BSH como síntoma | Institución Futuro

Compatibilità
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Vaya por delante mi solidaridad con los trabajadores y familias. Un cierre así es un trago duro económica y moralmente. Y me temo que arrastrará a proveedores. Dentro de esta dura noticia del anuncio del cierre de la planta de BSH (660 trabajadores, se dice pronto, además de los 400 empleos de proveedores y suministradores), hay varias cosas que sorprenden. La primera es la reacción de nuestra presidenta el día que nos enteramos todos. “Me he enterado hoy mismo por carta”. ¿Cómo? Gran parte de su trabajo tendría que ser estar volando a Munich (sede de BSH) y Wolsburgo (Volskwagen) de manera periódica para pulsar a estas multinacionales y tener información de primerísima mano. No sé qué es peor, si pensar que lo sabía y que lo que hace es sacudirse su responsabilidad, o si realmente se estaba enterando en ese momento como usted y yo. Me temo que lo último.

Otro aspecto de las sorprendentes declaraciones de la presidenta (evidentemente le cogieron con el pie cambiado) es que dijo eso de “no sabemos en qué se materializa, porque tampoco ha dicho que va a haber un cierre en la planta de Navarra. No se ha dicho eso”. Los alemanes pueden ser muchas cosas, pero oscuros no son, son terriblemente claros. La nota decía textualmente que BSH comunicaba “su intención de iniciar el proceso para el cierre de la planta de fabricación de frigoríficos y lavavajillas compactos de Esquíroz”. Cierre significa cierre, me temo.

Una vez más, como pasa con las pensiones o con otros problemas, lo primero que debemos pedir a nuestros gobernantes es que nos traten como a adultos. Que nos cuenten el problema con toda su gravedad.

Yendo al fondo de la cuestión, es importante, una vez más, remitirse a la nota de la empresa. Ésta indica claramente que la fábrica “ha dejado de ser competitiva”. Y ahí es donde se tiene que sentir interpelada toda la sociedad.

Nada es gratis. El altísimo grado de absentismo (no me refiero a BSH en concreto) en Navarra no es gratis, nos hace a todos menos competitivos. Los distintos permisos retribuidos de los que podemos disfrutar no salen gratis. Nos hacen más caros que nuestros competidores. Nos cuesta más producir cada cosa. No les digo nada cuando se apruebe la semana de 37,5 horas. Seremos todavía menos competitivos. Son medidas muy populares (cómo no lo van a ser), pero nos hacen competir en desigualdad. Seamos conscientes de ello porque podemos tener muchos derechos pero pocas empresas en pocos años.

Muchas compañías vinieron aquí porque éramos competitivos en los 60, porque estábamos bien comunicados (comparativamente con otros), porque teníamos la mejor fiscalidad de España aprovechando nuestro Fuero y porque se sentían acogidas y queridas.

Ahora las empresas se van, y lo que es peor, no vienen nuevas. Nos hemos empeñado, de muchas maneras, en ser hostiles económica, social y fiscalmente al capital que invierte. Vamos recogiendo lo sembrado.

Recapiti
ana-yerro