La verdadera identidad de Madame Duval de Antonio Miguel Morales - Masteatro

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La encrucijada de Kent por Carlos Herrera Carmona

Un nuevo texto, una nueva representación y un nuevo puñado de luz sobre nuestra alargada sombra: la memoria histórica. Y nunca será suficiente. Siempre hay y habrá algún resquicio mal iluminado, o, más bien, ciertas historias – sobre todo de mujeres – que se empeñan en arrinconar. Con La verdadera identidad de Madame Duval resulta imposible evitar el destello del foco. Morales Montoro, autor comprometido, redirecciona nuestro posible olvido sobre lo que pasó cuando muchos de nosotros aún no habíamos nacido, aunque, hoy en día, sí somos conscientes como autores de los aullidos presentes de aquellas hienas.

Cierto que es que el nombre de Victoria Kent sigue resonando. Sin embargo, y, dependiendo de quien se acerque a su figura, se pueden malinterpretar sus pensamientos, sus ideales. La ignorancia es atrevida. La de las hienas, más. En esta pieza, el autor se aleja de los discursos parlamentarios y los enfrentamientos con su sempiterna contrincante Clara Campoamor – a quien la diputada recuerda entre risas – para mostrarnos el lado más desconocido, más inquietante de una Victoria enajaulada en París y bautizada de nuevo, para seguir con vida, con el nombre de Madame Duval. La Gestapo la ataca desde fuera, Franco la persigue con su brazo criminal: Pedro Urraca. Victoria, por contra, se nos presenta tierna y fuerte, resistente y luchadora, y frágil, ¿por qué no? Es difícil ahuyentar la angustia cuando la esvástica ondea frente a tu ventana.

Todo comienza en Nueva York, en los 60, con un recuerdo: Victoria procura que el Alzheimer no haga más estragos en la mente de su compañera de vida, Louise, y para ello nuestra heroína se abre en canal y le muestra lo que su pasado no ha conseguido borrar: el exilio no ayuda. Al otro lado del océano, ya no es tiempo de melancolía ni de rencor, sólo queda evocar la luz de Málaga a la que Victoria se aferra para que lo maligno no la tumbe jamás. París era gris, peligroso, asfixiante.

Las actrices, María Díaz y Nuria Alloza, con empaque mantienen activo el pulso de sus personajes. Se desdoblan acertadamente en otros personajes en transiciones suaves que mantienen la acción al alza. La iluminación contribuye a la claustrofobia vivida por Victoria en París, idéntica a la que viven en Estados Unidos. No deja de ser el exilio. Como metáfora del deseo de escapar y voltear fronteras enemigas, un globo terráqueo omnipresente. La puesta en escena se va desenvolviendo con flashes que la dotan de un carácter cercano a lo cinematográfico. Los rompimientos de la cuarta pared operan como breves noticiarios que confrontan al público con aquella sensación de urgencia por sobrevivir de quienes sufrían la persecución. Momentos mágicos como el de las dos mujeres en la cárcel bajo el cenital y la palabra amistad que envuelve el trasiego / el amor de Victoria y de las mujeres que la acompañan.

Quisiera terminar con unas palabras de la propia Victoria Kent, cuando, en una entrevista para TVE en 1976, al preguntarle el periodista por su regreso a España, ella, sonriendo – no deja de sonreír prácticamente en toda la aparición, y más cuando le recuerdan su chotis – responde: “Quiero esperar“. Lo dice quien tuvo en sus manos un pasaje para huir de París y no pudo. Sobrecogedor. Y yo me pregunto: ¿hasta qué hueso y su tuétano incide el dolor de la huida, el desarraigo de quiénes, como ella, lucharon por nosotros/as? Cierto es que sus opiniones sobre el voto femenino – sólo en aquel momento, no en su totalidad – siguen escociendo así como el valor que le otorgaba a los hombres cuando ella hablaba de la necesidad de la mano del hombre para que la acompañase. También inquieta su feminismo discutible (“Pueden llamarme retrógrada. No me importa“ Kent dixit), puede enturbiar su figura, sin embargo, lo dicho, hay que aproximarse a su figura desde la curiosidad, desde el afán por el descubrimiento, a por la sorpresa. Como afirma Sanchís Sinisterra “hablar de memoria y teatro implica situarse en el centro de todas las encrucijadas, de todas estas ambivalencias“. La verdadera identidad de Madame Duval, texto y representación, es un fabuloso punto de partida para seguir esta pauta. Dejemos pues que las hienas sigan riendo: desde la escena, María y Nuria no las oyen.

Carlos  Herrera Carmona es autor, director y crítico de teatro, además de profesor para la Comunidad de Madrid. @carlosherrerateatro www.carlosherreracarmona.com

Texto: Antonio Miguel Morales Montoro. Director: Antoine Jean Julien Rouillard. Reparto: María Díaz y Nuria Alloza. Diseño de espacio escénico: María Jiménez. Diseño de iluminación: Samuel Silva. Diseño de espacio sonoro y composición musical: Milo Giraldo. Diseño de vestuario: María del Pilar Alloza y María Jesús Marugan. Diseño gráfico, cartel y dossier: Virginia Hortal. Vídeo y fotografía: Vanesa Saiz Marugan. Compañía: Ortzadar Producciones.

Teatro Lagrada. 6 de mayo de 2023, Madrid.

Recapiti
Carlos Herrera