El “amanecer” en una concha

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Brilla como la porcelana y es de un color naranja intenso. La concha del cauri dorado ha sido codiciada por muchos a lo largo de la historia. Un ejemplar del siglo XIX permaneció cuatro décadas custodiado en el Banco de España.

Según el naturalista e ilustrador anglo-irlandés Edward Donovan (1768-1837) esta especie de gasterópodo fue vista por primera vez en la isla de Tahití durante el primer viaje que realizó el capitán James Cook a los Mares del Sur entre 1768 y 1771. El naturalista británico Joseph Banks (1743-1820), junto con otros hombres de la expedición, la observaron entre los adornos con los que los nativos de Tahití habían decorado sus vestidos, que estaban compuestos de plumas y cortezas de árboles sujetos mediante una cuerda que pasaba por un agujero perforado en un lado de la concha.

Ejemplar de cauri dorado (Callistocypraea aurantium), procedente de la colección de Patricio Paz y Membiela. Colección de Malacología del MNCN. Imagen: Servicio de Fotografía MNCN.

Aunque los ingleses mostraron mucho interés por esas conchas, los tahitianos no parecían muy dispuestos a desprenderse de ellas  Al parecer, procedían de una isla lejana que estaba habitada por caníbales y que, atendiendo a sus indicaciones, debían ser las islas Fiyi. Finalmente, los navegantes solo consiguieron las conchas sujetas a la vestimenta, por lo que todas estaban agujereadas. Además, según el zoólogo francés Léon Gaston Seurat (1872-1949), que estudió la fauna de la Polinesia francesa, los indígenas solían perforarlo con dos agujeros para colocarlo en el centro de su collar de conchas, lo que explica la relativa abundancia de cauris dorados así perforados que se encuentran en muchos museos.

La concha recibió varios nombres y todos ellos hacían alusión a su intenso color naranja. Lo que se conoce popularmente como cauri dorado originalmente se llamaba cauri anaranjado, aurora o amanecer. Aunque se le asignaron distintos nombres científicos como Cypraea aurantium y Lyncina aurantium, actualmente el nombre aceptado de la especie es Callistocypraea aurantium Gmelin 1791.

Cauri dorado. Imagen: Chong Chen.

Una de las cosas que más llama la atención es su particular brillo similar al de la porcelana, ya que el molusco envuelve el exterior de la concha con el manto carnoso, frotándola continuadamente, dando como resultado una superficie lisa, totalmente pulida y brillante. Su manto es una combinación de gris oscuro con manchas y parches translúcidos a través de los cuales se aprecia el color naranja de la concha. Su color es muy intenso en los ejemplares vivos, pero se desvanece lentamente después de la recolección. La longitud típica de la concha es de alrededor de 90 mm, se sabe que los ejemplares muy grandes superan los 120 mm.

Este gasterópodo habita en el Pacífico, desde el oeste de Polinesia, pasando por gran parte de Melanesia y Micronesia, hasta las islas Filipinas. Podemos encontrarlo a unos 15 o 25 metros de profundidad en formaciones coralinas. Es un molusco raro pero, sobre todo, difícil de ver, ya que no tolera la luz. De día permanece escondido en grietas profundas en los arrecifes y sale solo de noche para alimentarse. Se arrastra por cornisas y cuevas, generalmente con el manto completamente extendido, de tal modo que se camufla bastante bien.

En el siglo XVIII las conchas más hermosas y raras provenían de los Mares del Sur. Uno de los libros de conchas más bello es The Universal Conchologist de Thomas Martyn, que comenzó a publicarse en 1784, una época en la que la historia natural era un pasatiempo de moda entre la nobleza y las clases altas. La obra, que aspiraba a ser una guía de todas las conchas conocidas, estaba compuesta principalmente por grabados coloreados a mano, dibujados con gran precisión.

En Europa, el cauri dorado era muy solicitado ya que era difícil de conseguir. Margaret Cavendish Bentinck, la duquesa de Portland, poseía una de las mayores y más bellas colecciones de conchas de Inglaterra. Incluía conchas traídas por el capitán James Cook de sus viajes al Pacífico, dos de las cuales eran un cauri dorado colectado en Tahiti y otro en lo que en el siglo XVIII se conocían como Friendly Islands, hoy reino de Tonga. Esta concha que era extremadamente escasa en 1786, cuando la duquesa subastó su colección, aparece figurada en el segundo tomo del libro de Thomas Martyn.

Cypraea Aurantium. The Universal Conchologist, 1789. Imagen: Biodiversity Heritage Library.

La colección de Malacología del Museo alberga 10 ejemplares de esta especie. El espécimen que protagoniza esta entrada perteneció a la colección del naturalista que presidió la Comisión Científica del Pacífico, Patricio María Paz y Membiela (1808-1874). Fue colectado en la isla de Tahití, en la Polinesia francesa, e ingresó en el Museo en 1873. Tiene la particularidad de que estuvo depositado en el Banco de España desde 1896 hasta 1936, probablemente para evitar robos ya que resultaba muy atractivo para los coleccionistas.

Fue el conserje y escribiente del Museo José Escribano quien firmó los documentos de depósito de alhajas en el Banco de España, tal y como figura en el expediente sobre el depósito que se conserva en el archivo del Museo (sig. ACN0261/025). En dicho documento se indica que una caja de pino con las iniciales M. C. N.  nº 1 , valorada en 10.000 pesetas, contiene piedras finas, la mayor parte sin labrar y algunas talladas, junto a dos conchas con tres perlas de meleagrinas (Pinctada margaritifera) y dos cauris dorados. Del otro ejemplar de cauri dorado no disponemos de información, ya que no aparece en el Inventario de la colección de conchas de Patricio Paz y Membiela que realizó el malacólogo del Museo Joaquín González Hidalgo (1839-1923) en 1873 (sig. ACN0245/001).

En 1969 el malacólogo británico S. Peter Dance publicó el libro Rare Shells en el que describe cincuenta conchas que tenían una historia interesante y a menudo apasionante, entre las que se encontraba C. aurantium por tener un récord mundial de tamaño. Actualmente, esta especie sigue siendo muy apreciada por los coleccionistas.

Referencias bibliográficas:

Araujo, R. 2021. El arca de las tres llaves. Las colecciones de moluscos e invertebrados del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Ed. Doce Calles.

Donovan, E. 1823. The Naturalist's repository, Vol. I, pp. 244-252. London.

Martyn, T. 1789. The universal conchologist: exhibiting the figure of every known shell accurately drawn and painted after nature. London.

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Martínez López Carmen