“Quiero decirles a las niñas y jóvenes: ustedes son importantes, valiosas y perfectas. Sueñen y luchen por sus sueños, empodérense y, sobre todo, sean agentes del cambio”.
Lisbeth ha sido parte del programa de apadrinamiento de Plan International durante ocho años y ha podido ver de primera mano cómo trabajar por la igualdad puede cambiar vidas. Esto le ha dado acceso a oportunidades adicionales de aprendizaje, incluyendo charlas sobre prevención de la violencia y capacitación para desarrollar sus habilidades de liderazgo.
Actualmente, Lisbeth tiene 14 años y vive en la provincia peruana de Paucartambo, en el departamento de Cusco. Situado en los Andes peruanos, Paucartambo ha preservado su arquitectura, cultura y tradiciones, lo que lo convierte en un destino turístico conocido. Pero detrás de sus calles adoquinadas, plazas históricas, iglesias y monumentos, esta hermosa provincia enfrenta altos niveles de desigualdad.
Lisbeth explica que el mayor desafío que enfrenta su comunidad es la violencia de género. “En mi región, la violencia contra las mujeres es preocupante y la normalizamos. Muchas niñas no siempre son conscientes de los peligros que les esperan.”
Perú tiene una de las tasas más altas de violencia de género en el mundo. Según cifras oficiales, 7 de cada 10 mujeres han sufrido violencia en algún momento de sus vidas, y las formas más graves de violencia ocurren principalmente en sus hogares. Actitudes patriarcales, estereotipos arraigados y prácticas nocivas que legitiman la violencia contra las mujeres son las principales causas.
“En los últimos años, hemos tenido el problema del embarazo adolescente en mi área, lo que me pone muy triste”, dice Lisbeth. “A largo plazo, enfrentarán problemas de violencia física y psicológica, e incluso pobreza extrema.”
Las denuncias de violencia, matrimonios forzados o matrimonios infantiles a menudo no son escuchadas. Muchas mujeres tienen miedo de denunciar la violencia en su contra debido al riesgo de represalias, y los retrasos legales dificultan que las supervivientes accedan a protección legal y física.
“No se puede combatir algo que no se ve como un problema”, explica Lisbeth. “Creo que podemos lograr la igualdad más rápido enseñando a los niños que las mujeres no son objetos y que deben tener las mismas oportunidades que los hombres y los niños.”
Utilizando las habilidades de liderazgo y defensa que aprendió a través de las capacitaciones de Plan International, Lisbeth decidió convertirse en educadora entre pares para el proyecto “Decidiendo sin violencia”, que tiene como objetivo garantizar que los niños, especialmente las niñas y mujeres jóvenes, puedan crecer en un entorno seguro, libre de violencia y abuso sexual.
Las educadoras entre pares como Lisbeth buscan garantizar que los adolescentes y jóvenes conozcan y puedan ejercer sus derechos a la salud y el bienestar, tanto en su desarrollo diario como en situaciones de emergencia. “Una educadora entre pares guía y ayuda a sus amigos y familiares a evitar problemas como la violencia y la desigualdad”, explica Lisbeth.
Entendiendo que el liderazgo es la clave para el cambio, Lisbeth está comprometida a alzar su voz para detener la violencia en su región. “Las experiencias de liderazgo que he tenido me han ayudado mucho. Sé más sobre temas de violencia, así que puedo enfrentarme a ella y ayudar a otras mujeres de la comunidad.”
Pensando en el futuro, Lisbeth está decidida a continuar su activismo y convertirse en abogada para apoyar y dar herramientas a niñas y mujeres. “Quiero seguir trabajando por los derechos de las mujeres, empoderarlas y hacerlas más fuertes”, dice. “Quiero apoyar a todas las mujeres en Perú que enfrentan las dañinas consecuencias del silencio y la indiferencia.”