- El anticuerpo conjugado izalontamab brengitecan, desarrollado por BMS, ha mostrado tasas de respuesta destacadas tanto en cáncer de pulmón no microcítico con mutación EGFR como en cáncer de mama HER2-negativo o HER2-low, abriendo la puerta a nuevas opciones terapéuticas.
Terabithia Press / Garcés Rivero / Madrid
En la World Conference on Lung Cancer 2025 se dieron a conocer los resultados del ensayo de fase II con la combinación de izalontamab brengitecan (Iza-Bren) y osimertinib en primera línea de tratamiento para pacientes con cáncer de pulmón no microcítico con mutaciones sensibles de EGFR. Los datos confirmaron una tasa de respuesta objetiva del 84,4 %, con un 80,5 % de respuestas confirmadas, una supervivencia libre de progresión a 12 meses del 86,5 % y una supervivencia global al año del 95,9 %. El perfil de seguridad fue considerado manejable en los diferentes regímenes de dosificación estudiados.
Paralelamente, en ensayos de fase temprana en cáncer de mama HER2-negativo o HER2-low con pacientes fuertemente pretratadas, el fármaco alcanzó una tasa de respuesta global del 42,1 % y un 80,2 % de control de la enfermedad, con una supervivencia libre de progresión de casi 7 meses. Estos datos preliminares sugieren que el beneficio clínico de Iza-Bren no depende estrictamente del nivel de expresión de HER2, lo que amplía de forma notable su potencial.
La compañía recuerda que el fármaco ya ha recibido la designación de Breakthrough Therapy por parte de la FDA para cáncer de pulmón previamente tratado, lo que podría acelerar su desarrollo y aprobación. En Europa, el proceso deberá pasar por la EMA y la Comisión Europea, con una posible llegada a España estimada entre finales de 2026 y mediados de 2027, en función de la evolución de los ensayos y de los plazos regulatorios.
Con resultados sólidos en pulmón y señales alentadoras en mama, Bristol Myers Squibb refuerza su liderazgo en inmuno-oncología y abre un horizonte de nuevas terapias dirigidas para pacientes con opciones limitadas.
La revolución de la inmunoterapia oncológica
En apenas cinco años, la inmunoterapia se ha consolidado como una de las mayores revoluciones en oncología. Lo que comenzó como una opción para casos muy concretos se ha convertido en un pilar fundamental del arsenal terapéutico, junto a la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia.
El cambio ha venido de la mano de los llamados inhibidores de puntos de control inmunitario (como PD-1, PD-L1 o CTLA-4), terapias que desbloquean el sistema inmune para que pueda reconocer y atacar las células tumorales. Estos fármacos han demostrado prolongar de forma significativa la supervivencia en tumores con pocas opciones terapéuticas, como melanoma avanzado, cáncer de pulmón no microcítico, riñón, vejiga o cabeza y cuello.
En este contexto, Bristol Myers Squibb ha desempeñado un papel decisivo. La compañía fue pionera en 2011 con ipilimumab (anti-CTLA-4), primer fármaco de su clase aprobado en melanoma. En el último lustro, BMS ha consolidado su liderazgo con nivolumab, su inhibidor PD-1, que ha ampliado indicaciones en múltiples tipos de cáncer y se ha convertido en una referencia global.
Además de los bloqueadores de puntos de control, la compañía está impulsando una nueva generación de terapias: anticuerpos conjugados (ADC), terapias celulares y combinaciones con inhibidores de tirosina quinasa. Entre ellos destacan izalontamab brengitecan (Iza-Bren), con resultados recientes en pulmón y mama, y el desarrollo de nuevas estrategias para tumores sólidos refractarios.
En los últimos cinco años:
- La inmunoterapia ha pasado de usarse solo en estadios avanzados a estar integrada en líneas tempranas de tratamiento e incluso en terapias adyuvantes (previas o posteriores a la cirugía).
- Los porcentajes de supervivencia a largo plazo han mejorado en varios tumores: en melanoma metastásico, por ejemplo, más del 50 % de los pacientes tratados con combinaciones de inmunoterapia están vivos a cinco años, algo impensable hace una década.
- Los esquemas de combinación (inmunoterapia con quimio, con radioterapia o con terapias dirigidas) se han convertido en la norma en muchos protocolos clínicos.
BMS ha estado en la primera línea de esta revolución, no solo con fármacos ya aprobados, sino con una de las carteras de ensayos clínicos más amplias en inmuno-oncología, incluyendo más de 25 moléculas en desarrollo.