los principios que se centran en hacer que el movimiento parezca más real. En este caso, se siguen las leyes de la física y tiene impacto tanto en el propio personaje (la inercia sobre el cabello o la ropa), como en sus acciones (saltos, caídas, peso de los objetos) o del escenario (polvo que se levanta, agua que se derrama).
Por supuesto, aquí influyen conceptos como la gravedad, la energía cinética, la densidad de las prendas que llevan, etc.
Acelerar y desacelerar
Este punto ayuda a dar naturalidad a los movimientos, imitando cómo los cuerpos aceleran o frenan en el mundo real. Se logra variando la cantidad de fotogramas: más al inicio y final de un movimiento, y menos en el centro.
Un caso típico es el de un coche que arranca despacio, alcanza velocidad y frena progresivamente, o un personaje que levanta el brazo con suavidad antes de un golpe rápido.
Arcos
El movimiento en la animación no suele ser lineal, sino que sigue trayectorias curvas que resultan más naturales y agradables a la vista.
Hablamos de que tanto el vuelo de una pelota, el giro de un brazo o el movimiento de la cabeza al caminar, siguen un arco en su movimiento.
Acción secundaria
Este principio añade más vida a los personajes, aportando acciones complementarias que enriquecen la escena.
Mientras un personaje habla puede gesticular con las manos o parpadear, o al caminar, el movimiento de su ropa o cabello acompaña la acción principal. Estas sutilezas no distraen, sino que refuerzan la percepción global.
Sincronización
La sincronización es clave para conectar la animación con el tiempo y el ritmo. Se refiere a que los movimientos encajen a la perfección con sonidos, diálogos o música.
Puedes imaginarte en este caso a un personaje golpeando una puerta justo en el momento en que suena el impacto, o un baile ajustado al ritmo de una canción.
Exageración
En la animación, la exageración es una herramienta imprescindible para resaltar emociones o acciones, haciendo que resulten más expresivas y divertidas.
Un gesto de sorpresa puede representarse con ojos desmesuradamente grandes, o una carrera puede llevar al personaje a moverse tan rápido que sus piernas se convierten en un borrón.
Dibujo sólido
Aunque la animación se basa en ilustraciones, estas deben dar la impresión de volumen, peso y equilibrio. El dibujo sólido garantiza que los personajes no se vean planos, aplicando principios como la perspectiva, la sombra y la proporción.
Por ejemplo, un personaje debe mantener coherencia en su forma al girar o moverse. No lo hará igual un diminuto ratón, que un guerrero alto y musculoso.
Atractivo
Y por último, el atractivo se refiere a que los personajes, objetos y escenas atrapen al espectador. No significa necesariamente belleza, sino que todo tenga un diseño llamativo y carismático. Por ejemplo, un villano puede ser aterrador, pero su apariencia y movimientos deben ser capaces de quedar en la memoria del espectador.
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