El documento de la Comisión Europea analiza el papel de la biomasa en los sistemas de producción y consumo de la Unión Europea.
Los investigadores evalúan la disponibilidad de biomasa, sus usos actuales, su gobernanza y las acciones necesarias para garantizar su sostenibilidad y regeneración en el largo plazo. Se trata de una fuente clave de energía, materiales, alimentación y productos químicos en la economía europea. Se utiliza de forma intensiva en diversos sectores como la producción de energía para calefacción y electricidad, la industria agroalimentaria, el transporte y la bioeconomía. Su papel es cada vez más relevante en el marco del Pacto Verde Europeo, pero también plantea desafíos en términos de sostenibilidad ambiental, competencia por el uso del suelo y trazabilidad, especialmente ante la creciente demanda global y la dependencia de ciertas importaciones.
El informe destaca que la biomasa europea proviene principalmente de la agricultura, los bosques y los residuos. Aunque la producción interna es significativa, existe una creciente dependencia de las importaciones, especialmente de productos como pellets de madera, piensos y biocombustibles. Esta dependencia externa plantea riesgos en términos de trazabilidad, sostenibilidad y resiliencia de la cadena de suministro, especialmente cuando los marcos regulatorios fuera de la Unión Europea son más laxos.
Uno de los aspectos centrales del informe es la necesidad de mejorar la gobernanza de la biomasa a nivel comunitario. Actualmente, las políticas de uso de la biomasa están fragmentadas entre distintos marcos regulatorios: política agrícola, forestal, energética, ambiental y comercial. La Comisión Europea propone avanzar hacia un enfoque más coherente, que integre los principios de economía circular, uso en cascada, eficiencia de recursos y regeneración ecológica.
Además, el informe identifica varias acciones regenerativas que los Estados miembros podrían adoptar para restaurar la biodiversidad y mejorar la sostenibilidad del uso de biomasa. Entre ellas se incluyen: prácticas agroforestales, restauración de suelos degradados, valorización de residuos orgánicos, fomento del compostaje y promoción de sistemas alimentarios más resilientes.
Finalmente, la Comisión Europea advierte que para que la biomasa contribuya verdaderamente a los objetivos del Pacto Verde Europeo será necesario repensar los patrones actuales de producción y consumo. Una biomasa sostenible no solo debe ser renovable, sino también regenerativa, garantizando beneficios climáticos, ecológicos y sociales a largo plazo. Esto requiere cambios estructurales en la gobernanza, incentivos adecuados y una participación de los actores económicos y ciudadanos.