Día Internacional de la Asistencia Humanitaria - PLAN INTERNATIONAL

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Los desastres no esperan y la educación tampoco debería hacerlo

19 de agosto de 2025

En Indonesia, un país propenso a los desastres naturales, las niñas y los niños en situación de vulnerabilidad afrontan riesgos únicos cuando se producen dichas emergencias. Maulinna, experta en ayuda humanitaria de Plan International, comparte cómo debe ser una respuesta inclusiva y ética, y de qué forma puede transformar vidas. 

Por Maulinna Utaminingsih, Plan International en Indonesia. 

Cuando me uní por primera vez al equipo de respuesta a emergencias de Plan International en Indonesia, en 2010, no sabía con certeza hacia dónde me llevaría este camino. Pero tenía algo claro: quería ayudar de la manera correcta, con dignidad y sin causar más daño. 

Con el tiempo, lo que comenzó como una vocación se ha convertido en un compromiso para toda la vida. Desde agua, saneamiento e higiene (WASH) o educación en emergencias, hasta protección infantil, he trabajado en diferentes regiones y desempeñado distintos roles: desde liderar respuestas humanitarias hasta formar a otras personas. Cuanto más trabajo junto a comunidades afectadas por desastres naturales, más comprendo lo fundamental que es que la respuesta humanitaria sea rápida, inclusiva y, sobre todo, que priorice la protección. En el centro de nuestro trabajo hay una prioridad clara: garantizar que las niñas, los niños, las personas con discapacidad y quienes pertenecen a las comunidades más marginadas no se queden atrás.

Cuando la ayuda no llega a todos por igual

Indonesia se enfrenta prácticamente cada año a desastres como terremotos, inundaciones, deslizamientos de tierra o erupciones volcánicas. Estos eventos alteran todos los aspectos de la vida: los servicios de salud, la educación, los medios de vida y la seguridad pública. Sin embargo, aunque muchas respuestas se organicen con buena intención, he visto de primera mano cómo a veces no cumplen con los principios humanitarios básicos. 

A menudo, falta comprensión sobre lo que implica una respuesta de emergencia eficaz y ética. He escuchado decir: “la ayuda no se reparte de forma equitativa”, y a veces es cierto. En ocasiones, la distribución es desigual, exigiendo documentos que las personas supervivientes han perdido durante el desastre. Donaciones que se acumulan sin entregarse por falta de personal o planificación. Personas voluntarias que, con

 buena voluntad, se saltan los canales oficiales, generando repartos descoordinados que provocan que algunas familias reciban varios lotes de material escolar —llegué a conocer un caso en que un mismo niño recibió 13 mochilas— mientras otras no tienen lo básico. 

Recuerdo a una joven que me contó que no se atrevía a pedir compresas en un centro de ayuda porque todos los voluntarios eran hombres. Un detalle aparentemente pequeño, pero que dice mucho: sin un enfoque sensible al género, corremos el riesgo de ignorar las necesidades de la mitad de la población.

Las niñas y los niños también se enfrentan a retos específicos: algunos sienten vergüenza de volver a la escuela sin uniforme o material escolar; otros sufren burlas por vestir diferente o por integrarse en centros nuevos, desconocidos para ellos y ellas. El impacto emocional de un desastre no termina con la seguridad física; persiste en forma de vergüenza, interrupción y pérdida de rutinas. 

Involucrar a las personas en la ayuda que reciben
Por eso, en Plan International Indonesia trabajamos no solo en la respuesta inmediata, sino también en la construcción de sistemas que protejan, incluyan y empoderen a las personas y a sus comunidades. Hemos distribuido kits de higiene con artículos como ropa interior, a menudo olvidados pero esenciales. Hemos formado a docentes para que puedan garantizar la continuidad educativa en emergencias. Pequeñas acciones que marcan una gran diferencia. 

En cada respuesta ponemos en marcha mecanismos de retroalimentación con apoyo del gobierno local y de jóvenes voluntarios y voluntarias. Estos sistemas se han convertido en un puente fundamental, permitiendo que las comunidades afectadas puedan plantear preguntas, hacer sugerencias o, sencillamente, ser escuchadas y tenidas en cuenta. Muchas personas agradecieron que sus preocupaciones recibieran respuestas reales, y para algunas fue la primera vez que sintieron que podían participar de forma activa en la ayuda que recibían. 

La educación no puede quedar en segundo plano
Aun así, queda mucho por hacer. Mi mayor preocupación es que la educación sigue quedando relegada en los primeros días de un desastre. Las escuelas se utilizan con frecuencia como refugios de evacuación y el proceso de aprendizaje se interrumpe. Pero para la infancia, la escuela es mucho más que un aula: es estabilidad, seguridad y un espacio para recuperarse emocionalmente. 

Si pudiera hacer un solo cambio, sería garantizar que cada escuela en Indonesia —no solo en los documentos, sino en la práctica— esté preparada para afrontar un desastre. Eso implica simulacros, no solo manuales; participación comunitaria, no solo políticas; y asegurar que la infraestructura sea realmente segura, de modo que las escuelas puedan seguir abiertas incluso cuando todo lo demás se detenga. 

Invertir en formación
Mi mensaje para donantes y socios de todo el mundo es sencillo: inviertan en formación. Apoyen a docentes, jóvenes y autoridades educativas en todas las regiones, para que cuando ocurra un desastre la respuesta sea rápida, inclusiva y adecuada. Podemos lograr un futuro en el que ningún niño o niña sufra daños en la escuela y en el que no se pierda ni un solo día de aprendizaje. 

Lo que me da esperanza es la convicción de que las niñas y los niños merecen sentirse seguros, incluso en tiempos de crisis. Y no lo hacemos solos: la colaboración con las autoridades, las escuelas y las comunidades locales es valiosa y sigue creciendo. Creo firmemente que, si involucramos a la juventud ahora, no solo estaremos ayudando en el presente, sino también construyendo una generación más resiliente y mejor preparada para el futuro. 

Recapiti
Sadaya Delaossa