Marta García-Valenzuela, socia de Talengo y experta en liderazgo inclusivo, lanza una llamada a la acción clara: en un entorno cada vez más polarizado, la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI) deben consolidarse como eje estratégico del liderazgo empresarial. Así lo recoge el nuevo informe de Talengo, “DEI 2025. Liderazgo con propósito frente a la polarización global”, que propone una hoja de ruta rigurosa para reforzar el compromiso de las empresas con una visión ética, sostenible y alineada con los retos del presente.
El informe se publica en un momento crítico. Mientras que en Estados Unidos muchas compañías del S&P 500 han eliminado sus políticas de inclusión por temor a sanciones legales o daños reputacionales, Talengo defiende que Europa, y especialmente España, pueden y deben ejercer un liderazgo firme, fundamentado en principios. Lejos de tratarse de una tendencia pasajera, la DEI se presenta como una palanca real de competitividad: impacta en la innovación, la atracción de talento, la cohesión interna y la reputación externa.
Basado en una encuesta a 59 empresas españolas de sectores clave —tecnología, energía, salud, finanzas, entre otros—, el estudio revela que, aunque el 75 % afirma tener políticas DEI en marcha, solo un 9 % se considera referente. Las principales dificultades detectadas son la falta de métricas, la escasez de talento diverso y la dificultad para vincular estas iniciativas con resultados tangibles. Además, más de la mitad de las organizaciones reconoce que el término DEI se ha vuelto más controvertido, lo que plantea la necesidad de evolucionar el discurso hacia conceptos más amplios como la pertenencia, la cultura del lugar de trabajo o la diversidad de pensamiento.
Talengo propone una hoja de ruta con nueve ejes estratégicos, entre ellos la medición del impacto con indicadores integrados en los cuadros de mando, el refuerzo del liderazgo inclusivo como competencia transversal, la revisión de procesos desde una lógica de equidad, y la inversión continua en formación y sensibilización. A ello se suma una visión ecosistémica, que extiende el compromiso más allá de la organización, colaborando con universidades, ONG y comunidades para generar impacto colectivo. Todo ello, sin perder de vista la importancia de mantener una coherencia global con sensibilidad local.
El informe concluye que integrar la DEI como expresión genuina del propósito corporativo no solo es una decisión responsable, sino una ventaja competitiva. En palabras de García-Valenzuela, este no es un momento para ceder. Liderar con valentía, desde la ética y la convicción, marcará la diferencia en un entorno donde la sostenibilidad del negocio dependerá cada vez más de su capacidad para incluir, escuchar y transformar.