Cuando las marcas se convierten en símbolo - Torres y Carrera

Compatibilità
Salva(0)
Condividi

Una cadena de pollo frito puede ser mucho más que un negocio. Puede ser una parte de la memoria colectiva de un país. Puede ser infancia, familia, orgullo local. Eso es lo que ha demostrado Frisby, la marca colombiana que ha visto cómo su identidad era replicada en España por otra empresa que registró su nombre y un branding sospechosamente similar.

Mientras la batalla legal por la propiedad intelectual sigue su curso, lo realmente poderoso ha sucedido fuera de los tribunales: decenas de marcas colombianas —algunas incluso competidoras directas— han mostrado públicamente su apoyo a Frisby. Y lo han hecho con creatividad, con sentido del humor y, sobre todo, con una comprensión muy clara de lo que está en juego.

Porque esto no va solo de logos ni de patentes. Va de lo que representa una marca cuando ha sabido conectar de verdad con la gente. De lo que no se copia, porque no se puede copiar: la autenticidad, la historia compartida, el lugar que ocupa en la vida de quienes la han elegido durante años.

Lo emocionante es que sus competidores —esas otras marcas que podrían haber aprovechado la debilidad para ganar terreno— no han entrado al trapo. Han reaccionado como comunidad. Han tendido el ala. Han respondido con a-pollo (sí, con juego de palabras incluido) a una amenaza compartida: la del plagio sin escrúpulos, que desvirtúa el esfuerzo, la originalidad y el arraigo.

Es un «pacto invisible» entre empresas que entienden que la competencia puede ser sana, pero que la solidaridad lo es aún más. Una lección de coopetencia que no solo ha unido a los colombianos, sino que ha cruzado fronteras, emocionando también a quienes lo vemos desde fuera.

Me pregunto si algo así podría pasar en España. Si responderíamos igual si a nuestra marca más querida alguien le robara el alma. Me encantaría pensar que sí. Que también aquí las marcas sabrían parar, mirar al lado y decir: “Con mi pollito, no”.

Porque en comunicación, como en la vida, hay veces que toca posicionarse. Y no para ganar cuota, sino para defender lo que merece ser respetado.

Recapiti
Marta Serrano