La pandemia cambió muchas cosas, y una de las más evidentes fue la forma en que trabajamos. Lo que empezó como una solución de emergencia se ha consolidado como una modalidad estable: el teletrabajo —total o parcial— forma ya parte del modelo laboral de miles de profesionales en España. Pero lo que a menudo se pasa por alto es cómo este fenómeno ha alterado también nuestras preferencias residenciales y el funcionamiento del mercado inmobiliario.
La demanda de vivienda continúa reflejando esta transformación en 2025. Muchas personas priorizan ahora aspectos como el espacio, la luminosidad, la tranquilidad o la presencia de una habitación extra que pueda convertirse en despacho. Esto ha provocado un desplazamiento del interés hacia municipios del área metropolitana o incluso zonas rurales bien conectadas. Vivir en el centro ya no es tan necesario como antes, especialmente para quienes solo acuden a la oficina una o dos veces por semana.
En consecuencia, se ha observado un cambio en los precios y la demanda. En grandes ciudades como Madrid o Barcelona, los alquileres en zonas prime tienden a estabilizarse, mientras que áreas periféricas como el Baix Llobregat o Vallès Occidental (Barcelona), el Corredor del Henares (Madrid) o el cinturón sur de Valencia experimentan una revalorización. El mercado ha reaccionado con agilidad: cada vez más promotoras incluyen espacios comunes pensados para el coworking, zonas verdes y viviendas diseñadas para combinar vida profesional y personal sin salir de casa.
Desde el punto de vista legal y fiscal, esta nueva realidad también plantea interrogantes. ¿Qué ocurre si trabajas desde casa pero estás empadronado en otro municipio? ¿Puede considerarse la vivienda como lugar de actividad económica si eres autónomo? ¿Se pueden deducir ciertos gastos vinculados al trabajo desde casa? Las respuestas dependen del tipo de contrato laboral, del régimen fiscal y del uso real que se le dé al inmueble. Por eso, contar con un buen asesoramiento legal y tributario es más importante que nunca.
Además, el auge del trabajo híbrido ha generado un nuevo tipo de movilidad: la “movilidad laboral parcial”. Hay quienes residen a 100 km de su oficina, pero solo la visitan ocasionalmente. Esto impacta en sectores como el transporte, la planificación urbana y, por supuesto, el urbanismo residencial. Surgen nuevas oportunidades en zonas que antes eran consideradas poco atractivas desde el punto de vista inversor.
El teletrabajo no solo ha cambiado el cómo, sino también el dónde. Y con ello, ha redibujado el mapa inmobiliario en España. Adaptarse a esta nueva realidad —ya sea como particular, empresa o inversor— requiere comprender el contexto, prever tendencias y contar con la ayuda de profesionales que conozcan tanto el mercado como sus implicaciones legales y fiscales.