- Hugo Morán, asturiano, secretario de Estado de Medio Ambiente: «Todas las administraciones han puesto en marcha políticas para volver a introducir el lince en sus territorios. La reflexión que debemos hacer es por qué el lince sí y el lobo no, si los dos prestan servicios similares»
- En las montañas y dehesas del norte de España, donde el silbido del viento convive con el balido de las ovejas, el mastín español vuelve a tener un papel protagonista. No es un símbolo del pasado, sino una solución eficaz y actual para uno de los conflictos más complejos del mundo rural: la convivencia entre ganaderos y lobos.
- Una historia de equilibrio: el mastín no es mucho más que una raza de perro. Es cultura rural, conocimiento ancestral y futuro.
Almudena Fdez. Sanandrés / Navacerrada / Madrid (SPA)
Desde que el lobo ibérico (Canis lupus signatus) fue incluido en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE) en 2021, su caza está prohibida en todo el territorio español. Esta protección ha generado fricciones en muchas regiones ganaderas, donde los ataques al ganado han vuelto a ser noticia. Sin embargo, frente a los enfoques reactivos —como la caza, los controles letales o el uso de venenos—, expertos y organizaciones conservacionistas señalan una alternativa con siglos de historia: la vuelta del mastín. El Ministerio para la Transición Ecológica «acaba de concluir» la toma de datos para elaborar el censo de lobos «y el dato final dice que en España hay menos lobos que linces», ha asegurado este miércoles el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán. Por ese motivo u por los beneficios medioambientales que la especie provee, lejos de seguir abundando en la necesidad de extracciones (eufemismo utilizado para describir la acción por la que un lobo es abatido a tiros), para mitigarv los daños en la ganadería, aparte de las medidas institucionales que ya se han demostrado eficacez, los principales expertos recomiendan mirar un siglo atrás y recuperar las prácticas ganaderas ancestrales y la alianza con otro de los grandes protagonistas de Iberia, el mastín.
«Todas las administraciones han puesto en marcha políticas para volver a introducir el lince en sus territorios. La reflexión que debemos hacer es por qué el lince sí y el lobo no, si los dos prestan servicios similares», ha expresado Morán durante un desayuno informativo organizado esta semana en Madrid por Executive Forum.
Una alianza ancestral
El mastín español es una de las razas caninas más antiguas del mundo ibérico. Su tamaño imponente, su resistencia física y su instinto protector lo convirtieron durante siglos en el mejor aliado del pastor trashumante. Sin embargo, con la progresiva desaparición del lobo en gran parte del país durante el siglo XX, el uso del mastín cayó en desuso. “En muchas zonas simplemente se dejó de criar, como si ya no hiciera falta”, explica Jesús Garzón, pastor y defensor de la trashumancia. “Y cuando el lobo volvió, lo hizo encontrándose rebaños desprotegidos”.
El regreso del lobo en comunidades como Castilla y León, Galicia, Asturias, Madrid o La Rioja ha coincidido con una revitalización de la figura del mastín. “No es una solución mágica, pero sí la más eficaz”, afirma la bióloga María José Cordero, especialista en ecología de carnívoros. “Allí donde se ha recuperado el uso de mastines, los ataques al ganado disminuyen drásticamente”.
Dos meses después de que el lobo fuera sacado del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección (Lespre) para los territorios al norte del río Duero, varias comunidades han concretado sus planes de captura de ejemplares. El gobierno de Cantabria ya ha informado de la muerte de 9 animales.
«Es un sinsentido que para gestionar un conflicto (no mayor desde luego que décadas atrás) se vuelvan a utilizar sistemas similares a los empleados el siglo pasado, cuando el lobo y el lince eran considerados alimañas y hasta se pagaba a los alimañeros por abatir grandes carnívoros, incluso osos pardos. Ya en este siglo he sido testigo de cómo se han llegado a pagar entre 6.000 y 10.000 euros por la caza de un lobo. Es más, he llegado a ver las imágenes de su caza grabando un documental para televisión. Sin ir más lejos, apenas hace unos meses, un conocido experto en ‘artes venatorias’, habitual defensor del control del lobo en medios de comunicación, se vanagloriaba de tener ya tres trofeos de lobo ante un nutrido grupo de periodistas, que si bien le miraban extrañados, no alcanzaban a entender de qué hablaba exactamente. Pues es sencillo, en España en 2025, se siguen cazando lobos como práctica cinegética de caza mayor, remunerada, en cotos privados, pero también en territorios públicos. Tanto algunas agrupaciones locales en las que esta presente el Seprona como las propias administraciones, son conscientes de que esto está ocurriendo y, desde mi punto de vista, se mira hacia otro lado. Quien me conoce sabe que yo defiendo la caza ética y sostenible y las tradiciones rurales relacionadas con la misma y perfectamente reguladas, pero matar lobos es un sinsentido cuando en países como Italia o Rumanía se están destinando grandes cantidades de recursos para evitar que la especie siga en retroceso. Ha y que convencer al rural de que un lobo vale mucho más vivo que muerto; así lo han entendido con el oso, por ejemplo en Somiedo, en Fuentes de Narcea, en Degaña. La administración de Castilla y León debería darse un paseo informativo por Asturias en lugar de actuar única y exclusivamente por intereses políticos animados por formas de pensar de otros tiempos».
Eduardo Fernández, periodista ambiental
Datos que lo respaldan
Los datos lo confirman. Según el proyecto europeo LIFE Lobo, implementado en Castilla y León, las explotaciones ganaderas que emplean mastines experimentan hasta un 80% menos ataques de lobo que aquellas que no lo hacen. El mismo patrón se observa en Asturias, donde estudios de la Universidad de Oviedo corroboran que la presencia de perros guardianes bien entrenados es el factor más decisivo para reducir los daños.
“Es sencillo: el lobo busca alimento fácil. Si el rebaño está bien protegido, prefiere no arriesgarse”, señala Cordero. “Y eso es bueno no solo para el ganadero, sino también para el propio lobo, porque evita conflictos que muchas veces terminan en su muerte ilegal”.
Más que un perro: una estrategia integral
El mastín, sin embargo, no actúa solo. Su eficacia depende de un conjunto de prácticas que incluyen la recogida nocturna del ganado, el uso de cercados móviles, la presencia humana y el pastoreo dirigido. Como señala el ganadero zamorano Miguel Ángel González, “no basta con tener uno o dos mastines y soltarlos en el monte. Hay que criarlos junto al rebaño, socializarlos y trabajar con ellos. Es un proceso, pero funciona”.
González forma parte de un programa de formación financiado por la Junta de Castilla y León que promueve el uso de mastines entre jóvenes ganaderos. “Es más trabajo, sí. Pero prefiero eso a tener que vivir con el miedo constante a los ataques. Y además, sé que no contribuyo a acabar con una especie protegida”.
El dilema político
El debate sobre el lobo ibérico está profundamente polarizado. Para los ganaderos afectados, el LESPRE ha supuesto “una traición” por parte del Gobierno central. En septiembre de 2023, varias comunidades autónomas recurrieron judicialmente su inclusión en el catálogo de especies protegidas. Al mismo tiempo, organizaciones ecologistas denuncian que, incluso con esta protección, el lobo sigue siendo víctima de la persecución ilegal: envenenamientos, trampas y disparos siguen produciéndose en muchas zonas.
En medio del ruido político, el mastín aparece como una alternativa pragmática que puede aplacar los ánimos. “No se trata de elegir entre el ganadero o el lobo”, dice Cordero. “Se trata de buscar soluciones que permitan que ambos existan. Y eso pasa por prevención, no por exterminio”.
Costes asumibles, beneficios duraderos
Uno de los argumentos más frecuentes contra el uso de mastines es su coste. Alimentarlos, vacunarlos y entrenarlos implica una inversión económica que no todos los ganaderos pueden afrontar fácilmente. Sin embargo, varias comunidades autónomas —como Asturias, Castilla-La Mancha y Extremadura— ofrecen ayudas económicas específicas para la compra y mantenimiento de perros guardianes.
“El coste de un mastín puede rondar los 1.000 euros al año”, indica González. “Pero si te evita perder 10 ovejas por ataque, ya está más que justificado. Es una inversión que se amortiza sola”.
Además, varios estudios indican que la percepción del lobo mejora significativamente entre los ganaderos que han implementado medidas preventivas con éxito. “Cuando tienes el rebaño protegido, ya no ves al lobo como una amenaza constante”, dice González. “Empiezas a entender que también tiene su lugar”.
HILO MASTINES VS LOBOS ///// https://x.com/3duardoFG/status/1931365333278896314
El futuro pasa por la convivencia
El retorno del lobo a muchas regiones del país no es una anécdota, sino parte de una tendencia más amplia: la recuperación de especies clave en ecosistemas donde la presión humana ha disminuido. “El lobo es un regulador natural de la biodiversidad”, recuerda Cordero. “Controla las poblaciones de ciervos y jabalíes, evita la sobrecarga vegetal y limita enfermedades zoonóticas. Su presencia es un indicador de salud del ecosistema”.
En este contexto, el mastín representa un puente entre dos mundos aparentemente enfrentados. Una solución que no solo protege al ganado, sino que también permite conservar una especie emblemática del patrimonio ibérico.
Servicios ecosistémicos
El lobo ibérico desempeña un papel crucial en los ecosistemas de la Península Ibérica, actuando como regulador natural de las poblaciones de herbívoros y contribuyendo al equilibrio ecológico. Su presencia es esencial para mantener la biodiversidad y la salud de muchos hábitats naturales. Según el biólogo Juan Carlos Blanco, experto en el estudio y conservación del lobo en España, este depredador realiza una labor de selección sobre los ungulados que la actividad cinegética humana no puede replicar. Elimina individuos enfermos y viejos, propiciando una caza de mayor calidad con ejemplares más salvajes y sanos. Además, su presencia permite la regeneración de la vegetación en zonas con densidades elevadas de ciervos, enriqueciendo la fauna y flora locales y restaurando funciones ecológicas perdidas.
Además, su presencia beneficia a otras especies, ya que las carroñas que deja sirven de alimento a aves carroñeras y otros animales, promoviendo una mayor diversidad biológica. La desaparición del lobo puede tener consecuencias negativas, como el aumento descontrolado de poblaciones de ungulados, lo que lleva a la degradación de hábitats y a la pérdida de biodiversidad. Por ello, su conservación es fundamental para mantener la salud y el equilibrio de los ecosistemas ibéricos. El lobo ibérico no solo es un símbolo de la fauna española, sino también un componente esencial para la sostenibilidad de los ecosistemas naturales. Su protección y coexistencia con las actividades humanas son vitales para preservar la riqueza biológica de la Península Ibérica.
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