El orden liberal internacional creado, sostenido y liderado por EE. UU. ya no es vigente. Las razones son varias y entre ellas destacan el auge de las potencias revisionistas como Rusia, China o Irán; la llegada de Trump a La Casa Blanca, que está cambiando la tradicional política exterior de EE. UU., y el debilitamiento del sistema multilateral. “Estamos en un momento de reconfiguración del orden internacional geopolítico, económico y político”, asegura Mira Milosevich, Investigadora Principal de Real Instituto Elcano y profesora del Instituto de Empresa, que ayer participó en el Seminario de Ética Económica y Empresarial de la Fundación Étnor con la conferencia “El nuevo (des)orden mundial”.
Organizada con Libertas 7, la conferencia ha sido introducida por Agnès Noguera, consejera delegada de Libertas 7, vicepresidenta de AVE y vocal de la ejecutiva de Étnor, y Adela Cortina, directora académica de Étnor y clausurada por su presidente, Pedro Coca.
“El nuevo (des)orden mundial”
El concepto de orden mundial describe la estructura y la distribución del poder en el mundo, introduce Milosevich, y se basa en el consenso de los países sobre las reglas de juego que rigen ese orden mundial y en el equilibrio de poder. “Estamos en un momento de tres grandes transformaciones, geopolítica, económica y política, que se nutren mutuamente y que afectan al orden liberal internacional creado después de la II Guerra Mundial y universalizado después de la Guerra Fría”.
Reconfiguración geopolítica
Existe la percepción de que todos los países son un poco potencias revisionistas, incluido EE. UU., países insatisfechos con su posición en el orden internacional y quieren cambiarlo. Rusia es la potencia revisionista más visible, sobre todo desde la llegada de Putin al poder. Tras perder su hegemonía como potencia mundial “Rusia está hoy en la periferia de Europa en todos los sentidos, sobre todo en seguridad y defensa”. Otro país revisionista es Irán, que no intenta anexionar territorios pero sí financia a los proxies para cumplir sus objetivos políticos, “Irán no pretende cambiar su estatus pero sí el equilibrio de poder en el orden internacional”, explica Milosevich. Por su parte, la gran rivalidad de China con los EE. UU. se focaliza en el mar del Sur de China, pero la más importante, considera Mira Milosevich, es el estrecho de Malaca por donde pasan el 80% de las exportaciones de China.
Lo paradójico de esta reconfiguración geopolítica, expone Mira Milosevich, es que el país que ha construido este orden liberal internacional, con la llegada de Trump se ha convertido en un potencia revisionista, “este es el desorden mundial, que el país que lo ha creado sostenido y liderado lo está socavando, volvemos a los juegos de rivalidad de suma cero y esto es muy contrario del mundo multilateral, de alianzas, de cooperación que impulsó EE. UU.”
Reconfiguración económica
La rivalidad tecnológica será la que marcará la reconfiguración económica mundial y muchos analistas ya califican esta rivalidad tecnológica de China y EE. UU. como una nueva guerra fría, mientras “Europa ni está ni se le espera”. La tecnología ha impuesto unas nuevas reglas de juego en la economía y muchos asuntos se han convertido en asuntos de seguridad nacional, explica Milosevich. Las empresas tienen que “adaptarse” a las reglas de los estados por cuestiones de seguridad nacional y ahí China tiene una ventaja al ser la mayoría de sus empresas estatales o controladas por el estado.
Mira Milosevich se ha referido a la incertidumbre provocada por los anuncios arancelarios de Trump, a la desglobalización que, de producirse, “será más lenta de lo que se espera por el auge de las potencias medias, como Brasil o India, que no quieren pertenecer a ningún bloque, quieren ser transnacionales”.
Reconfiguración política
Considera Milosevich que Trump es una consecuencia más que una causa de esta reconfiguración política, una consecuencia del debilitamiento y la pérdida de credibilidad de las instituciones de las democracias liberales. Además, en su opinión, los partidos y movimientos populistas en auge, con la ayuda de las nuevas tecnologías y las redes sociales, “han ido socavando un poder institucional democrático”. Milosevich se ha referido también al poder de la tecno oligarquía, de grandes tecnológicas, desconocedoras, por otra parte, del funcionamiento de un “aparato democrático” que pone en riesgo el funcionamiento del estado”.
Las consecuencias
La primera consecuencia de la reconfiguración geopolítica es la fragmentación, y no solo por el intento de modificar fronteras, también por la quiebra del consenso, “la unanimidad se ha ido erosionando”, y lo ejemplifica con la respuesta de los países a la propuesta de sancionar a Rusia tras su invasión a Ucrania, sólo el 16% del PIB mundial la ha sancionado. “La fragmentación del orden liberal internacional en sentido físico y político lleva a una crisis del multilateralismo, de las alianzas y de la cooperación internacional», apunta Milosevich.
Además, la fragmentación geopolítica lleva a la fragmentación de las instituciones multilaterales y, como consecuencia, el multilateralismo da paso al “minilateralismo”. Sin duda, “es una crisis de la relación transatlántica, pero también hay conciencia de que la OTAN es el único marco viable para la seguridad y defensa de Europa”, afirma Milosevich. La guerra de Ucrania no solo ha destruido la cooperación entre Rusia y la UE, también su arquitectura de seguridad y defensa. “Europa se encuentra ahora con un aliado que se está convirtiendo en adversario y frente a una Rusia revisionista y revanchista”. En este escenario, Europa debe crear “una nueva arquitectura de defensa, con Rusia o contra Rusia, y probablemente sea contra Rusia”.
En Europa no existe tecno oligarquía, concluye Milosevich, “pero ha sido la cuna de los peores extremismos y populismos”. Este pasado europeo debe servir de lección, advierte Milosevich, y alude a la fragmentación de la vida política y a “gobiernos de coalición poco estables” incapaces de responder a las expectativas de su ciudadanía.