Rubén Ochandiano: «Creo que Chéjov es el gran enemigo de TikTok y de todo lo que atenta contra la poesía»

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Era 2011 y Rubén Ochandiano resolvía La Gaviota en una versión diminuta en formato, pero inmensa en posibilidades. Para el público, comenzó en el hall del Teatro Lara, pero su obsesión venía de antes. Durante estos años, ha tenido edad para hacer de Kostya, pero el personaje se le escapó en un par de ocasiones. Hasta este 2025, en el que vuelve a escena con esta obra y una pregunta muy concreta: ¿y si el protagonista de La Gaviota hubiese sobrevivido al suicidio?

Kostya (el hombre que quiso) es un texto que Ochandiano ha escrito, dirige e interpreta y que ha estrenado en el Teatro del Barrio, como La Gaviota 2.0 o un de spin-off del personaje de Kostya, según sus palabras. “Durante estos años, he viajado mucho por el mundo buscando sus montajes porque se ha convertido en una pieza que me da mucho placer ir a ver y descubrir qué hacen los creadores con su texto. Se ha convertido en una especie de lugar al que volver. Mi autor favorito es Chéjov porque siento que cuenta mejor que nadie el alma humana y, en concreto, esta obra habla de los asuntos que más me interesan”.

A la vez que Kostya 20 años después, Rubén es un hombre de 44 años, atravesado por problemas comunes que nos pueden inquietar también al resto: el funcionamiento del teatro, la muerte, el dolor, el suicidio o de cómo existimos a ojos de las otras personas. “Empecé a fantasear con la idea de qué habría pasado si Kostya no muere al final y ahora fuese un hombre de cuarenta y tantos, que se enfrenta a sus fantasmas y a los pilares de su existencia, que se parecen un poco a los míos; mi vocación, el arte, mi madre, la necesidad de compromiso e intimidad con el otro y también mis mayores temores, como el paso del tiempo, la soledad, que tu vida no acabe de parecerse a aquello que imaginaste, el funcionamiento de esta industria, de los teatros públicos… Se acerca a temas que afectan a todos los que nos dedicamos a esto y que está bien poner en voz alta”.

La función comienza y vemos a un personaje solitario, lleno de dudas y de revelaciones vitales. Pero quien espere un discurso combativo desde la violencia o la venganza, se desesperará. Ochandiano llega con una propuesta activa en recuerdos y muy bien empleada en desatar debates. Confiesa que se ha metido en todos los jardines en los que quería y que “la pieza se pone un poco punki en algunos momentos, sin perder la poesía”. Amable con su público y distópico en todo lo que debería funcionar mejor en nuestra sociedad, en nuestras relaciones y en el gremio teatral, Kostya es un disfrute escénico y una bendición por el lugar en el que se detiene a reflexionar.

Con esta obra, queda más que confirmado que Rubén queda unido a Antón y que Ochandiano se ha revelado más allá de Chéjov. “Ante la duda y cuando me entra mucha angustia vital, vuelvo a leer La gaviota y algo se me coloca. Creo que Chéjov es el gran enemigo de TikTok y de todo lo que atenta contra la poesía. No tengo intención de abandonar mi relación con él”. Que así sea.

Tras pegarse un tiro al final del célebre drama de Chéjov, inexplicablemente, Kostya sobrevivió. Hoy, veinte años después, Konstantin Gavrilovich es un escritor de mediana edad que reflexiona acerca de su vocación, el arte y los fantasmas que habitan su existencia: su madre, Boris Trigorin y, por supuesto, Nina.

Amanda H C

Rubén Ochandiano

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