Tras la Guerra Civil, los Nabeiro comenzaron a exportar café desde Portugal a España y buscaron conquistar el mercado mundial. La tercera generación de la empresa, con 3.800 empleados, sirve hoy cortados y ‘cappuccino’ en más de 50 países.
Cortado, solo, con leche, sombra, nube, mitad, largo, cappuccino o americano. No existe la forma perfecta de tomar café salvo la propia. Para Rui Miguel Nabeiro (Lisboa, 1979), tercera generación al mando del Grupo Nabeiro-Delta Cafés y actual director ejecutivo de la compañía, la receta magistral para disfrutar de esta bebida al que tanto le debemos es el espresso. «Puedo tomar cinco o seis tazas al día. En Portugal el 98% del consumo es espresso puro. Salvo en el desayuno. La primera taza del día es con leche». Eso sí, para conciliar el sueño de forma efectiva y poder liderar la compañía que su familia fundó en 1961, la estrategia de Nabeiro es no tomar café después de comer y no echarle azúcar «salvo que sea de la competencia» (risas).
La cafeína corre por la sangre de esta familia portuguesa. El pequeño negocio que su abuelo Rui Nabeiro montó en un local de cincuenta metros cuadrados en Portugal hace 64 años ahora está presente en más de cincuenta países de los cinco continentes, cuenta con más de 3.800 empleados y actualmente también comercializa vino, infusiones y chocolate a la taza entre otros productos y una fuerte presencia en el canal Horeca. La empresa espera alcanzar los 560 millones de euros de facturación en el presente curso.
Pero, ¿cómo se pasa de vender en una diminuta tienda a ser un referente mundial del café?
Seguramente la respuesta correcta sea con trabajo, determinación y una buena estrategia. Todo comenzó cuando mi abuelo empezó a exportar café a España tras la Guerra Civil. Eran otros tiempos. Cuando él era pequeño tostaba café junto a su familia en Campo Maior [municipio portugués que sigue siendo la sede de la compañía] y cruzaba la frontera para venderlo en España porque no había suministro. Cuando creció, decidió asentar su negocio en forma de pequeña tienda y el resto es historia.
¿Dónde encontró la semilla que lo catapultó al éxito?
Nosotros no producimos el café, vamos al punto de origen y compramos el mejor grano posible: Brasil, Colombia, África y Asia son algunos de los proveedores. Actualmente África no es tan fuerte en la producción como antaño. Sin embargo, es un continente importante para la historia de Delta dado que mi abuelo viajó hasta Angola para adquirir el máximo café posible antes de la Revolución de los Claveles en 1974. Pensaba que Portugal iba a perder su hegemonía colonial y que sería muy difícil comprar café en el extranjero. Acertó, por aquel entonces era de las pocas personas con café en Portugal y España y significó un salto enorme para el negocio familiar.
¿Fue ahí cuando conquistó a los hoteles a los restaurantes?
Es nuestro punto fuerte. Aunque el grupo tiene otras líneas de negocio, el café en restaurantes, cafeterías y hoteles es nuestro pilar principal. Mi abuelo alcanzó el éxito con su pequeña tienda precisamente en hostelería. Nunca se conformó. Siempre decía que un cliente es un amigo y yo sigo siempre esa premisa. Trabajó desde los nueve años hasta hace dos años que falleció. Gracias a su ejemplo hoy tenemos más de 35.000 clientes en Portugal y 10.000 en España en el canal Horeca.
¿Qué consejo cree que le daría?
Tuve la suerte de ocupar el puesto de CEO en 2021 a su lado. Para mí fue un privilegio porque, tras completar mis estudios de Dirección de Empresas, pude trabajar junto a él durante veinte años. Siempre me permitió aprender y me corregía cuando era necesario. No creo que me diera ningún consejo diferente a los que me dio en vida. Me concedió espacio para cometer errores y también tener mis propias experiencias personales.
¿Y su padre?
Mi padre fue director comercial durante muchos años de la compañía. Cuando hacía los test psicotécnicos de formación profesional en mi etapa escolar los resultados decían que iba a ser periodista. Sin embargo, yo quería ser aviador. Pero mi padre siempre me decía que tenía que estudiar para ayudar al abuelo porque sería un orgullo para todos ser el primer licenciado de la familia. He tenido la suerte de tener a dos grandes maestros.
¿Existe mayor presión al dirigir una empresa familiar?
En casa estamos muy condicionados porque durante el almuerzo o la cena siempre hablamos de la compañía. Aunque estamos intentando aprender a hablar un poco menos sobre el negocio. A diferencia de una sociedad anónima, en las empresas familiares siempre tienes esa presión extra emocional. No obstante, tienes a una familia a tu lado que lucha contigo y quiere ser feliz a tu lado. Está bien ganar algo más que dinero con una compañía.
¿Cree que sus hijos seguirán la tradición familiar?
Mi esposa (Clara) también está en la compañía como directora de Coffee House Experience. Con ella trabajando a mi lado todo es más sencillo porque en casa nos esperan seis hijos. El menú es muy variado porque tenemos hijos de todas las edades, desde los siete hasta los veinte años. Nosotros no les presionamos con el tema. Muchas veces lo hablan entre ellos, pero para nosotros lo importante es que hablen de Delta Cafés con orgullo y con sentido de pertenencia. Vamos a dejar que sea lo más natural.
¿Sus empleados sienten de la misma forma los colores?
Hay que darle una visión clara a las personas, ese es mi deber. Un propósito nítido es lo que nos ha llevado durante veinte años a estar entre las diez compañías de café más grandes del mundo. Para hacer legible la misión hay que saber también escuchar a las personas y responder con hechos. En Campo Maior el 60% de la población activa trabaja para la compañía. Nuestro compromiso con los trabajadores ha convertido al municipio en la población con más nacimientos per cápita de todo Portugal. Algo estaremos haciendo bien si la gente crea su familia junto a nosotros. La primera sostenibilidad para el futuro y las personas siempre será la económica. Sin beneficios no hay familias. Hay que trabajar más para la comunidad.