Autores: Silvia López y Juan Francisco Urbán (Instituto Cervantes de Tokio)
Hoy en día, los docentes de ELE tenemos acceso a muchos más materiales y recursos para el aula que nunca: actividades complementarias, vídeos, infografías, etc. Simplemente con agotar todo lo que propone el libro de texto podríamos dejar exhaustos a nuestros alumnos. Pero esto implica un gran número de toma de decisiones: en qué momento propongo una tarea determinada, en qué orden, es decir, ¿cómo organizo los procesos del aula?, ¿qué principios pueden ayudarme a planificar mis secuencias?
DRAMATIS PERSONAE
Marta, profesora novel
Mavi, profesora con más experiencia
Plantas, libros de ELE, y la unidad 4 de Aula Internacional Plus 1
Marta abrió la unidad 4 del libro. Era la primera vez que impartía ese curso. Mavi le había hecho un comentario rápido en la sala de profesores al que le estaba dando vueltas. Le dijo que la unidad “fluía muy bien si la sabes combinar”. Pensó que si una profesora con tanta experiencia tenía esta opinión, aquello debía de ser verdad. Después empezó a darle vueltas a qué significaba que la unidad “fluyera si se sabía combinar”.
Revisó rápidamente los contenidos de la unidad: ropa, colores, demostrativos (este, esta), diálogos en tiendas… Perfecto, suena divertido. Se puso en marcha. Esa semana estuvo recopilando todo tipo de actividades que encontró en internet sobre estos contenidos, algunas fotocopias de otros libros, otras de libros de gramática, juegos de flashcards. Montó un par de tablones digitales muy divertidos, preparó también un juego de la oca con dibujos de prendas de ropa. Ya lo tenía.
Por la mañana vio que Mavi estaba en la sala de profesores regando las plantas. Las macetas se agolpaban en su estantería, entre los libros de ELE, al acecho de la luz que proyectaba la única ventana de la sala. A pesar del desorden, parecía que plantas y papeles habían llegado a un acuerdo amistoso para compartir el poco espacio que tenían. Marta pensó que este era un buen momento para mostrarle a Mavi su planificación y todas las actividades que pensaba “combinar” con la unidad 4.
Mavi escuchaba con atención a Marta mientras colocaba sus actividades en su escritorio. “He encontrado esta fotocopia, y ese recorte que he puesto en el tablón digital me va a servir muy bien. Mira esta también, la he sacado de un libro de la sala de profesores”. Marta tuvo que quitar una de las fotocopias con actividades que se había quedado encima del teclado de Mavi. Quería enseñarle el juego de la oca digital con vocabulario de la ropa que había creado por la mañana. El ratón saltaba del escritorio enérgicamente dirigido por su mano, en busca de la plataforma digital donde se alojaba el juego. “¡Aquí está! ¿Qué te parece?”
Mavi se sintió tan aturdida por la invasión de papeles como su propia mesa, pero al mismo tiempo, encantada del dinamismo de su compañera. Recordó que hace poco había llegado la versión anotada del libro de texto. Lo abrió en la página donde estaba el itinerario alternativo. Le preguntó: “¿has pensado cómo vas a ordenarlo? Mira, por ejemplo, aquí están recomendándonos seguir la actividad 3, 4 y después la 12.”
Fue ahora Marta la que se sintió un poco como Mavi y su mesa hace un minuto. No, no había pensado en un orden concreto. Simplemente seguir las páginas del libro en orden, y combinarlo con sus actividades extra. Hacerlo de modo flexible, dependiendo de la energía o del cansancio de los alumnos, del tiempo de cada sesión.
Mavi es de esas personas que pueden leer los pensamientos de otros cuando titubean. “Fíjate”, le dijo. “Es interesante… Cada actividad que han elegido en el libro del profe pertenece a una sección diferente”. Rápidamente sus dedos fueron señalando las cabeceras de las páginas “Comprender”, “Explorar y reflexionar” y “Practicar y comunicar”.
Marta reconoció las cabeceras del libro, las había leído antes, aunque no les había prestado mucha atención. Mavi continuó.
-Realmente en el libro del profe no siempre se sigue esta secuencia, es decir: una actividad de “comprender”, otra de “reflexionar” y otra de “practicar”. Tómate estas secciones como orientación, ¿sabes? Es flexible…, pero quizás las cabeceras te puedan servir para identificar por qué procesos pueden pasar los alumnos en cada una de las actividades. Para planificar, yo suelo mirar antes lo que tienen que hacer los alumnos al final, la última actividad. Aquí hay “acción”, los alumnos actúan, ¿no?
Mavi señaló la última actividad, en la que los alumnos imaginan que viajan juntos a Bariloche o a Santander. Deben consensuar qué ropa y objetos tienen que llevar en la maleta y cómo van a conseguirlos.
Marta salió del silencio, todavía dudando.
-¿Actúan? Bueno, sí, quieres decir que en esta actividad los alumnos están usando la lengua ¿Es eso?
-Eso es, es una actividad de uso. ¿Y qué proponen hacer antes de llegar a esta actividad?
-Pues… Proponen trabajar el vocabulario, ¿no?
-Sí, bueno, pero no solo eso. Si invitamos a los alumnos a usar la lengua desde el principio, van a surgir las primeras ideas, van a poder explorar qué saben sobre ese tema. Fíjate en este recuadro del libro. Lo puedes plantear antes de la actividad 3.