¿Por qué se mata al toro?
Esta pregunta se desglosa en varias aristas, cuestionando por qué se mata al toro para consumo, al igual que otros animales, y la visibilidad de esta muerte en público, en contraste con la oscuridad de los mataderos. Se argumenta que para el aficionado, la muerte en secreto sería una deshonra para el animal, que tiene la oportunidad de mostrar su carácter y heroísmo en la plaza, creando una memoria de él que no existe para otros animales de consumo. Además, se defiende que la tauromaquia expone la muerte en una sociedad que la anula, lo cual es fundamental para comprender la vida.
¿El toro sufre durante la lidia?
Se matiza que el toro no sufre de una manera “antropológica”, careciendo de la perspectiva humana de dolor anticipado. Se citan estudios científicos que sugieren que el sistema hormonal del toro, como animal de combate, está preparado para anular el dolor durante la lidia. Se acepta que el toro sufre, pero se compara con el sufrimiento de los 700 millones de animales que se matan anualmente para consumo en España, cuestionando la noción de “sufrimiento extra” en la tauromaquia y las “unidades de sufrimiento” por gramo de carne en comparación con otros animales.
¿Se manipula al animal (drogado, vaselina en los ojos, restar fuerza)?
Se califica esta acusación de “absurda”, argumentando que disminuir la capacidad física del toro iría en contra del interés del torero y del aficionado, aumentando el peligro para el matador y restando valor al espectáculo.
¿No es cultura?
Se defiende que la cultura es decidida por los pueblos, no por los gobernantes ni por criterios externos, y que la tauromaquia es una manifestación de la vida de un pueblo. Se invoca la Declaración de París de la UNESCO de 2003, que obliga a proteger las culturas minoritarias siempre que no transgredan los derechos humanos. Se argumenta que la cultura no siempre es “cómoda” y puede cuestionar los sentimientos, y que los toros también son considerados arte.
¿Las administraciones públicas no deben subvencionar a la tauromaquia? (Es un espectáculo subvencionado, al que va poca gente y es cruel)
Se afirma que las subvenciones son “muy pequeñas” en comparación con otras manifestaciones culturales, y se desmiente la cifra de 500 millones de euros del “Informe Vox” como una “gran mentira” que incluye ayudas agrícolas generales. Se argumenta que las administraciones apoyan los festejos por el rendimiento económico y de imagen que generan, y que criticar las subvenciones por gustos personales llevaría al fin de la financiación de toda cultura. Se ve como una “censura arbitraria” la exclusión de los toros del cheque cultural para jóvenes.
¿Una sociedad a la que le gusta la fiesta de los toros es una sociedad sádica o enferma?
Se refuta esta idea, señalando que España, con su arraigo taurino, es “uno de los países menos violentos del mundo”, con bajas tasas de asesinatos y violencia, y alta tolerancia sexual. Se sugiere que la tauromaquia podría ser, paradójicamente, una “herramienta cultural para ser mejores”.
¿Los toros son de derechas?
Se considera un “tópico absurdo” y una “construcción del enemigo”, ya que la tauromaquia interesa a aproximadamente 24 millones de personas en España, cifra imposible de adscribir a una sola ideología política. Se argumenta que la tauromaquia ha permitido la movilidad social de personas humildes y ha sido un “foco de revolución política” y un refugio para la identidad, siendo tanto de derechas como de izquierdas.
¿Por qué este espectáculo sí y por qué no la lucha de gladiadores o torneos de justas?
Se reitera que la tauromaquia forma parte de las tradiciones culturales que se deben proteger, basándose en la Convención de París de la UNESCO de 2003, que establece que la única frontera para las manifestaciones culturales es el respeto a los derechos humanos. Se diferencia claramente de prácticas que implican daño a seres humanos, como los gladiadores.
¿Por qué hay que llevar a un niño a los toros? (Se está creando a futuros sádicos, la ONU prohíbe la entrada de menores)
Se defiende que llevar a los niños a los toros es parte de una “educación de lo que es la vida y de lo que es el mundo”. Se desmiente la afirmación de que la ONU prohíba la entrada de menores, calificándola de “falsa” y sin respaldo de informes. Se citan estudios que sugieren que los niños en escuelas taurinas desarrollan “más herramientas para enfrentarse a las situaciones adversas”, y se critica que los antitaurinos utilizan a los niños para sus batallas abolicionistas.
¿La fiesta de los toros es una cosa de señores mayores, de jubilados? ¿No interesa a la juventud? ¿Es un espectáculo que tiene los días contados porque no hay relevo generacional?
Se refuta esta percepción, señalando que la franja de edad con mayor proporción de asistentes a festejos taurinos es la de 15 a 19 años, y que hasta los 35 años la asistencia es significativamente mayor que la media. Además, se argumenta que la censura y la prohibición hacen que lo prohibido sea “más atractivo para el joven”.