En la era premóviles éramos capaces de memorizar varios números de teléfonos fijos, pero con la llegada de los móviles, hemos perdido esa costumbre, bueno, costumbre o capacidad, no lo tengo tan claro.
Un estudio de Panda Security realizado a 3.000 personas en EE. UU. desprendió que más del 82% de los padres encuestados no podrían recordar el número de teléfono de sus hijos sin consultar el móvil.
Lo que sí que tengo claro es que cuando alguien o algo nos resuelve cualquier tema, dejamos de esforzarnos y damos por hecho que siempre va a ser así, sobre todo si es algo que no nos produce placer o no nos aporta nada de forma inmediata. Pero lo que está claro es que la comodidad tecnológica nos ha hecho perder ciertas capacidades tanto operativas como memorísticas. Y esto es algo que llevo tiempo viendo en mi día a día.
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) nos plantea una situación similar pero muchísimo más amplia, no estamos hablando solo de dejar de memorizar números, de realizar operaciones aritméticas sencillas, aquí estamos hablando de escribir textos, generar ideas, tomar decisiones…y un largo etcétera, y si no ponemos cuidado, caeremos en la misma trampa, delegaremos tanto que dejaremos de escribir textos originales, de generar ideas y que las IA tomen decisiones por nosotros.
Hemos dejado de analizar CV de forma manual, de escribir evaluaciones, de crear herramientas de uso interno. Recuerdo la primera vez que diseñe una evaluación de desempeño, este proceso fue enriquecedor, me tocó investigar, probar, rectificar…y todas estas tareas me enriquecieron cómo profesional, ahora bastaría con un prompt bien escrito para que nos haga el trabajo, pero ¿qué pasa con todo ese camino que no vamos a andad?
La IA es una herramienta muy potente, quien no quiera verlo, tendrá un problema no dentro de mucho tiempo. Pero no debemos olvidar que le falta espíritu crítico, no es creativa, no se cuestiona, carece de rebeldía, simplemente sigue instrucciones, no innova.
En las empresas necesitamos personas que innoven, que no sean conformistas, que sean capaces de unir dos puntos que nadie había conectado (y que quizás ni sabían que estaban ahí, que rompan moldes. Estas personas son las que van a llevar a tu empresa al siguiente nivel. Pero no caigamos en el error de poner toda esta carga en los hombros de nuestros empleados. Desde el comité de dirección tienen que nacer iniciativas que premien y motiven esta innovación. En muchas ocasiones las compañías se vuelven cortoplacistas y no nos capaces de ver más allá, el día a día les consume tanto que es imposible poner el foco en el largo plazo, tenemos que ser capaces de identificar, cuidar y desarrollar ese tipo de talento inconformista, creativo y disruptivo. Esta deber ser una prioridad en RRHH.
Es básico dar las herramientas para poder innovar y “forzar” a tu equipo directivo o a los managers a que se apoyen en la IA para innovar, y repito, apoyarse es apoyarse, no delegar y dejar que la IA de turno nos haga el trabajo. Yo de forma mensual me pongo un reto, tengo que identificar un proceso dentro de mi área de competencia que me esté retrasando o que es mejorable y me doy un mes para buscar una solución apoyándome en la IA. De esta forma me estoy forzando a identificar un problema en mi día a día, me estoy forzando a utilizar la IA y finalmente encuentro una solución a un problema.
Es posible que ya no volvamos a ser capaces de memorizar todos los teléfonos de nuestro círculo cercano, es posible que nos cueste hacer una división sencilla, pero estamos a tiempo de poner barreras para seguir siendo capaces de pensar, de ser creativos y de seguir siendo capaces de imaginar el futuro, no deleguemos nuestro futura a una IA.
**Iván Rojo es Director de RR.HH. en DMD Asesores y miembro de la Asociación Española de Directores de Recursos Humanos (AEDRH).