Una vez más, la llegada del Día Internacional de la Mujer nos ayuda a lanzar una mirada general a la situación actual y a hacer balance de los avances o la falta de ellos que se han producido en los últimos meses respecto al tema que nos preocupa. En este caso, sobre la igualdad efectiva y la no discriminación por razón de sexo en el ámbito profesional.
Desde la Secretaría Técnica de Igualdad de CESM hemos hecho ese ejercicio para ver algunos puntos que se deben tener en cuenta cuando llega esta efeméride.
Así, podríamos comenzar recordando que existe una tendencia creciente a la feminización en la profesión médica -los últimos informes de las universidades de 2022-2023 estiman que un 70% de los estudiantes de Medicina son mujeres-, por lo que desde la Confederación consideramos necesario que el estudio y la práctica de la Medicina se transforme en mayor o menor medida para adaptarse a los nuevos tiempos. Y lo consideramos porque este aumento de la mujer en el ámbito médico hace necesario que se adopten medidas que permitan un adecuado equilibrio entre trabajo y familia apoyando el desarrollo profesional del médico.
En la Administración Pública los médicos sí tenemos una igualdad en salarios y oportunidades de empleo, ya que nos regimos bajo los principios de igualdad, mérito y capacidad. De ahí que, atendiendo al hecho de la feminización y la idiosincrasia de nuestro puesto, consideramos que el foco de atención no se debería centrar únicamente en políticas paritarias, sino en dar respuesta a por qué en nuestro sistema las mujeres no ocupan puestos de responsabilidad o lo hacen en un porcentaje menor que el de los hombres.
Resulta clave conocer las causas que generan este hecho, puesto que es muy posible que esté relacionado con la condición de las mujeres y su rol en la sociedad en cuestiones como maternidad o cuidado de familiares dependientes, y quizás debería apoyarse más a la mujer médica en estas situaciones de mayor vulnerabilidad en lugar de apostar por políticas de paridad impuestas que puede que no tengan en cuenta la capacitación y el mérito, por lo que resultarían entonces no del todo justas.
Pese a esto, la presencia de más mujeres en el mundo académico y en puestos de gestión o dirección es ya una realidad, pero… ¿cómo conseguimos aumentar esa presencia de manera acorde a la feminización de la profesión?
Son necesarios programas reales que favorezcan que la mujer asuma ese liderazgo o puesto de gestión y que permita realizarlo dentro de la estructura familiar si ese es su deseo. Y esto hila directamente con uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos en nuestro país: la desigualdad de trato entre comunidades en situaciones de embarazo, maternidad o paternidad. Resulta disfuncional que existan 17 formas de abordar un mismo hecho, por lo que a nuestro juicio es absolutamente necesario un criterio uniforme a la hora de evaluar el riesgo del puesto de trabajo para la mujer embarazada o lactante; que de manera unánime la médica embarazada tenga derecho a no hacer noches o guardias de 17 o 24 horas sin que su salario se vea reducido o repercuta sobre su empleo y formación, y esto debe ser uniforme en todas las comunidades, como ya venimos reclamando desde hace tiempo.
«La protección y el bienestar del médico, mujer y hombre, tienen que formar parte de la cultura organizacional del sistema sanitario»
Del mismo modo, los padres deben poder disfrutar de su permiso de paternidad sin que ello implique una merma en su salario o en las oportunidades de mejora en el trabajo, ya que sólo así se consigue una igualdad de trato entre mujeres y hombres en todas las comunidades autónomas. Y reitero que no es posible que existan 17 normas y que para lograr esa -tan mencionada y pocas veces comprendida- igualdad haya que recurrir a los tribunales para conseguir una razón que no abraza una ley o norma.
Desde CESM teníamos la esperanza de que situaciones como esta quedasen aclaradas y concretadas en el nuevo Estatuto Marco que lleva dos años en proceso de negociación para modificarse, y pese a que el texto sí parece reconocer que no exista una merma económica durante esos permisos de embarazo, maternidad o paternidad, no aclara cómo, una vez concluidas esas licencias, la jornada, las guardias y el exceso de horas puede resultar compatible con una vida personal y familiar plena en el marco de la protección a la igualdad.
Por otro lado, entre las medidas que también resulta necesario potenciar están aquellas que se centran en luchar y eliminar situaciones como las de discriminación o acoso en base al sexo, del mismo modo que las de acoso o abuso sexual o por razón de sexo, ya que consideramos que se debe seguir trabajando para evitar o impedir que se produzcan este tipo de situaciones.
En definitiva, y aprovechando este Día Internacional de la Mujer, desde CESM consideramos que la protección y el bienestar del médico, mujer y hombre, tienen que formar parte de la cultura organizacional del sistema sanitario, porque sólo desde la cultura entendida como el conjunto de valores y normas comunes a los individuos de una misma organización, y posicionando a la igualdad real como un objetivo común a perseguir, podremos seguir trabajando de forma correcta; tendremos oportunidad de conocer la magnitud del problema y conseguiremos romper las barreras que de verdad nos separan, para que, finalmente, se haga realidad la representatividad igualitaria entre hombres y mujeres en el ámbito médico.