Un estudio de la UFV analiza la creatividad en jóvenes con discapacidad intelectual y destaca la necesidad de nuevas estrategias educativas | UFV

Compatibilità
Salva(0)
Condividi

Un estudio de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), publicado en la revista Siglo Cero, revela que los jóvenes con discapacidad intelectual obtienen puntuaciones significativamente más bajas en creatividad que aquellos sin discapacidad.

El estudio de la UFV muestra una diferencia del 35% en creatividad entre jóvenes con y sin discapacidad intelectual. (Canva.com)

La investigación destaca la importancia de adaptar estrategias educativas para potenciar esta habilidad en este colectivo y reducir la brecha detectada.

La creatividad como herramienta de desarrollo

La creatividad es una habilidad fundamental en la vida cotidiana. Se asocia con el arte o la innovación, pero también influye en la capacidad de resolver problemas, adaptarse a cambios y mejorar la autoestima.

El estudio, liderado por Esther Vela Llauradó y Paula del Castillo Lorite, ambas investigadoras de la UFV, analizó a 84 jóvenes de entre 16 y 27 años: 43 con discapacidad intelectual y 41 sin ella.

A través de una adaptación del Test de Pensamiento Creativo de Torrance (1974), se midió su desempeño en cuatro dimensiones esenciales de la creatividad: fluidez, originalidad, flexibilidad y elaboración.

Los resultados muestran que los jóvenes con discapacidad intelectual obtuvieron puntuaciones más bajas en todas las áreas evaluadas, lo que sugiere la necesidad de estrategias específicas para estimular su creatividad.

El estudio siguió un diseño ex post-facto, es decir, analizó a los participantes sin intervenir en sus condiciones previas, comparando sus habilidades de forma objetiva.

Para garantizar que los jóvenes con discapacidad intelectual pudieran realizar la prueba en igualdad de condiciones, “se implementaron adaptaciones metodológicas, como otorgar dos minutos adicionales en cada tarea y proporcionar ejemplos ilustrativos para facilitar la comprensión”, señala el estudio.

“Queríamos asegurarnos de que todos los participantes completaran las pruebas en igualdad de condiciones. Esto fue fundamental para obtener datos válidos y fiables”, explica Esther Vela Llauradó.

Fluidez: la cantidad de ideas generadas

La fluidez se refiere a la capacidad de generar múltiples ideas a partir de un mismo estímulo. Según el estudio, los jóvenes sin discapacidad intelectual produjeron un mayor número de respuestas, mientras que quienes presentaban discapacidad intelectual registraron puntuaciones medio-bajas en esta dimensión.

“La fluidez es clave para la resolución de problemas. Cuantas más ideas se generan, más posibilidades hay de encontrar una solución efectiva en cualquier contexto”, explican las investigadoras.

Originalidad: el valor de lo novedoso

La originalidad hace referencia a la capacidad de producir ideas únicas y poco convencionales. En esta dimensión, la diferencia entre ambos grupos fue aún más evidente. Solo un 2,3% de los jóvenes con discapacidad intelectual alcanzó un nivel alto de originalidad.

Para Paula del Castillo Lorite, estos datos reflejan un desafío: “La originalidad no depende solo de la inteligencia, sino también de la exposición a distintas experiencias. Si estos jóvenes no tienen oportunidades para estimular su pensamiento creativo, les resultará más difícil generar ideas innovadoras en cualquier ámbito”.

Flexibilidad: adaptarse a distintos enfoques

La flexibilidad mide la capacidad de cambiar de perspectiva y encontrar soluciones alternativas a un mismo problema. Esta fue la dimensión donde los jóvenes con discapacidad intelectual enfrentaron más dificultades, mostrando una menor capacidad para adaptar sus respuestas a distintos escenarios.

“Si una persona no desarrolla flexibilidad creativa, tendrá más dificultades para adaptarse a los cambios en su entorno, lo que puede afectar su autonomía y bienestar emocional”, señala Vela.

Elaboración: la profundidad en las ideas

Por último, la elaboración mide el nivel de detalle con que se desarrollan las ideas. Aunque la diferencia entre ambos grupos no fue tan acentuada como en originalidad y flexibilidad, la mayoría de los jóvenes con discapacidad se ubicó en niveles medio-bajos.

“La elaboración es la fase en la que las ideas se estructuran y toman forma. Si los estudiantes reciben apoyo para organizar y profundizar en sus pensamientos, pueden mejorar significativamente en esta dimensión”, explica Del Castillo.

La creatividad como motor de inclusión

El estudio confirma que la creatividad no es una cualidad exclusiva de algunas personas, sino una capacidad que puede fortalecerse con estrategias adecuadas.

Sin embargo, los resultados muestran que los jóvenes con discapacidad intelectual enfrentan más barreras para desarrollar su potencial creativo, lo que refuerza la necesidad de adaptar los enfoques educativos para atender sus necesidades.

“Fomentar la creatividad en este colectivo es fundamental para su autonomía y su plena participación en la sociedad”, destacan las investigadoras.

Más allá de evidenciar esta brecha, la investigación hace un llamado a docentes, familias y profesionales a impulsar cambios en el ámbito educativo que permitan a estos jóvenes potenciar su creatividad.

Un entorno de aprendizaje más accesible, con estrategias adaptadas y estímulos adecuados, puede marcar la diferencia en su desarrollo personal, académico y social.

Recapiti
Bárbara Camba