Fuego. Agua. Ratas y olvido. Un cóctel explosivo que está poniendo en riesgo la salud cada vez más mermada de las personas sin hogar en Pamplona. Al incendio ocurrido el sábado por la tarde en los invernaderos de Aranzadi –todo apunta a que fue provocado–, se suman las intensas lluvias y una invasión de ratas. Una emergencia social desatendida por las sucesivas administraciones a lo largo de estos años.
Los jóvenes inmigrantes magrebíes, alrededor de cincuenta solo en este lugar, están completamente desechos tanto física como mentalmente por la falta de alimentos, higiene, seguridad y, en definitiva, por la falta de expectativas. Así lo expresaron ayer a este periódico. La mayoría ha huido en patera o en los bajos de camiones, incluso caminando desde Turquía. “Ya no sabemos cómo protegernos”, declaraba uno de estos chicos desde el interior de su tienda. “No tenemos comida y los colchones están empapados”.
AJUSTE DE CUENTAS
En relación a la chabola que ardió el sábado por la tarde y en la que no hubo que lamentar heridos, según testigos, se ha debido a un ajuste de cuentas. Hace justo un mes, tal y como publicó este periódico, las dos personas que vivían bajo esta caseta de plásticos incendiada tuvieron un enfrentamiento con otros chicos que les asaltaron con un cuchillo y palos. Uno resultó herido con arma blanca y otro acabó con el brazo roto por un golpe con una vara de hierro, precisamente el mismo al que el sábado le quemaron la tienda.
Ayer, al amanecer, olía a plástico y a colchón quemado. Los jóvenes inmigrantes dormían en sus tiendas y las ratas, decenas de ellas, hurgaban entre las cazuelas, el calzado y el interior de las tiendas. Los caminantes no daban crédito. “¡Esto es un desastre!”. Las lluvias han echado abajo parte de la techumbre del invernadero y los jóvenes se han arrinconado en lo que creen es la zona más segura.