Del boceto al algoritmo

Compatibilità
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Hace dos años, cuando el primer generador de imágenes por IA se coló en una de nuestras sesiones creativas, lo vi como una curiosidad. Hoy, se ha convertido en una herramienta de uso cotidiano, y también en una fuente de debate interno, dudas y hasta temor. Como directora de arte, me veo constantemente mediando entre la emoción por el avance tecnológico y la inquietud que provoca entre diseñadores, redactores, ilustradores y otros perfiles creativos

La inteligencia artificial genera en segundos lo que a nosotros nos lleva horas: maquetas, ideas visuales, paletas de color, logotipos preliminares, incluso wireframes de sitios web. La tentación de “saltarse al diseñador” está ahí, especialmente en entornos que priorizan la rapidez por encima de la reflexión creativa. 

Y sí, he escuchado frases como: “¿Para qué necesitamos un diseñador si esto ya lo hace Midjourney o DALL·E?” 

Esta visión es peligrosa. Porque si bien la IA es rápida, carece de criterio. Puede imitar estilos, pero no genera intención. No piensa en tono de marca, en contexto cultural, en la complejidad emocional de una narrativa visual. El buen diseño no es solo estética; es comunicación estratégica. Es donde nosotros seguimos siendo insustituibles. 

Ahora, no todo es amenaza. La IA es, también, una colaboradora silenciosa. En nuestro equipo usamos herramientas de IA para: 

  • Explorar variaciones de color o composición. 
  • Prototipar ideas en fase temprana de pitch. 
  • Traducir briefs visuales complejos en bocetos rápidos. 
  • Detectar patrones en campañas previas que han funcionado. 

Lo importante es no dejarle la decisión final. La IA sugiere, pero somos nosotros quienes decidimos. 

Una frase que uso mucho en mis presentaciones internas: “La IA no sustituye al diseñador; sustituye al diseñador que no sabe usar la IA.” 

Hoy ya no basta con dominar Photoshop o saber de semiótica visual. Los nuevos diseñadores deben entender prompts, saber entrenar modelos, conocer derechos de autor algorítmicos y, sobre todo, aprender a cuestionar lo que la IA genera. Estamos formando perfiles que son mitad creativos, mitad estrategas tecnológicos. 

Esto me entusiasma. Porque significa que el diseño ya no se limita a lo visual. Se convierte en interfaz entre humanos y máquinas, en filtro crítico, en voz editorial frente a lo automatizado. 

La IA no conoce la tensión de un brainstorming donde una idea chispea entre risas. No entiende el peso de un silencio en una presentación. No puede crear una identidad que conecte con los valores de una comunidad, ni llorar de emoción al ver una campaña que funcionó porque supo tocar algo profundamente humano. Eso sigue siendo terreno nuestro. 

La IA es una herramienta. No un enemigo, pero tampoco una solución mágica. En el departamento de diseño de nuestra agencia, no trabajamos “contra” la IA ni “a pesar” de ella. Trabajamos con ella, pero siempre desde un lugar de consciencia y criterio creativo. 

Porque si algo nos enseñó la historia del diseño, es que toda herramienta puede amplificar o trivializar la creatividad. Depende de quién la sostenga. 

Belén Rodríguez

Directora de arte

Recapiti
Belén Rodríguez