En los últimos años, he visto cómo las Constelaciones Familiares y la Descodificación Biológica, que son vistas como pseudoterapias, han sido objeto de muchas críticas, algunas fundadas y otras cargadas de desconocimiento. Como profesional en este camino, siento la necesidad de escribir este artículo desde un lugar personal y comprometido. No para defender herramientas a ciegas, sino para aportar una mirada crítica desde dentro, basada en la práctica clínica, la formación constante y el acompañamiento real de personas en sus procesos de transformación.
Índice
Desde la experiencia: una mirada crítica, pero comprometida
Hablar de Constelaciones Familiares o Descodificación Biológica desde fuera es una cosa. Hacerlo desde dentro, desde años de formación, de trabajo real con personas y de acompañamiento profundo, es otra muy distinta.
Llevo más de 20 años vinculada a las constelaciones familiares. Comencé a formarme con apenas 20 años, primero asistiendo a talleres y encuentros junto a Sylvia Kabelka, cuando estaba en el último año de la carrera de psicología. En 2015 realicé mi formación con Vicente Méndez y, desde entonces, no he dejado de aprender: no solo en constelaciones, sino también en trauma, acompañamiento terapéutico, duelo y otras herramientas que enriquecen el trabajo integrativo con las personas.
No hablo desde una posición neutral ni lo pretendo. Mi mirada es subjetiva, claro que sí, porque estoy dentro del campo. Pero es una subjetividad con conocimiento de causa. He conocido a muchos profesionales, distintas escuelas, estilos de trabajo, enfoques terapéuticos… He acompañado procesos individuales y colectivos, facilitado talleres, y también he recibido personas profundamente heridas por experiencias pasadas en entornos terapéuticos mal cuidados —no solo en constelaciones, sino en otras prácticas donde, lamentablemente, no siempre se prioriza el bienestar del consultante.
Y sí: reconozco que en el ámbito de las Constelaciones Familiares también he visto cosas que me obligan a hablar, a posicionarme y a señalar lo que no puede seguir pasando. Porque las herramientas por sí solas no sanan ni dañan. Lo que hace la diferencia es quién las utiliza, con qué formación, con qué conciencia, con qué ética.
No es la herramienta: es cómo, para qué y quién la utiliza
En los últimos tiempos, terapias como las Constelaciones Familiares y la Biodescodificación han sido señaladas como “pseudoterapias” por algunos sectores del periodismo. Se generalizan casos problemáticos, se extraen frases fuera de contexto, y se difunden relatos que alimentan el miedo y la desinformación.
Como profesional en activo, puedo decir con total claridad: el problema no es la herramienta, sino el uso que se hace de ella. Cuando hay una base ética, conocimiento y responsabilidad, estas prácticas pueden ser profundamente transformadoras. Pero también es cierto que, en manos inexpertas, pueden volverse caóticas, confusas e incluso dañinas.
La falta de regulación: el verdadero riesgo
Cuando comencé a trabajar en el Instituto Ángeles Wolder en 2015, uno de los primeros cambios que impulsamos fue establecer un modelo formativo riguroso. Decidimos que toda formación de especialización debía estructurarse como un máster o posgrado: con módulos progresivos, evaluación continua, prácticas supervisadas y trabajo personal obligatorio. No podíamos seguir validando formaciones informales que, sin profundidad ni exigencia, daban por capacitada a una persona para acompañar procesos tan delicados.
Hoy por hoy, es posible encontrar personas que, con apenas un taller o tras leer un libro, se autodenominan “facilitadores” o “consteladores”. Estas personas, sin formación profunda ni conocimiento del trauma y sin regulación, comienzan a ofrecer sesiones en las que se mueven emociones sin saber cómo contenerlas ni acompañarlas.
Esto no ocurre solo en las constelaciones. Pasa también en el coaching, la psicología o incluso en la medicina. Lo que falta es un sistema claro de regulación, ética profesional y supervisión constante. Sin esto, cualquier disciplina puede volverse riesgosa.
Un ejemplo: acompañamiento seguro vs. práctica peligrosa
Supongamos que una persona llega a consulta y dice:
“Quiero trabajar mis bloqueos con el éxito o el dinero.”
En un enfoque sistémico seguro y profesional, el terapeuta no se lanza directamente a una constelación. Primero se exploran aspectos como:
- Qué significa para esa persona el éxito.
- Qué experiencias familiares o creencias limitantes pueden estar interfiriendo.
- Qué emociones surgen al hablar de abundancia.
- Si hay historias familiares relacionadas con sacrificio, exclusión o miedo a destacar.
Solo si se considera pertinente —y en un momento adecuado del proceso— se puede hacer una constelación. Siempre con un sentido específico, enmarcando lo que se ve, sin imponer significados y dejando claro que lo que aparece es una imagen simbólica, no un diagnóstico ni una verdad absoluta.
En cambio, en una práctica irresponsable, esa misma persona podría ser llevada directamente a representar escenas familiares sin preparación, malinterpretadas o recibir frases como:
“Tu bisabuela fue pobre, por eso tú no puedes tener dinero.”
Eso no ayuda: confunde, retraumatiza y genera más dependencia que comprensión.
El caso de Gabriela del Campo: cuando la irresponsabilidad se convierte en violencia
Una de las mayores preocupaciones surge cuando personas sin criterio terapéutico realizan afirmaciones públicas profundamente dañinas. El artículo al que respondo menciona a Gabriela del Campo, quien llegó a decir:
“La mujer violada no es víctima, eligió ese camino como parte de su sanación.”
Estas palabras no son solo equivocadas. Son violentas, revictimizantes y peligrosas. Justificar un abuso, culpabilizar a quien lo sufre, disfrazar de “sanación” una experiencia traumática… eso no tiene cabida en ningún entorno terapéutico ético.
Estas declaraciones no representan lo que es una constelación ni lo que debería ser una práctica basada en la descodificación biológica. Representan lo que ocurre cuando se juega con el dolor humano sin formación, sin supervisión y sin responsabilidad.
¿Cómo saber si una práctica terapéutica es segura?
Para saber si una persona está haciendo un buen trabajo terapéutico, hay señales claras:
- No impone verdades. Te acompaña a encontrar tus propias respuestas.
- Respeta tus tiempos. No fuerza experiencias.
- Tiene formación seria. No solo en constelaciones, sino también en trauma, psicodinámica y desarrollo personal.
- Explica lo que hace y por qué. No se escuda en “lo que aparece”.
- Asume su rol con responsabilidad. No se posiciona como figura de autoridad ni genera dependencia.
- Jamás justifica la violencia o el abuso.
Eso no es terapia. Eso es negligencia.
¿Y qué pasa con “Mi otra yo”? La serie, el cáncer y los malentendidos
En muchas críticas recientes también se menciona la serie “Mi otra yo“, como si representara una visión distorsionada o peligrosa de las constelaciones familiares. Pero, una vez más, es necesario ver con más atención y menos prejuicio.
Conozco personalmente a la guionista de la serie y he trabajado con ella. Lo que se representa allí no es que el cáncer se cure con Constelaciones Familiares, sino que el abordaje terapéutico incluye más dimensiones que la puramente médica.
En la segunda temporada, el personaje con cáncer sufre una metástasis. No hay una cura mágica. Pero sí hay un cambio profundo en su proceso emocional, relacional y vital. Y eso, en la vida real, también tiene un valor terapéutico inmenso.
La serie no niega la medicina ni ofrece soluciones milagrosas. Lo que plantea es algo que muchos profesionales venimos diciendo hace años: no se puede tratar a una persona solo desde el síntoma físico sin atender lo emocional, lo relacional y lo sistémico.
Regulación, formación y responsabilidad
Es necesario que el periodismo investigue. También es legítimo señalar casos de mala praxis. Pero si vamos a hablar de riesgos, hagámoslo desde la raíz. Porque el problema no son las constelaciones ni la descodificación biológica: el problema es la falta de regulación, de formación y de compromiso real con las personas.
He visto prácticas maravillosas que han transformado vidas. Y también he visto barbaridades que deben ser denunciadas. Por eso sigo formándome, acompañando procesos desde un lugar de humildad y responsabilidad, y apostando por una forma de hacer terapia en la que el consultante esté siempre en el centro, no como receptor pasivo, sino como protagonista consciente de su proceso.
El camino no es prohibir, ni etiquetar, ni alimentar el miedo. El camino es formar, regular, supervisar y construir espacios terapéuticos seguros, donde las personas puedan sanar con respeto, cuidado y acompañamiento profesional.
Sobre mí
Soy psicoterapeuta, formada en Constelaciones Familiares y Trauma. Conocí por primera vez las constelaciones hace más de 20 años. Comencé aprendiendo con Sylvia Kabelka, quien me abrió la mirada al acompañamiento y a la relación terapéutica. En 2015 me formé con Vicente Méndez. Desde entonces, he seguido especializándome en trauma, acompañamiento terapéutico y procesos de transformación profunda. Acompaño personas y grupos desde una mirada integradora, ética y comprometida con el bienestar emocional del consultante.
Si quieres profundizar más sobre este tema y entender por qué las pseudoterapias reciben tantas críticas, te invitamos a leer nuestro artículo completo Pseudoterapias: ¿por qué se las critica?.
Preguntas frecuentes sobre Constelaciones Familiares y pseudoterapias
¿Qué son las Constelaciones Familiares?
Son una herramienta terapéutica basada en un enfoque sistémico que permite explorar dinámicas inconscientes del sistema familiar que pueden estar afectando nuestra vida actual. Se utilizan representaciones simbólicas para traer a la conciencia aquello que necesita ordenarse.
¿Las Constelaciones Familiares son una pseudoterapia?
No. Cuando se practican con formación rigurosa, conocimiento profundo del trauma y ética profesional, pueden ser herramientas muy valiosas. El problema no es la herramienta, sino el mal uso por parte de personas sin preparación ni supervisión adecuada.
¿Puedo trabajar temas emocionales o físicos con una constelación?
Sí, siempre que se aborde desde un enfoque integrador. En el Instituto trabajamos considerando todos los niveles: emocional, relacional, simbólico y físico, sin sustituir tratamientos médicos ni ofrecer falsas promesas.
¿Qué diferencia una constelación seria de una práctica peligrosa?
Un profesional serio no impone verdades, no diagnostica, no fuerza experiencias y tiene una formación sólida, además de supervisión continua. Siempre prioriza el bienestar del consultante y su autonomía.
¿Qué formación debe tener un constelador/a?
Debe tener una formación en Constelaciones Familiares, conocimiento en trauma, acompañamiento terapéutico y habilidades de contención emocional. En el Instituto, por ejemplo, estructuramos nuestras formaciones como posgrados con prácticas, evaluación y trabajo personal.
¿Puedo constelar un tema como el dinero, el éxito o una enfermedad?
Sí, pero se trabaja desde lo simbólico y sistémico, no como una solución mágica. Primero se exploran los significados personales, emociones asociadas y posibles patrones familiares. La constelación solo se realiza si es adecuado y en el momento correcto del proceso.
¿Qué debo hacer si he tenido una mala experiencia en constelaciones?
Busca apoyo terapéutico profesional, de alguien con formación en trauma y acompañamiento emocional. No todas las experiencias representan el enfoque auténtico de las Constelaciones. Hay formas sanas, responsables y respetuosas de trabajar lo que viviste.
¿Las Constelaciones Familiares curan enfermedades como el cáncer?
No. Las constelaciones no curan enfermedades. Ayudan a trabajar aspectos emocionales, familiares y simbólicos que pueden influir en el estado general de una persona, pero no sustituyen ningún tratamiento médico. La integración con la medicina es fundamental.
¿Por qué hay tanta polémica en torno a estas terapias?
Porque muchas veces se generalizan casos de mala praxis. Lo que falta es regulación, formación rigurosa y ética profesional. La herramienta, bien utilizada, no solo no es peligrosa, sino profundamente transformadora.