Con la reciente implementación de dos instrumentos normativos clave, el Real Decreto de envases y residuos de envases (Responsabilidad Extendida del Productor – REP) y el Reglamento de Traslado de Residuos (RTR), el ecosistema de la recuperación y el reciclaje de residuos atraviesa un proceso de transformación profunda. Estas nuevas regulaciones, aunque orientadas a fortalecer la economía circular y a garantizar una gestión ambientalmente adecuada de los residuos, imponen también una serie de desafíos logísticos, administrativos y sociales que modificarán las estructuras tradicionales de la recuperación en todo el país.
Efectos del Real Decreto de envases y residuos de envases
El Real Decreto de envases y residuos de envases establece que las empresas productoras de envases y embalajes son responsables de la organización y financiamiento de la recolección, clasificación y valorización de los residuos generados por sus productos. Esta normativa impulsa una reconfiguración completa del modelo de reciclaje existente que permita a nuestro país cumplir los objetivos marcados por la Comunidad económica europea, algo que, en el caso concreto de los envases de papel y cartón, actualmente ya se cumple.
La responsabilidad de los envasadores y productores de producto es cumplir con esas obligaciones, además de reportar a la administración los datos de la puesta en el mercado de los envases que producen, así como del volumen de envases reutilizados y reciclados, a través de un SCRAP u un sistema individual SIRAB.
Estos cambios, que tienen por objetivo, potenciar y reforzar la recuperación de los envases, traen también desafíos importantes y amenazas que pueden hacer cambiar las estructuras de un sector (el del papel y cartón) que hasta la fecha ha cumplido los objetivos señalados. Entre los desafíos más importantes:
El incremento de la carga administrativa, los requisitos técnicos y el aumento de las exigencias burocráticas, que tendrán una repercusión muy directa sobre los costes de la gestión de los residuos.
La creación de sistemas colectivos de gestión de residuos (SCRAP) podrían tener la tentación de concentrar la gestión de los mismos, desplazando a los actores tradicionales del reciclaje.
Efectos del Reglamento de Traslado de Residuos (RTR)
Por su parte, el Reglamento de Traslado de Residuos (RTR) tiene como objetivo asegurar la trazabilidad de los residuos en su traslado desde el punto de generación hasta el destino final autorizado. Esta regulación impacta directamente en la logística de la recuperación.
La obligatoriedad de registrar los movimientos de residuos en plataformas electrónicas permitirá un mayor control sobre la gestión, obligando a las empresas a profesionalizar su logística de transporte, adaptándola a las nuevas normativas mediante la integración de sistemas digitales que permitan automatizar estos procesos
Los costes de adaptación tecnológica y la necesidad de equipamiento adecuado, harán que se eleven los costes, por encima de los actuales.
Ambas normativas, en conjunto, están generando un proceso de reestructuración profunda en las estructuras de recuperación de residuos. Se necesita una mayor colaboración entre la administración y el resto de los actores implicados (la cadena de valor del papel). Al mismo tiempo, será esencial implementar políticas públicas de apoyo, capacitación y financiamiento para asegurar una transición justa y equitativa.
La adaptación del mercado a esta ley, así como el incremento de costes que esto supone, es un reto para nuestro sector. Pero, sin duda, también es una oportunidad de poner en valor el servicio que prestamos a la sociedad y su importancia dentro de la economía circular. En nosotros comienza el reciclaje y sin nosotros la cadena de valor del papel estaría incompleta.
El RD de Envases y el Reglamento de Traslado de Residuos representan avances significativos hacia una gestión más sostenible y ordenada de los residuos. No obstante, el éxito de su implementación dependerá de la capacidad del sistema de recuperación para adaptarse, modernizarse e incluir de manera activa a los actores históricos del reciclaje, así como la colaboración de la administración para su implementación. El desafío es construir un modelo que combine eficiencia y sostenibilidad ambiental.