De CD-ROMs a tablets: la década que ha transformado nuestra sanidad  - Torres y Carrera

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Ahora ya no se escucha el sonido del teclado. Ya no hay una pantalla, esa que llegaba a ser barrera entre tú y el médico. Ahora está a un lado, apartada; y la mesa, mucho más despejada. Ya solo hay una tablet sujeta por un pequeño brazo. Y en ese nuevo contexto, tu médico te pregunta: “¿te importa que todo esto se grabe?” 

Entonces se escucha un breve discurso repleto de palabras incomprensibles y algunas de ellas propias de trabalenguas. Salvo para quienes estamos excesivamente familiarizados con ellas. “Ahora es que disponemos de una aplicación que mientras hablamos, se queda reflejada en el historial y aprovechamos el tiempo en otras cosas”, me comenta. Y así fue, mi consulta fue más rápida, y los minutos que dedicaba a escribir en el ordenador, los utilizó para preguntar por mí. Fue salir y preguntarme, ¿qué supone esto para quién lo escucha? ¿cómo se hará ante un caso complicado? ¿se hablará abiertamente de marcadores tumorales, sospechas clínicas, etc.? 

Pensando en todo ello, me di cuenta de cuánto había cambiado nuestro sistema de salud en solo una década. Sanidad y mundo digital parecían no llevarse bien y ser un completo oxímoron. Hace 10 años, era habitual acudir a consultas con CD-Roms o sobres enormes gracias a los cuales podríamos facilitar nuestros resultados o informes a otros hospitales. ¿A qué se debía todo ello? La explicación era sencilla: “si la prueba era de otro hospital, no era posible acceder a ella desde el sistema” Así que en una época donde ya podías adquirir billetes de avión o amueblarte la casa entera a golpe de click, allí estábamos los pacientes, llevando nosotros mismos nuestro historial clínico.  

Allá por 2012 empezaba a hablarse de eSalud. Un concepto extraño y del que poco o nada se sabía. Hoy ya estamos familiarizados con inteligencia artificial, big data, otras tecnologías…  contamos con una Estrategia Nacional de Salud Digital. La interoperabilidad, antes una utopía, ahora una realidad. Antes del 2019, el acceso a nuestra salud también venía marcado por nuestro código postal. Todo ha comenzado a cambiar con la Historia Clínica Digital del Sistema Nacional de Salud” que permite a los profesionales médicos acceder a lo que es importante, en el momento que lo necesitas, estés donde estés. 

Para nosotros, los pacientes, la digitalización en salud también ha supuesto grandes ventajas: gestionamos nuestras citas, nuestro historial o nuestros resultados a través del Portal del Paciente. ¡En una década, lo que hemos cambiado!, de tener que llevar nuestros resultados en CD-Roms o sobres, a que 4 de cada 10 españoles accedamos a nuestros archivos de salud online, superando la media de la UE. 

Incluso las tecnologías también han revolucionado el modo en el que vivimos una hospitalización, impulsando aún más el ingreso domiciliario. Una Tablet y diversos dispositivos nos permiten tomarnos nuestras propias constantes: temperatura, oxigenación en sangre, glucosa. Registrarlo y en décimas de segundo, que tu responsable médico lo reciba. Y todo ello en tu casa, en tu espacio, en tu intimidad y en el entorno en el que tú decides quién quieres ser. 

La digitalización en salud trae grandes ventajas: facilidad, agilidad, rapidez, comodidad, accesibilidad… Pero también requiere una responsabilidad por nuestra parte: involucrarnos y responsabilizarnos. Ya no somos sujetos pasivos que podemos mirar al suelo mientras nuestro médico incluye información relevante en el sistema. Ahora nuestro papel es familiarizarnos con lo que nos pasa, escucharlo e interiorizarlo, y entonces, formar parte activa en nuestra propia salud: porque estamos más informados y que por ende somos más exigentes.  

Así mismo, si tuviera que destacar 4 grandes retos que marcan actualmente la digitalización en salud, mencionaría: ciberseguridad, humanización, privacidad y alfabetización. 

La Ciberseguridad. Hace dos años, el Hospital Clínic fue víctima de un ciberataque en el que se llegaron a filtrar un total de 4,5 terabytes de información, el equivalente a más de un 1 millón de canciones Se llegó a pedir más de cuatro millones de euros para evitar una filtración, pero la información se hizo pública. ¿Qué supuso esto para los pacientes? Durante los primeros días posteriores al ataque, el hospital tuvo que desprogramar cirugías y visitas; y realizó el seguimiento de los pacientes a mano. Facilidad sí, pero no a costa de una sobreexposición de nuestro bien más preciado: la salud. 

La Humanización. La tecnología en salud trae consigo grandes ventajas, pero no olvidemos que esto ha de ir de la mano de la humanización. No solo nuestros móviles se han adaptado a nosotros, sino que las consultas también lo han hecho, poniendo a disposición la tecnología para nuestro bienestar y comodidad. Sin embargo, en cuestión de humanización, la estandarización no da a lugar. Personalizar es la clave: acondicionemos el dato a quién lo recibe y contextualicemos siempre 

La Privacidad. Nos acercamos a un nuevo dilema: ¿qué hacer con todos los datos que se recopilan? ¿Quién puede acceder a ellos? ¿Con qué propósito? Nos encontraremos ante nuevas preguntas, como “¿te importa que comparta tu historial clínico?”. En realidad, si te paras a pensar no es más que una evolución de la pregunta “tu caso es algo excepcional y tengo a un estudiante de prácticas, ¿te importa que esté en consulta?” ¿Por qué no? Si alguien se puede beneficiar de las peculiaridades de un caso en concreto, ¿Por qué no valorarlo garantizando siempre la privacidad de las personas? 

La Alfabetización digital. En salud digital, tan importante es el dato, como el cómo se nos ofrece. Los gráficos nos han brindado una gran capacidad interpretativa de nuestros resultados médicos. De hecho, incluso podemos llegar a determinar si ese asterisco en la analítica es algo normal en nosotros, porque está en línea de nuestros resultados habituales. Si es así, bendita calma. Pero en cambio, cualquier cambio brusco es la puerta a la inquietud, la preocupación y lo que es peor: búsquedas en Google o en chat gpt. Mala praxis. No olvidemos que cualquier resultado siempre ha de ser contextualizado e interpretado y esa capacidad la tiene siempre tu equipo médico.  

Hemos avanzado mucho y lo seguiremos haciendo. Pero aún quedan pasos por dar. Pasos que nos acercan a una atención más personalizada, más humana y más segura y siempre de la mano de profesionales médicos. Sigamos situando el foco en personas que hablan con personas, porque nuestra salud no solo depende de tecnología, sino también de cómo se adapta a nosotros mismos. 

Recapiti
Cristina Langa