Microbiota y salud mental - GrupoLaberinto

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1.- ¿Por qué existe una relación tan estrecha entre la microbiota intestinal y los trastornos asociados a la salud mental como la ansiedad o la depresión?

La microbiota intestinal es un órgano, un complejo sistema de seres vivos que son tremendamente sensibles a su entorno (nosotros). Nuestras acciones y pensamientos dictan quién les compone y en qué cantidad. Las acciones están claras: alimentación, ejercicio, sueño. Los pensamientos, el estrés mental producen neurotransmisores, adrenalina, cortisol que directamente afectan a la supervivencia de las cepas. La ansiedad y la depresión, dos patologías de estrés crónico mantenido, disminuyen la variedad de la flora y alteran su composición; está flora a su vez envía señales químicas al cerebro que mantienen la situación de ansiedad y depresión.

2.- Estudios identifican que la relación entre microbiota y salud mental es bidireccional ¿Cómo se manifiesta?

Es una relación bidireccional porque ambos necesitan explicarse lo que está ocurriendo en cada momento y cómo reaccionar para poder mantenernos con vida. Este (como todos) es un sistema que ha evolucionado desde que hay “sistemas intestinales” y “cerebros”, del más simple al más complejo.

Aparece el estímulo estresante y con ello la adrenalina y el cortisol que inundan el cuerpo: ante esto mucha de la microbiota muere. Si se mantienen estas condiciones el tiempo suficiente no puede volver a recomponerse y comienzan a colonizar y crecer cepas menos simbiontes.

Ya sea en este escenario o en uno de salud, el cerebro a través del nervio vago va a andar señales, neurotransmisores y otras sustancias para comunicar al sistema nervioso entérico (intestinal) y a la microbiota (hoy día considerada el tercer cerebro) para comunicarle su estado y sus necesidades. La microbiota devuelve sus propias señales y neurotransmisores y mantiene un diálogo con el SNC.

3.- ¿Cuáles son las pautas dietéticas que hay que mejorar en aquellos pacientes que sufren trastornos emocionales?

La primera pauta es la regularidad y el horario de las comidas. Esto es un crono-regulador del biorritmo, imprescindible para conseguir cualquier otra cosa. El alimento debe ser ingerido dentro de una horquilla de 12 horas (puede ser de menos, pero no de más tiempo), siempre en horario diurno.

El alimento debe ser alimento y no producto, es decir, cuánto menos procesado industrialmente mejor: verduras frescas, carnes, pescados, huevos, agua, aceite, especias. La seccioné de productos frescos es casi lo único que necesitamos del supermercado. Si podemos comprar en un mercado tradicional, mejor.

Hay que aumentar el consumo de proteínas y la variedad de sus fuentes. Esto ya está demostrado que aumenta la diversidad de la microbiota, pero es que además nuestros neurotransmisores están hechos de aminoácidos. En la mayoría de pacientes vemos dietas muy deficientes en proteínas. Le debe acompañar grasa de calidad. Nuestro cerebro y hormonas están hechas de ácidos grasos y son esenciales para mantener también la variedad y la salud de la microbiota. Omega 3 del pescado, aceite de oliva virgen extra, grasa saturada de huevo y carne, omega 7 y 9 de la anchoa, salmón, nueces de macadamia, aguacate, avellanas, pistachos, almendras, nueces. Los frutos secos siempre que se pueda, crudos, sin tostar ni sal.

Marisa Caban; Asesoramiento y acompañamiento en procesos de salud en GrupoLaberinto

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