Golpe en la mesa

Real Sociedad 0-2 Osasuna

Osasuna cuaja su mejor versión a domicilio para secar a la Real y exhibir su alegría ofensiva

Osasuna voló y resistió en San Sebastián para conquistar un triunfo de los que llena el estómago de energía positiva. Venció y convenció en una cancha de Europa League para quitarse esa etiqueta de equipo reservón a domicilio que le perseguía. Este domingo en el Reale Arena llegó a mostrarse esa línea vertical instaurada en El Sadar como prueba de su ambición, combinada con esas fases de neutralizar a una Real Sociedad que estaba claro que llevaría el peso de las posesiones. Los navarros fueron algo más que una secante y un bloque armado porque dejaron esa huella de mirar hacia adelante en velocidad cuando había que atacar. 

Bryan Zaragoza fue el máximo exponente de este desequilibrio punzante en la noche que cerraba el domingo. Dos asistencias dio el andaluz para los golazos de Torró y Budimir como regalo a los cientos de aficionados rojillos que regresaron por carretera de madrugada a sus casas. Hoy en la oficina también se hablará de las extraordinarias paradas de Sergio Herrera, cuando se ganaba personalidad para saber sufrir. Este equipo sigue creciendo mientras su casillero de puntos toma cuerpo.

Osasuna se desmelenó en su puesta de largo en Anoeta, cuya historia para los rojos ha cambiado aquella tendencia negativa. A Vicente Moreno le resultó fructífero el planteamiento que había diseñado. Era cuestión de imponer el orden en campo propio para secar a una Real Sociedad decepcionante, y agitar el árbol con las salidas en transiciones. En este contexto de partido, apareció un Bryan en plan estelar con las dos asistencias que repartió. Cruzado ese primer tramo de dominio estéril donostiarra y un Osasuna agazapado, el malagueño ya había avisado con una llegada al área antes de que afilara la navaja.

Jugada ensayada

Un córner de la pizarra de Dani Pendín generaba el primer gol navarro a los 22 minutos. Bryan sacó en corto por sorpresa a Moncayola y recibió de nuevo la pelota para tocarla con una clase de futbolista de primer orden. El vuelo y la velocidad eran perfectas para que un jugador que metiera la cabeza. Así lo hizo Lucas Torró, que se elevó para girar el cuello y mandar el balón con una dirección cruzada imposible para Álex Remiro.

Bryan estaba desatado con espacios por delante. Se defendían bien los rojillos, solventes en no conceder salvo en un remate de Aguerd que repelió Herrera. La idea era intentar a continuación conectar con sus hombres diferenciales de ataque. Aimar lubricaba las ofensivas, Bryan removía el avispero en su duelo desigual con Aramburu y Budimir estaba con la caña siempre partiéndose el pecho. Vaya trío tiene Osasuna, siempre con ese aroma que gusta de la verticalidad.

Pasada la media hora, el croata convertía el 0-2 ayudado por un servicio magistral de Bryan, impecable en sus carreras para acelerar y frenar y cambiar de dirección según convenía. Juan Cruz había lanzado la contra y puso otro ladrillo con el desdoble que generó duda en la Real. Aimar también había limpiado el espacio para Budimir, que controló y disparó raso ajustado a un palo con absoluta maestría.

Seguía Osasuna valiente sin que por su mente pasara la posibilidad de especular. La Real se desesperaba. Estaba lejos de Herrera y dando la sensación de ser parsimoniosa. Se le vio triste. Era horizontal por dentro e inofensiva arriba. Los de Vicente Moreno tenían mucha culpa de ello.

Entre conducciones y regates de Bryan y ese atasco continuo de la Real, Pulido Santana allanaba más el camino con la señalización de un penalti que sin embargo corrigió cuando le llamaron del VAR y vio la jugada en la pantalla. Había sido una disputa entre Aramburu y Boyomo que terminó con el franco-camerunés en el suelo. No había penalti en realidad.

Antes del descanso, Areso se sumaba a la fiesta de las transiciones producto de la mentalidad vertical con la que afrontó el equipo este partido en San Sebastián.

A resistir

Por delante, quedaba quemar una segunda parte en la que se puso a prueba la capacidad de sufrimiento. La Real se echó arriba con todo, ayudada sobre todo por la entrada de Kubo. La resistencia tuvo un nombre propio, el de un Sergio Herrera descomunal.

Primero sacó una gran mano a disparo de Sucic que recordaba al disparo de su compatriota Budimir del 0-2. Más tarde, el guardameta voló todo lo que pudo para evitar el gol del japonés recién entrado al campo. Barrene fue el siguiente en acercarse al gol, pero mandó al limbo su ocasión.

Catena y Boyomo estaban serios atrás, también en los fueras de juego provocados. Torró se multiplicaba para llegar a todo. No paraba de ganar duelos. Pasada esa fase de crisis, era el momento de poner la réplica. Budimir estuvo cerca de apuntillar. Aimar le entregó la pelota tras un robo y el punta rojillo, obstaculizado por Aguerd, lanzó fuera en el mano a mano con Remiro con su izquierda. Juan Cruz enganchó un zurdazo después ligeramente desviado.

Vicente Moreno movió piezas. Pablo Ibáñez saltaba para dar más aire a la parcela ancha. Bretones pisaba la banda con piernas para estirar los ataques, mientras que Bryan pasaba a la derecha.

El partido no tenía freno. La Real no entregaba la cuchara. Osasuna se defendía pero atacaba. Nacho Vidal y Moi Gómez salían más tarde para darle al equipo ese oficio necesario para que corrieran los minutos más rápido. Areso adelantaba su posición. Pulido cometía su segundo error grave al decretar un penalti del cascantino a Brais que el VAR otra vez le desacreditó. En estas, Vicente Moreno era expulsado.

El nivel de peligro de la Real había bajado escalones. Los navarros estaban durmiendo la pelota. Era cuestión de esperar y celebrar un gran triunfo con los rojillos que manchaban de rojo Anoeta. La primera alegría en un desplazamiento. No será la única si el equipo sigue en este nivel de juego.

Real Sociedad - Osasuna, en directo