Los relojes circadianos: el ritmo oculto que dirige nuestra salud - PROA Comunicación

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Escribo esta nota para desmitificar los conceptos que tenemos sobre el cerebro como redes neuronales, computación y demás, mediante lo cual se ignora que el cerebro es, fundamentalmente, un conglomerado de procesos bioquímicos elaborados por sus neuronas para actuar como señales de una compleja y misteriosa sincronía nocturna y diurna, entre ellas y con el resto del cuerpo. También, trato de que entiendan que al salir de marcha, trasnochar, comer a deshoras, no hacer una vida atenida a un horario, estamos atacando el reloj central que reside en el cerebro.

La salud del organismo y su longevidad dependen del desempeño preciso de las funciones tisulares diarias, que se rigen por un sistema oscilatorio molecular y de nuestros genes presentes en todas las células. Relojes circadianos activos 24 horas, comandados desde un centro de mando situado en el hipotálamo, donde además esta región del  cerebro comanda al tiroides y el resto de hormonas y otras funciones, sobre todo mediante mensajes químicos.

Este centro oscilatorio se encuentra ubicado en el núcleo al que llamamos supraquiasmático (SCN) del cerebro, que recibe señales diarias de luz y oscuridad, así como recibe e integra señales externas acerca de si estamos sedentarios o activos, de nuestros ritmos de alimentación-ayuno o fluctuaciones circadianas en la temperatura corporal, y desde ahí transmite esta información al resto del cuerpo ( 6 – 8 )

Se comunica de ida y vuelta con las funciones fisiológicas del hígado, del páncreas, el estómago y las células madre en el músculo y la piel, reprogramando sus funciones diarias, probablemente para lidiar con los factores estresantes y ante las interrupciones del ciclo sueño-vigilia.

El reloj muscular controla directamente funciones esenciales para la masa muscular, comandando genes involucrados en la proliferación y diferenciación de células miogénicas para desarrollar musculatura, así como las vías de autofagia de las envejecidas o dañadas y de las respuesta inmunes ( 34 , 72 ). Este mecanismo de control asegura que los genes se expresen adecuadamente durante el día para respaldar los requisitos metabólicos específicos y la fisiología del tejido muscular.

El ritmo circadiano asegura  la sincronía de todas estas funciones, por eso cuando hemos dormido muy bien nos encontramos en un estado de bienestar y salud (23).  La comunicación y coordinación entre los relojes tisulares son cruciales para mantener la salud física y mental ylosprocesos homeostáticos críticos, como la actividad mitocondrial (darnos energía) y el metabolismo lipídico (los colesteroles). Del mismo modo,paralas respuestas a señales metabólicas como la insulina y la glucosa.

Es importante estar de acuerdo con nuestros ritmos circadianos, por eso es mejor comer por la mañana. Y al hacer ejercicio durante la tarde, se pierde más grasa, sobre todo grasa tronco-abdominal, y se crea musculatura. Porque la luz, la actividad física y la alimentación son los tres sincronizadores externos del reloj interno.

Atacamos esta maravillosa sincronía que trabaja para mantenernos vivos y la quebramos  con las alteraciones del ritmo circadiano causadas por los estilos de vida. El funcionamiento del cuerpo de los seres humanos, sus órganos y tejidos, como el resto de seres vivos (animales y plantas), tiene su propio horario y rendimiento. Partiendo de esa base, como nuestro reloj central del hipotálamo tiene que estar sincronizado con el exterior, le interesa que, al levantarnos, tengamos mucha luz, actividad física y que desayunemos fuerte.

El sueño corto o insuficiente puede producir alteraciones en hormonas del apetito, como la ghrelina y la leptina. También puede provocar una disminución de la inmunidad del individuo, alteraciones cardiovasculares (como la hipertensión arterial) y problemas de memoria y una alteración del estado de ánimo. 

Estos descubrimientos nos van a permitir el desarrollo de tratamientos para las enfermedades relacionadas con la edad. Vamos a acelerar nuestro envejecimiento y deterioro a medida que introducimos estilos de vivir contrarios esta sincronía dirigida por el cerebro.

Otro ejemplo de intercomunicación entre nuestros sistemas biológicos

Tras un daño hepático agudo, las células hepáticas, llamadas hepatocitos, producen glutamato y lo vierten al torrente sanguíneo. El glutamato llega por la sangre hasta la médula ósea –dentro de los huesos–, donde activa a los monocitos, un tipo de células del sistema inmunitario. Los monocitos viajan entonces hasta el hígado y por el camino se convierten en macrófagos, también células inmunitarias. La presencia del glutamato reprograma el metabolismo de los macrófagos y estos, en consecuencia, empiezan a secretar un factor de crecimiento que hace proliferar a los hepatocitos para reparar ese daño. 

Es decir, una cadena de sucesos rápidos permite que en apenas minutos el glutamato desencadene la regeneración del hígado, mediante cambios en el metabolismo de los macrófagos.

*José Antonio Rodríguez Piedrabuena es especialista en Psiquiatría y Psicoanálisis, y en formación de directivos, terapias de grupo y de pareja.

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