Estaba viendo los informativos de alguna de las cadenas nacionales cuando salió la noticia de la tractorada en imagen; a mi lado, un niño de tres años que con ánimo explicativo me contó: “mira, los señores de los tractores están enfadados y por eso no quieren bajarse del tractor”. Mi sorpresa fue mayúscula; ¿cómo podía imaginar que un niño, casi un bebé, sabía y era consciente de un problema que millones de españoles y muchos dirigentes desconocen y eluden? La pregunta era obligada “¿cómo lo sabes?” Y la respuesta obvia: “¡me lo ha contado papá!”.
Ahí estaba, la esencia de la información: una fuente fidedigna, un hecho contrastado, una verdad palmaria y un canal de transmisión directo adaptado a las capacidades del receptor de la misma. Sin interpretaciones, sin condicionantes, sin intereses políticos o sociales añadidos, sin ruido, sencillamente una verdad: los agricultores europeos están indignados y utilizan sus tractores como medio de manifestación. Lógicamente, cualquier adulto, si tuviera interés podría haber completado el lead con las cinco ‘w’ de la información (qué, quién, cuándo, cómo y porqué); pero la esencia es lo importante, es la verdad desnuda: la noticia.
Y es que, uno de los muchos males que parece tener esta sociedad llamada digital, de la información, del conocimiento o de la inteligencia es la desinformación; la difusión deliberada de información falsa o tramposa con el objetivo de engañar o manipular a la audiencia. Y donde decimos audiencia podríamos decir consumidores, clientes, votantes, ciudadanos.
Lucha contra la desinformación
Desde hace meses, hay movimientos sociales intensos, en todos los ámbitos, promoviendo la lucha contra la desinformación. Al frente de esta, entidades como la asociación de editores CLABE o la FAPE, multinacionales como Google, Facebook o X, instituciones como los verificadores, la Agencia Española de Protección de Datos, el Centro Criptológico Nacional, la Policía Nacional, la Guardia Civil e incluso políticos y partidos que públicamente aseguran apoyar este movimiento. Pero también empresas que con su trabajo diario buscan sumar y no restar, dar luz y no oscuridad, potenciar y no bloquear, prevenir y no llorar, empujar y no retener.
En este espíritu de trabajo se ha situado InBusiness, una consultora, asesoría de empresas con fuerte base tecnológica donde el conocimiento profundo, la estrategia limpia, la transparencia en los mensajes, la claridad en los consejos, la prevención en los riesgos y la comunicación -en la máxima extensión de la palabra- son bandera y seña de identidad.
Y es que en una sociedad en la que todo se sabe, pero tristemente se manipula; en la que un post mentiroso en una red social prevalece sobre una verdad meridiana, en la que cada individuo se encierra digitalmente en una burbuja y se niega a abrirse a otro flujo de información, lo único que queda es posicionarse y trabajar sin denuedo con principios, con valores, con esfuerzo, aportando experiencia y sabiduría, dejando la falsedad atrás y alejándose de Sodoma caminando siempre hacia adelante y sin mirar atrás.
Sí, digitalización, conocimiento, información e inteligencia (natural y artificial) son vocablos vacíos, sino atributos descriptivos y posicionarnos en la lucha contra la desinformación es una declaración de intenciones y una puerta a un nuevo camino.