Trump, redes sociales y geopolítica digital: ¿Qué significa la presencia de los CEO de Meta, X y TikTok en su investidura? - Onbranding

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Lejos del mero protocolo, la toma de posesión de un líder político es un evento con un amplio significado geopolítico. La posible asistencia de los CEO de Meta, X y TikTok a la investidura de Donald Trump plantea un escenario de gran relevancia en el contexto internacional, ya que estas redes sociales representan espacios virtuales definidos, con intereses geopolíticos divergentes: Estados Unidos, con Meta y X, China, con TikTok, y los bots rusos de Telegram que albergan multitud de datos filtrados y otros menesteres.

Desde la sociología de la comunicación y la ingeniería social, esta situación se inscribe dentro de una dinámica más amplia de influencia sobre la opinión pública. Como expone Noam Chomsky (1997), los medios de comunicación y las redes sociales han evolucionado y se han democratizado hasta convertirse en herramientas fundamentales en la construcción del consenso y en la manufactura de la opinión pública. A ello se suma la creciente preocupación por la injerencia de actores externos en la democracia a través de la manipulación informativa y la creación de discursos polarizados (Sunstein, 2001).

Uno de los fenómenos clave en este contexto es la presencia de bots y campañas de desinformación organizadas para modificar el discurso público. Investigaciones como las de Howard y Woolley (2017) nos demuestran cómo las redes sociales se han convertido en ecosistemas donde los algoritmos y las inteligencias artificiales pueden amplificar o disminuir narrativas específicas, influyendo en elecciones y decisiones políticas ligándonos a corrientes de opinión que nos pueden parecer idóneas y poco rebatibles. En este sentido, la presencia de estos directivos en un evento de tal magnitud puede leerse como un reconocimiento del papel central que desempeñan sus plataformas en la gobernanza global.

TikTok, como aplicación con origen en China, introduce una variable geopolítica relevante. A diferencia de Meta y X, cuyo marco regulador está sujeto a legislaciones occidentales, TikTok ha sido objeto de debates sobre su impacto en la seguridad nacional, especialmente en Estados Unidos (Feldstein, 2020). Este contraste refuerza la idea de que el ecosistema digital es, en sí mismo, un campo de disputa entre potencias, en el cual los datos y la capacidad de influencia son activos estratégicos de primer orden.

Otro factor a considerar es la proliferación de narrativas aparentemente independientes que, en realidad, son el resultado de una sofisticada ingeniería social y que se percibe en el marco neoliberal como pluralismo informativo. La posibilidad de añadir contexto a una noticia, en vez de que la propia plataforma contraste la veracidad de la información, genera un campo de batalla en el que quien más veces diga algo más razón tendrá. Es decir, la moneda de cambio para la amplificación del mensaje ya no es ser el propietario de un medio de mucha difusión, sino de poseer un espacio “libre” en el que se pueda decir (y repetir) hasta afirmar y confirmar.  Como señala Cass Sunstein (2017), la arquitectura del entorno digital ha permitido la formación de cámaras de eco donde las percepciones individuales pueden ser moldeadas de manera deliberada. En este sentido, la presencia de bots en plataformas como Instagram o X, a menudo asociados con estrategias de desinformación de origen ruso (Miller, 2021), ejemplifica cómo las redes sociales han sido instrumentalizadas para erosionar la confianza en las instituciones democráticas.

En un mundo donde el espacio virtual cobra cada vez mayor protagonismo, la toma de decisiones informadas sobre la regulación y el impacto de estas plataformas es crucial. Empresas y ciudadanos deben comprender que la influencia de las redes sociales trasciende la esfera del entretenimiento y se convierte en un factor determinante en la estabilidad política global. La convergencia de los máximos responsables de estas corporaciones en eventos de alta relevancia política no es casualidad, sino la manifestación de una nueva era donde el poder digital y el poder político están intrínsecamente entrelazados.

Es imperativo continuar investigando y debatiendo sobre la relación entre redes sociales, geopolítica digital y democracia, asegurando que las decisiones que se tomen al respecto se basen en evidencia científica y análisis rigurosos. En este sentido, la comunidad académica, los reguladores y la sociedad civil deben asumir un rol activo para garantizar que la tecnología sirva como un vehículo para la transparencia y el fortalecimiento democrático, en lugar de convertirse en una herramienta de manipulación masiva.

Imagen generada por GROK, la IA de X

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