100 Grandes Álbumes de la Música Latina - Radio Gladys Palmera

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El mundo de la música grabada ha cambiado mucho y los formatos de vinilo son prueba de ello. La producción masiva nació con los discos de 78 revoluciones por minuto (RPM), de 10 pulgadas, hechos de un material quebradizo que contenían una canción por cada lado y que no tenían carátula. Luego aparecieron los Long Plays (LP), de 33 1/3 RPM, de doce pulgadas, con varias canciones por cada lado y a la par, dos formatos que funcionaron como Extended Play (EP): los de diez pulgadas con cuatro canciones por cada cara, y los Single Play (SP), de 45 RPM, con un número variable de canciones por cara, pero en su mayoría una sola sola. El siglo XX estuvo sostenido por estos formatos y sobre ellos se cimentó una industria que creció exponencialmente.

Pero como este fue un proceso paulatino, muchísimos artistas no grabaron en todos esos formatos. Ese fue el caso de Carlos Gardel, sinónimo del tango tradicional, cuya temprana muerte no le hizo ver esta evolución de formatos (murió en 1935 y los LP nacieron en 1948). Gardel sólo grabó canciones en 78 RPM, aunque las casas discográficas que tenían sus derechos de reproducción sí que las publicaron en otros formatos y velocidades.

Gardel no conoció tampoco el concepto álbum. En su tiempo los que hoy llamamos álbumes eran carpetas con varios discos de 78 RPM incluidos. El concepto álbum nació con el LP: varias canciones grabadas por un mismo artista en un máximo de 48 minutos; o sea, 24 minutos por cada lado. La duración de cada canción y el reparto equitativo de todas en ambos lados hacía que esa cifra total variara.

Lo que sí es cierto es que hubo unos álbumes que destacaron por encima de otros debido a una multitud de razones: la fama del artista, la popularidad de una canción en particular, el Boom de un ritmo determinado, el marketing de la casa discográfica, la penetración en los grandes mercados, su inclusión en una película… En fin. Durante la segunda mitad del Siglo XX nada se movió en la música que no estuviese marcado por la grabación y venta de un álbum.

LOS DISCOS DE ORO

Para medir el éxito de un álbum se estableció el siempre adecuado método de contar las copias vendidas, cantidades que fueron de conocimiento público mediante la certificación de ventas discográficas. Este sistema derivó en un premio al interior de las casas discográficas, que fue el Disco de Oro. Se dice que el primer Gold Record (que así se llamó al comienzo), lo ganó Glenn Miller antes de que éste se alistara en el US Army durante la Segunda Guerra Mundial. Miller, quien murió durante la conflagración, había vendido 1.200.000 unidades de su sencillo “Chattanooga Choo Choo” para la casa RCA Victor.

Fue precisamente la RCA la que tuvo la idea de conceder un Gold Record como reconocimiento al artista, pero también como método promocional. Su ejemplo fue seguido por otras firmas, acordando celebrar de esta manera la venta de un millón o más de discos de vinilo en Estados Unidos. Pero sólo hasta 1958 ese método fue certificado por la Recording Industry Association of America, RIAA.

Durante muchos años el artista latino más importante de la RCA fue Dámaso Pérez Prado, que recibió, por supuesto, su respectivo Gold Record en 1955 gracias al éxito del tema “Cerezo Rosa”. Composición de Antoine Leonardi, Louis Guglielmi y Mack David, con arreglo de Humberto Musacchio, “Cerezo Rosa” estuvo diez semanas en el Hit Parade, siendo el cubano Pérez Prado el primer artista latino en alcanzar ese Top. En total, el tema vendió 1.800.000 copias.

Fue muy difícil para los artistas latinos alcanzar semejantes cifras en los años siguientes, sobre todo en el mercado americano dominado por una música con letras en inglés y discos producidos por compañías estadounidenses. Pero en 1963 lo consiguió el neoyorquino Ray Barretto con su canción “El Watusi“.

La exótica canción, con una letra que no era cantada sino actuada, fue un fenómeno en su tiempo y dejó a su paso tal impacto que con ese nombre y ritmo hubo bandas, bailes, variaciones musicales y parodias orquestales. Y aparte de su permanencia en el Hit Parade nacional, fue número uno en Singles regionales en Los Ángeles y Chicago. Lo llamativo es que el Single de la canción vendió más que el álbum “Charanga Moderna“, donde estaba incluida. El artífice de la producción y promoción fue Teddy Reig, A&R de la casa Tico Records.

Sin embargo, esta relación canción-álbum no fue igual en todos los países, pues las reediciones del LP y la inclusión de la canción en diferentes discos recopilatorios, modificaron la medición de sus ventas. Esta serie de circunstancias, acaecidas con otros álbumes, llevaron a que el Disco de Oro se convirtiera en un premio universal.

Pero no es lo mismo vender en Estados Unidos, con todo el poder de su industria discográfica, que en Bolivia, con las limitaciones de la misma. Las normativas de las asociaciones discográficas regionales hicieron que las cifras variaran. Vender un millón de ejemplares estaba, pues, al alcance de muy pocas casas y solamente en Estados Unidos, así que la RIAA bajó el listón y puso la cifra de un Disco de Oro en la mitad.

Siguiendo esa línea de acción, en Estados Unidos se concede un Disco de Oro por la venta de 500.000 unidades. En México, en cambio, se otorga con 50.000 unidades vendidas; en Brasil con 40.000 unidades; en Argentina son 30.000 unidades; y en Colombia son 20.000. Si un disco llega al millón de unidades vendidas en Estados Unidos se le concede un Disco de Platino, pero en México la Asociación Mexicana de Productores de Fonogramas y Videogramas, AMPROFON, ofrece una serie de opciones que diferencia si se trata de canción o de álbum, de la siguiente manera:

Disco de Oro: album: 20.000 unidades; canción: 50.000 unidades.
Disco de Platino: álbum: 40.000 unidades; canción: 100.000 unidades.
Disco de Diamante: álbum: 1.000.000 de unidades
Disco de Uranio: canción: más de 50 millones de unidades.

Como se puede ver, hay una dualidad entre Gold Record (canción) y Disco de Oro (canción), siendo muchas veces confuso el encontrar el dato exacto de ventas. Además, asociaciones como AMPROFON son acumulativas. Es decir, no conceden los premios por las ventas en un año, sino en el momento en que alcanzan una cifra. José José, Juan Gabriel, Luis Miguel o el propio José Alfredo Jiménez son ejemplos de entregas de Discos de Oro tardíos.

Más allá de las cifras, el tema del Disco de Oro ha sido controvertido durante años porque en algunos momentos no se llegó a medir la venta real en tienda, sino los pedidos que le hacía cada tienda a la distribuidora de una casa discográfica; es decir, una cifra más cercana a la producción total de un álbum que a la de la venta real. Pero con el paso del tiempo, esto se ha ido controlando.

En los tiempos actuales, donde son más importantes las canciones que el álbum, la certificación de ventas ofrece lo que se denomina “Unidad equivalente a álbum”, que equipara la descarga a la compra. Así pues, esta unidad contempla la descarga de canciones digitales y la reproducción a tiempo real, además de la venta de álbumes tradicionales. En otras palabras, diez canciones descargadas equivalen a un álbum vendido.

GRAMMYS Y HIT PARADE

El segundo parámetro es el de los premios obtenidos, aunque es verdad que los premios en todos los niveles de la vida, desde el Nobel hasta el más humilde los galardones literarios, están mediados por un jurado que obedece a algún as premisas pre-establecidas y no a razones globales.

El Premio Grammy, por ejemplo, siempre ha tenido el parámetro de las ventas como algo esencial para conceder el galardón. Por eso los especialistas siempre han criticado esta inclinación ya que consideran que el éxito no se puede medir únicamente por sus ventas anuales. Y este hecho nos remite al caso Fania.

El músico Willie Colón siempre fue crítico con el productor ejecutivo Jerry Masucci por haber antepuesto sus criterios personales a la hora de elegir los nominados de Fania para los Premios Grammy (en ese tiempo, años 70 y 80) no existía el Latin Grammy). Y citaba el caso del álbum “Homenaje a Benny“, de Tito Puente, que fue presentado a la entidad organizadora, NARAS, en detrimento de “Siembra“, el exitoso álbum de Colón y Rubén Blades.

El sello Fania Records nació en 1964 como discográfica independiente latina en Nueva York, pero siete años después, en 1971, pasó a convertirse en una Major, iniciando su proceso de adquisición de otros sellos (Alegre, Tico, Cotique, Inca…) y convirtiéndose en la más importante del mundo latino. Fue en ese momento que los artistas que habían firmado en el 64 vieron la posibilidad de mejorar sus condiciones contractuales, al igual que los recién llegados como parte de los catálogos de las discográficas adquiridas. Para Jerry Masucci, presidente de la compañía, esto fue un asunto complejo, a pesar de lo cual lo trató individualmente.

¿Resultado? Algunos artistas dejaron el sello, caso Joe Bataan; otros crearon sus propias productoras a través de las cuales hicieron nuevos contratos, caso Larry Harlow; y otros se quedaron allí bajo las mismas condiciones iniciales y renegando contra Fania, caso Lebron Brothers. Masucci, por su parte, y para curarse en salud, decidió no volver a hacer públicos sus reportes de venta, lo que le trajo a su vez nuevos problemas legales con otros artistas, caso Eddie Palmieri.

Al no tener reportes de ventas de la época de oro de Fania, es muy difícil saber con precisión cuales son los discos más vendidos de la compañía, salvo los que fueron premiados con un Disco de Oro o un Disco de Platino, ya que esto pasa por la RIAA. De esta forma es posible determinar que el artista más exitoso y vendedor de Fania en toda su historia ha sido Willie Colón. “Siembra“, el álbum más vendedor de la firma, lo hizo Colón junto a Blades; el segundo más vendedor, “Asalto Navideño“, lo hizo junto a Héctor Lavoe; los tercero y cuarto más vendedores, “Fantasmas” y “Solo” (Discos de Platino), los hizo en solitario; y el quinto, “La Voz“, lo hizo como productor de Lavoe. Pero además Colón tiene dos Discos de Oro con Celia Cruz; uno más a título individual, “Top Secrets“; y sus discos con y para Lavoe han seguido siendo reeditados cada año que pasa y en varios países.

Y ese es precisamente el otro asunto, las ventas acumuladas. Siguiendo con Héctor Lavoe, todos sus álbumes siguen siendo reeditados gracias a las licencias de Fania en cada país del mundo. “Guisando“, “Cosa Nuestra“, “El Juicio“, “De Ti Depende“, “Comedia“, e incluso “Reventó“. En ese caso ya no se trata de Discos de Oro por ventas anuales, sino de discos que hacen parte de la memoria colectiva porque siempre están en las tiendas y distribuidoras.

Lo que sucede con estos álbumes, es que según el tipo de licencia que una discográfica de un país establezca con la casa original, las canciones que están incluidas pueden hacer parte de discos recopilatorios, variados o Grandes Hits. Incluso esas licencias han permitido que algunas de las canciones originales hayan sido cambiadas por otras en las ediciones de ciertos países. Eso fue lo que se hizo con el álbum “Los Durísimos“, de Ricardo Ray y Bobby Cruz.

Casas como la venezolana Discomoda o la colombiana Fuentes son ejemplos de manejos exitosos de sus recopilatorio anuales. La serie más conocida de Fuentes es “14 Cañonazos Bailables“. Discomoda, por su parte, sacó en los años 60 la serie “El Discomoda de Oro” y ya en la época del Boom del CD, una serie titulada “Disco de Oro” con sus artistas más populares.

Pero de esta forma es más complicado seguirle la pista a una canción, pues prácticamente dejar de ser patrimonio exclusivo de un álbum para ser parte de muchos. Un ejemplo es la canción “El Preso“, de Fruko y sus Tesos. La web Discogs arroja 334 resultados de copia maestra, siendo 24 los que incluyen la grabación de Fruko y sólo uno es el disco original, “Fruko El Grande“.

El factor tiempo también ha sido muy valioso para determinar la importancia, influencia y éxito de un álbum. La revista Billboard nació en 1894 en Cincinnati, es decir, ha acompañado desde siempre a la industria discográfica mediante la publicación de listas musicales. Uno de sus parámetros es la cantidad de semanas en los Hit Parade, lo que habla de su permanencia en el gusto del público, aunque también hubo polémica, pues hasta 1991 Billboard no hacía encuestas entre los compradores, sino llamadas a las tiendas para verificar existencias.

Por esa razón se dice que un álbum es realmente exitoso cuando es el resultado de todos los cruces posibles entre las listas: artista, canción y álbum; llegada, permanencia y ciudad. Un ejemplo de ello sería “Mi Tierra“, de Gloria Estefan, que llegó a estar 58 semanas en el Nº 1 del Top Latin Albums, siendo el álbum que más tiempo ha estado allí a la par de su presencia en otras listas.

Hay un factor adicional es el número de países que reeditaron un álbum, o bien porque la casa discográfica es una Major que tiene sedes en todo el mundo, o bien porque distintas disqueras locales adquirieron su licencia de publicación. Para comprobarlo basta con ir a la web de creación colectiva Discogs, poner el título y ver abajo todas las reediciones país por país en diferentes formatos: LP, CD y Cassette. El álbum de Maria BethâniaAs Canções Que Você Fez Pra Mim” tiene, por ejemplo, 20 variantes.

Y otra manera de medirlo es la inclusión en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. La Biblioteca usa para ello el National Recording Registry, que selecciona cada año grabaciones “cultural, histórica o estéticamente significativas” para su preservación permanente. Desde que se instauró en 2002 ha subido grabaciones hechas en el siglo XX y lo que llevamos del XXI, y los latinos son hasta ahora 27. Pero la Biblioteca del Congreso no hace distinción entre álbumes y canciones. Por eso nos encontramos con que las últimas cuatro incluidas son: “El Cantante” (álbum “Comedia“, de Héctor Lavoe, Fania, 1978), “Amor Eterno” (álbum “En el Palacio de Bellas Artes“, de Juan Gabriel, BMG Ariola, 1990), “Before the Next Teardrop Falls” (álbum “Before The Next Teardrop Falls“, de Freddy Fender, ABC, 1975) y “El Rey” (álbum “¡Arriba Huentitán!“, de Vicente Fernández, CBS, 1972).

LA LISTA DE GLADYS PALMERA

Siguiendo los criterios del equipo de Radio Gladys Palmera y teniendo como referencia la Colección Gladys Palmera y sus archivos, hemos seguido un proceso similar al de la Biblioteca del Congreso, queriendo reconocer la excelencia artística y resaltando que estas obras sean vistas como importantes por las futuras generaciones.

La filosofía de Gladys Palmera, liderada por Alejandra Fierro Eleta

Recapiti
Jose Arteaga