Uganda: recuperar el camino a la escuela tras una de las mayores interrupciones educativas del mundo ...

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Tras casi dos años de cierre escolar por la pandemia de la COVID-19, millones de niños y niñas en Uganda no regresaron a las aulas cuando reabrieron en enero de 2022. Se estima que hasta un 30 % del alumnado —unos cinco millones de menores— abandonó la escuela. El impacto fue profundo: aumento de embarazos adolescentes, trabajo infantil y dificultad de muchas familias para costear las matrículas. 

Para hacer frente a esta emergencia educativa, Plan International, en alianza con Education Above All y la Fundación Strømme, puso en marcha el proyecto RISING Uganda. Su objetivo: que 100 000 niños, niñas y adolescentes que dejaron la escuela —especialmente las niñas— pudieran volver a estudiar. 

Escuelas más dignas, seguras e inclusivas 

El proyecto trabaja con comunidades, autoridades y escuelas en nueve distritos de Uganda para derribar barreras al acceso a la educación: desde la falta de aulas hasta las brechas de aprendizaje. También se incluye a menores refugiados. 

Una de las claves del éxito es mejorar las infraestructuras. Se prevé construir o renovar 67 aulas y 53 instalaciones de agua, saneamiento e higiene (WASH), con baños separados, zonas de lavado de manos, salas de cambio y sistemas para desechar compresas. Todo ello para que las niñas puedan gestionar su menstruación con dignidad. 

“Los baños nuevos tienen vestuarios, algo que antes no teníamos”, explica Shadia, de 13 años. “Antes compartíamos el baño con los chicos y me iba a casa cada vez que tenía la regla. Me perdía días de clase. Ahora puedo cambiarme, asearme y volver al aula”. 

Clubes estudiantiles que transforman vidas 

Se han creado clubes escolares del Movimiento por la Educación de las Niñas (GEM, por sus siglas en inglés) para reforzar habilidades para la vida, promover la igualdad y prevenir el abandono escolar. En ellos se elaboran compresas reutilizables y jabón líquido, se sensibiliza en la comunidad y se habla sin tabúes de la menstruación. 

“Antes me reía de las chicas si manchaban su ropa. Pero el club GEM me enseñó que hay que apoyarlas, no burlarse”, cuenta un chico participante. 

Las familias, pieza clave para que niñas y niños estudien 

El rol de los padres, especialmente los hombres, ha sido esencial. Se han creado clubes de madres y padres para fomentar su implicación en la educación. “Antes dejábamos esta responsabilidad a nuestras esposas. No íbamos a reuniones escolares ni sabíamos el nombre del director”, admite James Byekwaso, presidente de un club de padres. 

Ahora las familias al completo participan activamente en los planes de mejora escolar y en el diálogo con los centros educativos. 

Docentes con herramientas para una educación inclusiva 

El profesorado también se ha beneficiado del proyecto con formación en educación inclusiva y sensible al género. “He aprendido a planificar mis clases pensando en niñas, niños y estudiantes con dificultades de aprendizaje. Ha mejorado el rendimiento y la asistencia”, explica Doris Apio, docente en una de las escuelas apoyadas. 

Tecnología para no perder de vista a ningún niño o niña 

Para mejorar el seguimiento del alumnado, se ha capacitado a personas voluntarias para recopilar datos y se ha implementado un sistema digital que permite a las autoridades saber en tiempo real cuántos menores están fuera del sistema educativo y cuál es su situación. 

“Registramos a quienes se inscriben tarde, abandonan o regresan”, explica Isaac Oluma, encargado de datos. “Primero los anotamos en el registro y luego pasamos la información a las tabletas que nos dio Plan International”. 

En solo dos años y medio, RISING Uganda ha logrado que más de 71 000 niños y niñas regresen a las aulas. El objetivo de 100 000 está cada vez más cerca. Desde Plan International que cada niño y niña tenga la oportunidad de aprender, desarrollar su potencial y construir un futuro digno. 

Recapiti
Sadaya Delaossa